Aunque ya reconocido en el mundillo tuerca por sus espectaculares diseños en cascos y autos, Martín proyecta en algún momento salir a la palestra con su trabajo – Pasó por Radio Rojas y nos contó cómo nació su vocación por el arte de la aerografía
“La pasión por los fierros me nació por mi papá, porque yo era muy chico cuando él empezó a correr, así que se me pegó todo eso. Y después fue algo que vino solo, me gustaban los ruidos; de hecho me la pasaba todo el día en el taller, y ese sigue siendo mi trabajo, hasta que me fui volcando para el lado de la pintura”, comenta Martín Severini, tan conocido en Rojas por ser parte de una familia históricamente vinculada con los “fierros”, como por sus espectaculares diseños en aerografía para cascos y autos.
Y sin perder su veta tuerca, ya que después de su paso por distintas categorías ahora se encuentra incursionando en el apasionante mundo del karting, en una categoría zonal, cultiva también y paralelamente su técnica artística: “Siempre fui de dibujar, aunque nada que ver con esto, que es algo que comenzó en Rojas Yanina Vargas (N. de la R.: Notable e influyente artista plástica local, especialista en técnica de aerografía), que hacía cosas que me interesaban bastante, hasta que un día apareció Beto Roige y me regaló mi primer aerógrafo”, recuerda.
“En esos primeros momentos en que Yanina se dedicaba a eso no había contactos de redes, o sea que no había muchas formas de ir profundizando y por lo tanto yo era una especie de autodidacta; y como el aerógrafo no era para nada parecido a lo que ya hacía con el lápiz, me llevó un tiempo. Cuando surgieron los cibers en Rojas, empecé a ir a buscar información sobre la aerografía, me anotaba todo en un papel y lo intentaba hacer luego en casa”, añade.
Pero ya tenía de hecho un punto focal para desarrollar su arte: “Por el hecho de estar relacionado con los fierros comencé a pintarle los cascos a los chicos de Rojas, a algunos amigos, el mío propio; después seguí con mi auto de carrera, hasta que apareció la posibilidad de pintarle el auto a Ezequiel Bandi, lo que fue un antes y un después porque allí es cuando se abrió mi trabajo”, apunta.
Y además se le da la oportunidad de incorporar su arte a su laburo: “Mi trabajo está relacionado con el mantenimiento mecánico en el taller, y allí tengo una parte que es solamente pintura, donde me dedico mayormente a los cascos. Llego hacer un promedio de veinte cascos por año, porque cada uno lleva un proceso de entre 20 y 25 días, siempre que vaya secando rápido”, nos explica.
-¿Cómo desarrollás tus diseños?
-Normalmente le pregunto al cliente los colores que prefiere, aunque hay veces que me han pedido algunas réplicas de cascos de ciertos corredores, como por ejemplo de Ayrton Senna o Schumacher. Otras veces me vienen sólo con los colores y me dejan a mi inventar, así que después de eso hago un par de bocetos y de allí vamos llegando al diseño que más le gusta al corredor.
-¿Planteás el diseño primero en lápiz o trabajás en compu?
-Uso un poco de lápiz y otro poco de computadora. Primero arranco con el boceto en el papel y después lo traslado a la compu para acercarlo más a la realidad, ya que se van produciendo variantes debido a que no es lo mismo dibujar en un papel plano que en un casco, que es redondo. Los cascos a veces vienen nuevos, otras usados, y otras destruídos. En todos los casos primero se desarman por completo y se hace el mismo proceso que en un auto: se usa masilla antes de la pintura en el caso de que esté roto, y luego la pintura vehicular con laca vehicular. Es el mismo tratamiento que el de un vehículo, y de allí que la duración del trabajo, si es que no se golpean, es larguísima. Hasta ahora no me pasó de que alguien me haya dicho que no le gustaba mi diseño una vez terminado, pero sí hemos cambiado cosas que por ahí no estaban antes o por ahí se fueron ocurriendo en el medio del trabajo.
-¿Y el diseño en autos?
-En el caso de la pintura de autos me fue pasando un poco por arriba la tecnología, porque hoy en día es mucho más barato hacer plotear un auto completo que pintarlo. Incluso en lo que es el auto de Bandi lo pintamos hasta el año pasado, pero lo mismo que le salía de materiales es lo que le cuesta el ploteado con las publicidades y demás. Incluso se pueden hacer cosas que con la pintura son imposibles, o sea que no puedo competir por ese lado”.
-Mientras tanto, la aerografía como técnica artística está muy en boga y tiene referentes impresionantes, en todos los rubros…
-Con la aerografía se pueden hacer trabajos u obras alucinantes; y también tiene una gama muy amplia, porque puede ir desde el diseño de remeras hasta lo que se te ocurra. En ese sentido hace poco hice un curso de hiperrealismo, que es algo a lo que apunto, que para muchos no es un arte porque es una copia exacta tipo impresa, pero lo impresionante pasa porque uno con la mano puede lograr algo que sale también por una computadora. Con un curso on line que hice con una persona de Buenos Aires hice una remera con un perro y fue un trabajo que me llevó doce horas, o sea que si tengo que vender una remera con ese tiempo de trabajo es prácticamente imposible, por eso se prefiere hacerla impresa que es mucho más barato. Pero a medida que fue pasando el tiempo, que fui conociendo e implementando más técnicas, aprendí que hay un sinfín de posibilidades. Incluso tuve la oportunidad de concurrir a un seminario a Buenos Aires con un diseñador de Walt Disney, que es Méndez, uno de los más importantes del mundo en la aerografía. Además tuve la oportunidad de conocer muchas personas que hacen cosas increíbles y que son geniales como artistas.
ARTE Y TÉCNICA
“Ahora estoy haciendo otro curso on line sobre papel, y allí van surgiendo otras ramas porque sin ir más lejos el 90 por ciento de las banderas de futbol son aerografías, los cascos, también hay remeras, cuadros en papel, cuadros en tela. Y no es necesario saber dibujar, porque la técnica que se utiliza es sobre plantillas, por lo cual normalmente lo que se hace es calcar un fondo que marque las líneas principales, obviamente teniendo una idea básica, y siempre entendiendo que hay que tomarle bien la mano al aerógrafo, algo que lleva práctica y mucho tiempo, porque tiene movimientos muy suaves y no se puede volver para atrás, o sea que si vas por un tono clarito y te pasaste a oscuro no tiene retorno. Por eso va capa sobre capa, muy suavecito, siempre sabiendo que lo importante es agarrarle la mano, entender la sensibilidad del gatillo; porque es una pistola de pintar en forma de lapicera. Siempre tuve la idea de hacer un taller y de enseñar el oficio o a pintar, pero necesitaría tener un mínimo de tres o cuatro aerógrafos disponibles y una línea de aire para cada uno, o sea es algo que se puede hacer, pero lleva un costo realmente muy alto…”