Actual director del Museo Provincial de Bellas Artes “Emilio Petorutti”, Ruvituso es cocurador de la impactante muestra del mítico artista plástico e ilustrador argentino, que recupera buena parte de su obra aunque, como explicó el propio Ruvituso, aún hay partes de la fascinante historia y la maravillosa obra del gran Molina Campos que aún debe esclarecerse y recuperarse
Como ampliamente informáramos, se desarrolló durante el pasado mes de octubre en el Centro Cultural Kirchner, una impactante muestra (profusamente reflejada por los medios de difusión nacional) que engloba parte de la producción del artista plástico e ilustrador argentino Florencio Molina Campos, acaso el artista más popular y reconocido de todos los tiempos en el campo de la pintura nacional.
En ese marco, esta semana, tras el exitoso cierre de la muestra, visitada por miles de interesados, incluyendo funcionarios del Gobierno Nacional, como el ministro de Cultura, Tristán Bauer, además de los descendientes directos del gran Molina Campos, tuvimos la posibilidad de entrevistar a Federico Ruvituso, actual director del Museo Provincial de Bellas Artes “Emilio Petorutti” y, además, uno de los curadores de la muestra de Molina Campos.
«Empezamos a trabajar con Molina Campos desde hace unos años, cuando se recuperó la obra de la Fundación Florencio Molina Campos, que abarca sus obras pictóricas y también los objetos, las cartas, y diferentes materiales que nos pusieron en la tarea, junto al Museo Udaondo, en su catalogación e investigación, que es un proceso que todavía se está llevando adelante y que seguramente culminará en un libro importante sobre el autor. Y empezamos en este camino a crear exposiciones para mostrar y revisitar la obra de Molina Campos, que es muy apasionante e interesante, y al mismo tiempo tan llena de datos poco conocidos”, le dijo Ruvituso a Radio Rojas.
“Iniciamos con una muestra en el municipio de Moreno, donde Molina Campos tenía uno de sus ranchos, Los Estribos, después en el Teatro Argentino de La Plata y recientemente en el Centro Cultural Kirchner en Buenos Aires, mientras que el 10 de noviembre inaugura la próxima posta en Luján. Está siendo una experiencia muy desafiante, sin dudas para pensar la dimensión de este artista en el contexto del orden nacional», refirió para El Nuevo en Radio Ruvituso.
Mientras tanto, comentó que “aún hay muchas cuestiones para esclarecer respecto de la vida de Molina Campos desde distintos puntos de vista. Lo que a mi más me interesa y en lo que estuve trabajando tiene que ver sobre todo con lo que trabajamos en comunión con su familia, con especialistas y autoridades de otros museos, y tiene que ver con la restauración y la conservación de las obras, con su respectivo peritaje, es decir con su autenticidad; porque hay que tener en cuenta que Molina Campos fue uno de los artistas más copiados y falsificados que hay, debido a que era muy popular, y todo el mundo quería tener su ‘Molina Campos’ en casa. En este marco queda mucho por hacer y el proceso es interesantísimo, por la investigación de las obras, no solamente de la parte histórica, sino también de la pincelada, de lo procedimental, de los detalles, las técnicas, los materiales; porque Molina Campos pintaba circunstancialmente con témperas, acuarelas y óleos y recuperaba con eso una dimensión del campo y de la vida rural del país que todavía hoy es muy interesante».
Por otro lado, subrayó que “había mucho humor en las obras de Molina Campos, pero no era algo burlesco o satírico, como pueden ser las caricaturas de Caras y Caretas, por ejemplo, como una exageración peyorativa; eran más bien retratos con humor, ternura, respeto. Estaba además la monumentalización, porque las exageraciones de las proporciones de los gauchos y los caballos los hacen monumentos enormes dentro de esa sencillez”, y definió: “Hay un muy sutil equilibrio entre una caricaturización y un homenaje a ese mundo, un equilibrio muy difícil de conseguir, que muy pocos artistas han logrado como Molina Campos».
-¿Qué se sabe de la formación académica, si la tuvo, de Molina Campos?
