HISTORIA DE VIDA PARA REFLEXIONAR

Martín Kremenchuzky: Un hombre “de acero” en el deporte y en la vida

Destacado atleta internacional, primer Ironman sordo y ciego del mundo en competir en los cinco continentes, comparte su historia de vida en un incesante ciclo de charlas y conferencias que, desde 2014 a la fecha, lo ha llevado por distintas partes del mundo – Dio una charla en Rojas, y nos visitó en nuestra casa de Lavalle 471, para ofrecernos una charla honesta y sin concesiones

 

«Me quedé ciego hace 16 años, y uso audífonos desde que tengo 5 debido a una enfermedad. Cuando me quedé ciego fue muy duro para mí, hasta perdí las ganas de vivir”. Sencillo y contundente, Martín Kremenchuzky, único atleta sordo y ciego en participar en competencias de triatlón en los cinco continentes, y el primer atleta en esa condiciones en ganar el desafío extremo conocido como “Ironman” (hombre de acero), con natación a en mar bierto, running y ciclismo. Lo de Ironman le cabe, digamos. Porque no es lo mismo tener limitaciones que limitarse. Y ese es el mensaje que transmitió Martín esta semana en su paso por Rojas, en una vibrante charla que ofreció en el Centro de Jubilados y Pensionados a instancias del Centro Primario Rojas de Agricultores.

“Fue por mi hijo que decidí salir adelante. Fue así como empecé a hacer un montón de actividades de todo tipo y poco a poco las cosas empezaron a salir. En un momento sentí que tenía la necesidad de transmitir mis experiencias. En principio tenía la intención de hacerlo en clubes, colegios y fundaciones, con lo cual iba a los lugares a los que me invitaban y compartía charlas donde contaba mis vivencias, que algo que me hacía muy bien. En un momento me pidieron si podía dar una charla para una empresa, pero sinceramente pensaba que lo mío no era para una empresa, sobre todo porque pienso que aquel que trabaja 7 por 24 es un esclavo, cuando de lo que yo iba a hablar era de la vida…”, relata Martín, desde el living de nuestra casa en Lavalle 471, a donde nos visitó personalmente, acompañado de uno de sus guías.

“Lo que sucede es que en la actualidad las empresas necesitan que contemos este tipo de experiencias. Así fue que hice un curso de oratoria para ampliar el tema del discurso, cómo manejar las pausas, y cómo poder dirigirme a la gente, siempre teniendo presente que yo no veo al público y tampoco escucho muchas de las cosas que dicen, y por eso era difícil saber como desenvolverme. Pero el curso me vino muy bien y lo que empezó originalmente como una necesidad de transmitir mis experiencias para ayudar a otros sin quererlo se convirtió en mi principal trabajo. De hecho al día de hoy tengo más de 270 conferencias dadas, desde el año 2014. He pasado por lugares del interior y tenido que viajar muchísimo al exterior, porque más allá de mi experiencia de vida soy ingeniero en sistemas y coach», completa.

 

UNA HISTORIA DE VIDA

«Hasta los 5 años fui un niño muy feliz. Tengo tres hermanos más grandes, mis padres. La vida era normal, hasta que comenzaron los problemas auditivos y tuve que usar audífonos, algo que me daba vergüenza. Además venían todos los amiguitos y querían ver cómo era, algo que no era agradable para mí. A los 8 años comencé a tener los primeros problemas de visión: primero dejé de ver de noche, y tiempo después se me empezó a achicar el campo visual. Mis padres estaban desesperados por saber qué pasaba y recién cuando tenía entre 9 y 10 años se dieron cuenta que tenía síndrome de Usher. Pero previamente no entendían los motivos. Encima cuando consultaron sobre lo que había que hacer con la enfermedad les respondían que nada, o sea no hay nada para curar, a lo sumo había algunas cosas para tratar de evitar que avance, que muchos resultados no dieron. Mi vida siguió. En el colegio las clases se me hacían largas, porque cuando hablaba sólo el profesor y yo me sentaba adelante lo podía seguir: pero cuando en la clase tenían que hablar todos me perdía, porque necesitaba leer los labios para entender bien lo que no podía escuchar. Como en ese entonces veía me ayudaba muchísimo la labiolectura».

 

EN SILENCIO Y A OSCURAS

«A mi jamás me contaron que podía quedar ciego. Fue como que había en mi casa una negación de la enfermedad. La verdad es que tenía un papá muy sobreexigente y una mamá que siempre quería cuidar al nene. Entonces gracias a mi papá siempre planteé batalla; pero por otro lado sufrí mucho porque me exigía a mi mismo como si no tuviera ninguna dificultad, pero la dificultad existía, y todo me costaba el doble o hasta el triple que los demás. Lo que tuvo de malo eso es que empecé a engañarme mucho y engañar a los demás, porque trataba de aparentar que estaba a la par de los otros. Entonces si estábamos en una reunión grupal en la cual no escuchaba nada y alguien contaba un chiste y todos se reían, yo no lo escuchaba, pero para que pareciera que estaba en el tema me reía también. Cuando llegó la adolescencia, y todos mis amigos iban al boliche, yo iba con ellos, y ahí adentro no veía nada, no escuchaba, estaba perdido, pero no me podía quedar afuera. Entonces me pasó que hice muchas cosas que no disfrutaba, pero era para aparentar que era igual al resto, y eso fue algo que no estuvo bueno».

