ROJENSES POR EL MUNDO

Naza Gadán, un luthier argentino, en Valencia

Si bien nació en Luján, a los tres años se radicó en Rojas, hasta que el amor por una valenciana lo hizo emigrar a España, donde reside desde hace veinte años – Si bien es técnico de sonido por profesión, y trabajó como tal, muy pronto se sumó al taller de instrumentos de su suegro, fundado hace 115 años por el abuelo de éste, donde introdujo una línea propia de instrumentos eléctricos

 

“Soy nacido en Luján, pero me fui para Rojas a los tres años y crecí allí, hasta que me enamoré de una valenciana y vine a probar suerte a Valencia, y todavía no me fui, con veinte años que llevo aquí”, nos cuenta Naza Gadán, técnico de sonido de profesión y luthier por vocación.

En una entrevista que le realizamos esta semana en El Nuevo en Radio, Naza nos explicó que “la luthiería aparece en mi vida de una manera, digamos, accidental, porque estudié imagen y sonido, soy técnico de sonido, y cuando llegué a Valencia comencé a trabajar en mi profesión, sonorizando y grabando discos en estudios, en tanto el que es luthier es mi suegro, que continúa una tradición familiar ya que su padre y su abuelo trabajaron de esto, siendo su abuelo el fundador del taller, quien comenzó colaborando con Salvador Ibáñez, que es un constructor mítico en este país de guitarras españolas”.

“Aprendí la profesión jugando, porque me iba a las tardes a hacerle compañía al taller y como soy bastante inquieto y chusma (risas), le fui ayudando a hacer guitarras, luego hice una para mí, otra para un amigo, y así la profesión me fue captando y me desvinculé de mi profesión para dedicarme al ciento por ciento a la luthiería. Mi suegro ya se jubiló y hace ocho años que estoy al frente del taller, donde sigo fabricando guitarras españolas o clásicas, pero además le cambié un poco el enfoque, porque le fui sumando guitarras eléctricas, bajos y acústicas, algo un poco más moderno, que es en lo que me fui especializando”, añade.

El taller de Naza tiene su historia, por cierto: “El taller cumplió 115 años de funcionamiento y comenzó con el abuelo de mi suegro fabricando instrumentos autóctonos de España, como guitarra clásica, de concierto, flamenca, mandolinas, todo lo que es con cuerdas, en tanto lo que introduje fue la línea eléctrica. El taller lleva como nombre Gaspar, que es la marca de fábrica de guitarras clásicas, en tanto la línea moderna lleva como nombre NZ, para diferenciar las dos categorías, aunque las dos líneas conviven dentro del taller”, nos cuenta.

-¿Y cómo te ha ido?

-Llevo en esto veinte años y al principio lo que hubo que hacer fue comenzar a hacerme conocido, a relacionarme con gente, y en ese plano debo decir que estoy muy contento porque he tenido una gran respuesta de la gente, con un público que está más relacionado con el ámbito profesional, gente que ha grabado discos y realizado varias giras.

En cuanto a los elementos de sus instrumentos, como microfonía, circuitos, trastes, puentes, etc., explica que “trabajo con muchas marcas pero sobre todo hago hincapié a la producción local, de artesanos que están cerca de la fábrica. Por ejemplo en lo que es micrófonos hay un amigo que es de un pueblo cercano a Valencia que hace micrófonos custom (personalizados) y hace unos trabajos buenísimos. También trabajo con otros amigos fabricantes porque la idea es que sea todo artesanal”.

Por eso, añade, “la gracia es que, cuando entra un cliente al taller y me pide que le haga una guitarra o un bajo, éste sea una pieza única, partiendo de que puedes hacer una réplica de una Fender Telecaster, que es un modelo mítico, pero llevándolo a un terreno personal, para que esa guitarra sea inconfundible”.

Por otro lado, asegura que “me gustaría fabricar más, porque lo que más hago hoy en día es restauración, reparación y mantenimiento de instrumentos, en tanto en el tema de la fabricación, cuando un cliente me pide un instrumento, lo que hago es reunirme con él, tengo un stock de maderas y componentes en el taller y nos tomamos unas horas para elegir los elementos que vamos a utilizar para la guitarra o el bajo, y de ahí comienzo con la tarea. También me gusta que el cliente pase cada tanto por el taller para ver como sigue el proceso y que sea partícipe del proceso del instrumento, de cómo va naciendo la criatura”.