-De Molina Campos siempre se dijo, y es un dato interesante para recuperar, que era autodidacto, y lo que quiere decir en la biografía general de los artistas del siglo XX no es que el autodidacto no haya ido nunca a ningún taller o no haya aprendido ninguna técnica, sino que no fue academias de bellas artes. En la biografía general de los artistas de todo el mundo se dice que “fue alumno de la academia tal”, y eso tenía que ver con el dibujo académico y con una formación en bellas artes. En el caso de Molina Campos seguramente recibió lecciones en talleres y demás, pero más desde el hacer, desde el humor gráfico, desde la ilustración, que desde las bellas artes. Se sabe que siempre dibujó, desde muy chico, observando el campo durante muchísimo tiempo, pero estuvo libre de maestros académicos. Eso le trajo problemas y virtudes: al no estar empapado de una serie de recursos plásticos tradicionales clásicos de las bellas artes, pudo desarrollar un estilo alternativo muy interesante basado en otra concepción y, al mismo tiempo, aprovechar técnicas y materiales como acuarelas y témperas, que quizás no están tan relacionadas con las bellas artes, sino con artes menores o “artes populares”. Surge allí una discusión interesante sobre qué son las artes “populares” o “menores”, pero en este caso sin dudas que dejó una obra sumamente interesante.
UN TAL MOLINA CAMPOS
«La relación de las obras de arte con las imágenes, si bien uno las puede determinar, siempre tienen algo de misterio, hablando de que lo que le impacta o le fascina a uno a veces es muy distinto a lo que le fascina a otro. Lo que tiene Molina Campos de diferente a otros artistas populares, es que le fascina a mucha gente de forma casi instantánea, conociendo o no conociendo su biografía, su vida u otros detalles; porque las obras tienen cierto magnetismo y por eso aparecieron en almanaques y fueron tan populares. Y también aparecen en el imaginario colectivo de la gente. Creo que tiene que ver con una combinación de muchos elementos, como la familiaridad que instala inmediatamente; porque todos tenemos el recuerdo de haber visto algún Molina Campos en una carta, en un folleto, en un calendario, en un poster, en una escuela… Es como una canción de Los Beatles que nunca escuchaste pero pensás que sí. Tiene ese efecto, para mí, que tiene que ver con algo muy amigable con el espectador: te está invitando a ver algo que no es sencillo y que es un elemento a considerar, como la montura de un caballo. Además sabe distinguir entre detalles específicos, que te llevan a mirar y preguntar cosas, todo está muy distinguible, por lo cual se produce un efecto muy parecido a cuando uno miraba de chico una imagen en un libro sin saber leer…”
EL EFECTO DEL DETALLE
«Hay una pintura muy linda, que se llama ‘A la carga’, que es un militar en el medio del desierto, cabalgando, y en la hoja de la espada se pueden ver las muescas de desgaste, que están dibujadas como si fueran una ilustración, o sea que están dibujadas con tinta negra, con lo cual uno mira la espada y de pronto ve un detalle que la convierte en un objeto de uso. Eso me parece fundamental para entender el efecto, porque uno ya tiene un relato en esa espada. Había un cuidado genial por el detalle, que fue algo que me hizo notar la familia del artista cuando lo analizábamos y lo empezábamos a ver mucho: esa cuestión de una humildad noble, una versión del mundo de los paisanos y las paisanas, del campo, del gaucho, que tiene más que ver con la nobleza de esa sencillez, muy serena, muy tranquila, y no tanto con una versión peyorativa o caricaturesca”.
LA LEYENDA DE DISNEY
«La historia con Disney hay que escribirla todavía. Es una historia que tiene mucho de mitología, muchos comentarios, como las visitas de Disney a la Argentina y demás. Y Molina Campos, desde su viaje a Estados Unidos, estuvo fascinado con la animación. que era una novedad y una derivación lógica de la ilustración, de hecho lo es aún, por su impacto en la cultural visual infantil y mundial. Él establece contacto con Disney, Disney viaja a la Argentina en dos oportunidades, y allí surge la famosa anécdota de la República de los niños en La Plata, si es que se basaron en eso para hacer Disneilandia, y en el caso de Disney en ese momento, en tiempos de segunda guerra mundial, quería expandir y capitalizar los públicos latinoamericanos. Entonces pensaba producir, y de hecho lo hizo, cortometrajes animados con temas de México, Brasil, Chile, Argentina, basados en los grandes personajes que tenían en esos países. A Molina Campos, que estaba muy entusiasmados, le propuso diseñar y participar en la producción de películas que tenían que ver con los gauchos. Se hicieron algunos bocetos, y se realizaron dos cortos que son ‘El Goofi Gaucho’ y ‘El burrito volador’, que están en Internet. Cuando vio el resultado a Molina Campos no le gustó para nada porque el humor y la lógica de los dibujos animados de Disney habían transformado su fiel versión del humor y la vida del gaucho en algo totalmente diferente. Es un capítulo de la historia visual de la Argentina que hay que investigar. De hecho el archivo de Molina Campos nos va a servir para eso, porque no ha sido escrita desde ‘este’ lado, para entender qué le molestó a Molina Campos de esa película que estaba pensada para ese público de Estados Unidos y que después se transformó en otro producto industrial norteamericano”.