Alfredo Vitarelli y la formación del primer cuerpo de BBVV de Rojas

En un increíble vídeo captado por su hija mayor, la profesora Graciela Vitarelli, que logró muchísima difusión en las redes sociales locales, el veterano lucifuercista revela, con absoluta precisión y nitidez de detalles, una historia muy poco recordada de la ciudad, que se remonta a la época en la cual Rojas tuvo su primer cuerpo de bomberos voluntarios

 

El veterano trabajador lucifuercista Alfredo Vitarelli fue protagonista en estos días de un increíble vídeo captado por su hija mayor, la profesora Graciela Vitarelli, que logró muchísima difusión en las redes sociales locales, en el cual revela, con absoluta precisión y nitidez de detalles, una historia muy poco recordada de la ciudad, que se remonta a la época en la cual Rojas tuvo su primer cuerpo de bomberos voluntarios, una suerte de antecesor pergeñado a pura vocación de servicio y voluntad por aquellos pioneros, del actual cuerpo activo de BBVV. Virtudes que, obviamente, se mantienen intactas a lo largo del tiempo.

En aras de preservar en la medida de lo posible las apreciables virtudes testimoniales de los recuerdos evocados con perfecta claridad por don Alfredo, publicamos a continuación el relato completo en la forma más textual posible, sólo introduciendo alguna corrección de forma.

 

LOS PRIMEROS BOMBEROS

“Francisco Masserano, un ingeniero electrónico venido de Italia, pone una fábrica de artefactos eléctricos donde estuvo luego Baterías Fullana, y lo toma de socio capitalista a Valentín Aloé, con el cual empezaron a fabricar diferentes cosas. Entre ellas inventó un calienta-cama, que se plegaba, que tenía una resistencia, se ponía dentro de la cama y se enchufaba, y vendió cualquier cantidad, además de calefones y calentadores, hasta que por esas cuestiones que tiene el destino se produjo un incendio, y nos encontramos con que en Rojas no había bomberos, así que tuvieron que venir los de Pergamino. Al momento de llegar ya no quedaba nada del comercio. Por nuestra parte, que habíamos ido a ver el incendio, que fue en un lugar de venta de harina, le ayudamos a sacar las bolsas al señor Clavijo, hasta que llegaron los bomberos (de Pergamino, recuérdese), y apagaron lo que quedaba. Fue en ese momento cuando Francisco Masserano comenzó con una campaña para comprar una autobomba, la cual tuvo tal éxito que para el año 1953 tuvimos el coche en Rojas. Pero como no teníamos el permiso ni de la provincia ni del gobierno para trabajar con el vehículo lo que hacíamos era concurrir a la plaza Rivadavia a echarle agua a las plantas como para agarrarle la mano. Luego se suma al grupo de trabajo el Gordo De Porzio, que al ser plomero sabía que en Rojas había muchas salidas de agua para cargar la autobomba. Entonces con el Negro Fernández y Nicolás De Porzio salimos a recorrer todas las bocas, y nos encontramos con que la mayoría estaban tapadas. Así que la primera que arreglamos fue la que está enfrente a la plaza Rivadavia, en tanto funcionaba la que está en la zona de la gomería en Lavalle y Dardo Rocha, y así pusimos en marcha varias, sobre todo donde había muchos comercios, por una cuestión estratégica. Fabricamos también un caño, que le llamábamos torreta, que tenía dos manijas y la abríamos con una llave para que entrara el agua en la autobomba, cuestión que luego se dejó de utilizar”.

 

