El actor, autor y director saltense es, junto con Miriam García Josipovich, uno de los dos protagonistas de una historia tan dura y cruel como disparatada y tierna, que ha logrado una amplia adhesión del público teatrero regional – Pero también suma una trayectoria por demás interesante que lo vincula permanentemente a nuevos proyectos
El actor, autor y director saltense Diego Rafaelli es, junto con Miriam García Josipovich, uno de los dos protagonistas de una historia tan dura y cruel como disparatada y tierna, que ha logrado una amplia adhesión del público teatrero regional: “La libélula”, que sobre texto de Patricia Suárez codirigen Diego Albamonte y Nora Di Cocco.
Anoche, justamente, a sala llena en La Minga, se presentaba anoche esta puesta, a pedido del público, y por tercera vez consecutiva a sala llena.
“Este fue un texto que encontré en el 2019, el cual me gustó, y también me gustaron los personajes. Se lo pasé a Miriam, ella lo leyó, también le gustaron los personajes, pero le faltaban los directores, que luego fueron apareciendo y todo se fue generando muy de a poco. En diciembre de ese mismo año se hizo la primera lectura y en enero del 2020 hicimos un ensayo todos, pero luego se cortó con la pandemia, hasta que pasó todo y lo reactivamos, hasta que comenzó a tomar fuerzas. O sea que fue un tiempo que sirvió para que el proyecto fuera creciendo, y por supuesto que hubo un interés de cada uno, era algo que queríamos hacer todos”, le dijo Rafaelli a Radio Rojas, en la previa de la función.
Así, destaca en cuanto al texto de Suárez, “ví dos personajes muy ricos y el vínculo que se genera entre ellos es muy lindo, porque son dos personas que cada una tiene sus cosas; además es una obra que habla de los vínculos, de los deseos personales, de que cuando alguien está con alguien muchas veces los deseos de uno no son iguales a los del otro, el tiempo de uno no es el mismo del otro. La obra habla de eso de una manera muy simple, divertida y muy linda para hacer”.
Respecto de la definición de la puesta, el saltense explicó en El Nuevo en Radio que “Diego y Nora querían que la obra fuera circular completamente, pero después por un tema de entradas y salidas era medio complicada. De todos modos estaba previsto que no sería una obra convencional, con un solo frente, y terminó teniendo varios frentes, con un público que está muy cerca nuestro, y ese es un plus que tiene la obra y que tenemos nosotros como actores porque vamos sintiendo qué le pasa al público, la risa, o cuando hay comentarios. Es algo que no había experimentado antes”.
En cuanto al potente dueto que compone con Miriam García Josipovich para “La libélula”, explica que “con Miriam nos llevamos bárbaro, más allá de que nunca habíamos trabajado juntos como actores; pero sí ya la había dirigido a ella y habíamos participado de otras obras, o sea que había un vínculo. Creo que la busqué a ella porque necesitaba que los actores se conocieran ya que es algo que está bueno para poder trabajarlo, incluso le da a la obra mucho más potencial y logramos fortalecer este vínculo que se genera entre los personajes, que además tienen ciertas particularidades, porque ella es renga por haber tenido un accidente. O sea que tiene sus costados débiles que obliga a ambos a ir potenciando la historia y hablando de qué pasa cuando uno de los dos toma decisiones sin consultar o sin tener en cuenta al otro, y es así donde empieza a generar el conflicto”.
Respecto de su trabajo actoral en “La libélula”, Diego nos cuenta que “cada proyecto es diferente y tiene que ver con los géneros teatrales que trata la obra. En mi caso ahora estoy trabajando con personajes más realistas, porque antes trabajaba con personajes más absurdos, más cercanos a la farsa, mucho más físicos. En tanto este de “La libélula” como el de “El pan de la locura” son personajes más terrenales y reales. Particularmente el de “La Libélula” lo trabajé mucho desde adentro hacia fuera, es un personaje que tiene mucho para decir pero que no lo dice, es algo que trabajé mucho con Diego y Nora, porque no había realizado antes un personajes de estas características”.
Respecto de su participación en la aclamada “El pan de la locura”, con Fede Ceriotti en la dirección, nos comenta que “es un proyecto que se hace en una panadería, que es un espacio real, algo totalmente diferente porque estamos accionando con elementos que son de trabajo, que no son de utilería, y hemos llegado a hacer dos funciones el mismo día. Es una obra, al igual que “La Libélula”, que tienen su carga emocional, y creo que como actor se pueden hacer ambos proyectos y ponerle a cada uno la energía necesaria. Además son proyectos que han tenido una buena recepción por parte del público y están en el consciente colectivo de la gente porque siempre nos están preguntando cuándo lo hacemos de nuevo, algo que está bueno como actor porque es evidente que han calado fuerte en quienes nos fueron a ver. Además es un placer hacerlos”.
UN TEATRERO DE SALTO
“Mi vínculo con el teatro nace cuando cumplí 30 años. El cambio de década me llevó a replantearme varias cosas de mi vida y sentía que necesitaba algo que me conectar con la creatividad, porque antes escribía y hacía cosas, pero nunca teatro. Entonces comencé en un taller para ver qué me encontraba, en principio con algunas dudas porque soy muy tímido, pero al poco tiempo de ir al taller me preguntaron si quería participar de una obra en un escenario y a partir de ese momento arranqué, y una vez que uno va probando y ve que le vas gustando los proyecto se van generando, lo que me llevó a seguir haciendo cursos y más talleres, lo que me permitió además ser director y dramaturgo. O sea que fui pasando por las diferentes etapas, siembre ahondando en la búsqueda de la creatividad y de algo que me conecte con eso. Además me permitió conocer un montón de gente totalmente heterogénea entre sí, donde cada uno tiene sus cosas, pero los textos nos van juntando y formando una especie de familia, algo que excede el hecho de trabajar en el teatro. El 21 estreno una obra acá en Salto como director, es algo que estamos ensayando desde hace varios meses, es un absurdo, diferente a lo que vengo haciendo, pero es algo que me conecta con lo que a mi me gusta más como director. La obra se llama «Pelos», es del entrerriano Gustavo Palacios, es divertida, absurda y muy actual. En Buenos Aires, además, escribí dentro de un taller de dramaturgia, una obra en un espacio de Palermo, o sea que después de la pandemia la actividad se ha acrecentado y ha sido un año muy productivo. También participé de una película que se hizo en Salto, donde dirigí a los actores y escribí. También en noviembre estaremos haciendo una nueva función de «El pan de la locura» a pedido del público y allí estaremos cerrando la temporada. Me lo planteaba como un año tranquilo, pero terminó siendo a nivel personal y teatral muy intenso, porque comenzó allá en enero y estamos en octubre continuando, y creo que recién cerrará en diciembre, han sido muchos proyectos, lo cual me deja muy contento, porque para nosotros es un placer más que un trabajo y eso se agradece».