“En el tema de las maderas se están poniendo bastante estrictos en Europa y eso es algo que hacía falta porque hubo una época en la cual se producía un desmadre. En este caso trabajo con lo típico que se suele utilizar en guitarras eléctricas como puede ser el aliso, el fresno, y luego hay unas especies que se están empezando a trabajar ahora como la polonia, que es una especie sostenible, porque es un árbol que se tala y a los diez años el tronco madura nuevamente. En ese sentido los artesanos estamos buscando la manera de ser lo más sustentables posibles. Por ejemplo en el taller uso hasta el taquito más chiquito de madera para algo, trato de no tirar nada, porque hay que aprovecharlo todo al máximo”, comenta luego.

España es tierra de luthieres. Pero, ¿cómo es la cosa en Valencia? Naza explica que “acá en Valencia, que es la tercera ciudad en España en cantidad de población, somos pocos luthieres para lo que es la ciudad. En realidad somos cuatro o cinco los que estamos en el mercado, pero entre todos tenemos una excelente relación. De hecho nos juntamos a menudo a charlar y si alguno tiene un problema nos intercambiamos soluciones, y también materiales. Lo mismo pasa a nivel nacional, porque en mi caso participo de una asociación que se llama Luthieres Contemporáneos de España y nos ayudamos mucho. Si a alguien le hace falta una mano estamos para colaborar”.

UNA GUITARRA ES UN MUNDO

“Cada proceso es un desafío y es muy bonito. Todos los días se aprende algo nuevo, en esta profesión no te podés aburrir porque cada guitarra es un mundo, y cada guitarra en sí su mundo, porque cada guitarrista tiene sus manías, sus caprichos, que le puede gustar una marca de cuerdas, un calibre. Hay una comunión entre músico y luthier que tiene que fluir para que esto camine. Puede haber dos modelos iguales, dos guitarras iguales, pero al probarlas una puede sonar de una manera diferente a la otra, puede tener un comportamiento distinto, y para los músicos lo mismo. Es apasionante porque es un aprender constante. Estoy trabajado como mucha gente conocida, como por ejemplo Tony Carrillo que es un guitarrista excepcional, es un músico productor que ha grabado con muchísima gente, él tiene dos guitarras mías, en tanto a nivel afianzado he trabajado bastante con Jaime Urrutia que es un referente en el rock español, ha grabado con Calamaro, y Calamaro se ha inspirado en él para la música de varias canciones, también he trabajado con Juan Carlos Ottos que es guitarrista de Jaime. Puedo nombrar mucha gente de distintos palos con los que trabajo, que son personas extraordinarias y viven por y para la música. En España hay mucha tradición de ferias de instrumentos musicales donde se juntan muchos luthieres y muchos músicos a contactar con luthieres, además participo en el Luthier Guitar Show que es lo más grande que se hace en España, del cual soy uno de los organizadores y traemos muchos luthieres de Europa y de Argentina también. Por ejemplo han venido amigos de Córdoba, de Mendoza, de Buenos Aires. Y cuando puedo presentarme en una feria internacional también trato de acudir”.

UN DÍA EN LA VIDA

“Sinceramente, como está la situación a nivel global, no sabría qué decir de lo que espero para el futuro, porque venimos de una pandemia, tenemos un loco tirando misiles en otra parte del mundo, hay mucha inquietud en la parte económica, y se podría pensar que hasta antes de la pandemia tenía una filosofía de vida y de trabajo muy distinta a la de ahora: incluso hacía planes a varios meses, mientras que hoy en día hago planes a quince días como mucho. Espero que esto cambie para todos. Tengo mi compañera, Pili, con quien estamos desde hace veinte años, y tenemos un hijo, Luca, que es un loco de la música. Nos levantamos temprano para llevar al peque al cole y luego nos vamos al trabajo juntos ya que ella trabaja conmigo en el taller, pero fabricando juguetes de madera para niños. En tanto a la tarde sigo solo en el taller porque ella ya se queda con en el nene, y los fines de semana los tengo libres para dedicarme por completo a la familia. Cuando voy a Argentina o hablo con argentinos soy un gallego, y acá en España soy un argentino, o sea que siempre estoy en un limbo de nacionalidades. Pero desde el primer momento que he llegado a Valencia me he sentido uno más, me han acogido de una forma maravillosa y tengo muchísimos amigos tanto valencianos como argentinos que viven aquí y dos por tres nos juntamos a comer asado, tomar fernet y revivir batallas del pasado (risas)”.

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