CAPACITACIÓN Y BAUTISMO

“En cuanto a las capacitaciones todos los días íbamos a la comisaría y nos enseñaba un suboficial mayor que vino de La Plata junto con el sargento primero del cuerpo de bomberos de La Plata. Fueron dos o tres meses de capacitaciones y además hacíamos simulacros frente al Parque. El primer incendio al que concurrimos fue en barrio Unión, en la quinta de Giménez, una parva de pasto. Nos llamábamos mediante bombas de estruendo, no había sirenas, eran tres bombas que al momento de sonar de manera seguida indicaba que teníamos que salir. El segundo incendio fue en la pinturería de Caruso, que además funcionaba como taller de pintura, y allí estaba justamente adentro el auto de la comisaría, así que fuimos y lo apagamos. En tanto el tercero también fue de pasto, pero en Rafael Obligado, en el campo de Faropa, hasta que comenzaron a llamarnos de otros lugares de la zona. El cuartel funcionaba al lado de la comisaría y el primer cuerpo estuvo encabezado por el Sargento Santiago Raia, después estábamos Manolo Fernández, Guillermo Masserano, Del Fabro, Vittarelli, los dos Secreto, los dos Matheu y se agregó luego De Porzio. Teníamos traje de gala, hacíamos desfiles, íbamos a la ceremonia de las escuelas, y en mi caso me ha tocado ser abanderado”.

 

EL QUE ROMPE, PAGA

“En una oportunidad nos encontramos con un incendio al cual concurrimos con De Porzio, que era una persona bastante vehemente, así que más allá de que teníamos todas las herramientas en la autobombas, hachas, picos y demás,  cuando llegamos al incendio, según lo que nos habían enseñado, teníamos que hacer la inspección del lugar. Así que nos bajamos con Fernández para mirar todo y definir cuántas mangueras había que utilizar, y mientras tanto el Gordo De Porzio se bajó a romper la persiana, resultando ser que al lado había una puerta que estaba abierta (risas). Quedó como una anécdota cuando terminamos el trabajo. Es algo que recuerdo como si hubiese pasado ayer, porque además la gente nos echaba en cara lo que habíamos roto (risas)”.

 

RECUERDOS DE BOMBERO

“Nunca tuvimos un reconocimiento posterior. Hoy en día sí me llaman pero no es lo mismo. Sí me gustaría algún día que a los compañeros se los recuerde. De hecho en el cementerio hay una placa con el nombre de todos los bomberos, pero de los que vinieron después, o sea que de los primeros bomberos no hay nada. Eso me genera una gran tristeza. Estuve como bombero hasta que entré a trabajar en la cooperativa eléctrica porque en la cooperativa no es que no me dejaban ser bombero: lo que sucede es que por una cuestión de compañerismo y ética, si sonaban las bombas no me podía ir, porque nosotros desarmábamos un motor a la medianoche y a las cuatro horas tenía que estar arreglado, y si me iba les generaba una complicación a mis compañeros de trabajo, así que tuve que abandonar mi tarea de bombero”.

 

BOMBEROS EN ARGENTINA

Durante la primera presidencia de Julio Argentino Roca (1880-1886), la Argentina era por entonces un extenso territorio despoblado, circunstancia que motivaría a las autoridades políticas a fomentar el flujo inmigratorio. A partir de aquel momento, la afluencia de inmigrantes de todo el continente europeo, principalmente del sur latino, creció al ritmo de la economía y fue transformando la vida social del país.

Muchos de los extranjeros que arribaron a nuestras costas se instalaron en la actual Ciudad Autónoma de Buenos Aires. El barrio de La Boca del Riachuelo, como tantos otros, comenzó a recibir el flujo de estos inmigrantes, principalmente de origen italiano. Muchos de estos inmigrantes vivían en condiciones sanitarias deficientes, con elevados niveles de hacimiento y en estructuras en permanente riesgo de sufrir incendios o derrumbes.

Un incendio producido en los primeros meses del año 1884, precisamente en una casa del barrio de La Boca, llevó al vecino Tomás Liberti a dar los primeros pasos hacia la formación de una sociedad cuyo principal objeto fuera el sostenimiento de una asociación de bomberos.

La reunión se llevó a cabo el domingo 2 de junio de 1884, y allí se sentaron las bases para formar la Asociación Italiana de Bomberos Voluntarios de La Boca. Es por ello que esta fecha quedó consagrada en nuestro país como el Día del Bombero Voluntario (establecido oficialmente en la Ley N.° 25425, publicada el 15 de mayo de 2001).

A partir de ese momento y de manera progresiva fueron constituyéndose distintas sociedades de bomberos voluntarios a lo largo y a lo ancho del territorio argentino, haciendo cada vez más imperiosa la necesidad de aumentar los niveles de articulación y coordinación entre las distintas organizaciones ya existentes y las que se irían creando.

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