 

CONFIANZA CIEGA

«Trataba más de mostrarme fuerte que verdaderamente estar fuerte. Esa exigencia de mi padre me ayudó a estar en la jungla, pero en mi interior me costaba, mientras que la protección de mi madre hizo que tuviera todo el amor necesario, pero por otro lado parecía un inútil total, porque ella me solucionaba todo, o sea que todo ha tenido sus pro y sus contras. Allá por el año 2016 hicieron un libro sobre mi persona que se llamó «Confianza ciega». La escritora, durante todo un año, me hizo marca personal por todos lados, venía conmigo a las conferencias, a las competencias, pasó las fiestas con mi familia, entrevistó a compañeros de la primaria, secundaria y la facultad, amigos, guías, familiares. Cuando veía los apuntes de todo de lo que tomaba nota fue cuando me enteré de un montón de cosas de mí mismo; porque, por ejemplo, cuando doy una conferencia, a lo sumo escucho que la gente ríe. Pero ella escribía todo lo que veía que pasaba en la gente, de lo que generaba. Entonces le preguntaba si eso era cierto porque no lo podía creer. También contaba lo que sucedía a mi alrededor en otros lugares, o sea que fueron muchas cosas de las que no era consciente de que pasaban».

 

DE LÍMITES Y LIMITACIONES

«Quizás cuando estoy solo me puedo sentir un poco limitado, pero en equipo no me para nadie. En ese sentido tengo la gran virtud de armar equipos, sea con mi familia, con los que trabajan conmigo, con mis amigos, con mis guías; es como tengo la habilidad de complementame bien. Sé que estar conmigo a veces es un poco trabajoso, y por eso me las tengo que ingeniar para que siempre la otra persona, con ganas, me quiera dar una mano y no que piense que soy un hinchapelotas. Sé que depende de mí hacer ese esfuerzo. Es importante saber que no tiene nada que ver alguien que es solo ciego con lo que me sucede a mí, que además tengo hipoacusia severa, con lo cual uso audífono y escucho bien hasta un metro del lado izquierdo. Por eso en las reuniones grupales me pierdo casi todo, y si estamos en lugares con mucho murmullo, apenas escucho al que tengo al costado, o si alguien me habla muy cerrado o rápido me cuesta entender. Tengo muchas limitaciones por mi doble discapacidad, lo que no significa que por eso deje de ser igual: voy buscando las formas y los caminos alternativos para ir por lo que me propongo. Por otro lado sigo trabajando como ingeniero, ya que en forma remota con la notebook y el celular puedo seguir a full; además la tecnología está recontra avanzada para las personas con discapacidad visual, por lo tanto nosotros podemos establecer relaciones sociales con todo el mundo, y hasta escuchar el diario».

 

MARTÍN, DEPORTISTA EXTREMO

«De chico veía bien de frente, pero no tenía visión lateral, así que jugaba al fútbol, era arquero, un fenómeno en los mano a mano, pero cuando tiraban un centro salía para cualquier lado. Lo mismo cuando jugaba al tenis, ya que en el fondo de la cancha la única manera que tenía de seguir la pelota. A los 20 años, cuando ya se me había achicado mucho el campo visual y no podía hacer más deportes, sin embargo era muy seguidor del deporte profesional: miraba mucho la tele, iba a la cancha, pero no lo practicaba, o sea que lo único que hacía era comer y trabajar (risas). Una vez que me quedé ciego, después de estar un año literalmente tirado, deprimido, sin saber qué hacer, empecé a hacer un montón de actividades por mi hijo, y entre ellas el deporte, que fue donde encontré mi mejor terapia para salir adelante. Para los que no lo saben soy triatleta ironman, con lo que entreno casi todos los días, porque tengo que entrenar tres disciplinas que son el ciclismo, la natación y el running, y por lo general hago tres veces por semana cada disciplina. Tengo el orgullo de ser el primer argentino ciego y el único sordo-ciego en el mundo en completar un Ironman. Tenía como primer objetivo en convertirme en el primer ironman con discapacidad en conquistar los cinco continentes, algo que después de varios años, a fin del año pasado, lo logré, y desde entonces es como que entré en una zona de confort, aunque sigo participando de varias competencias. De hecho hace poco hice el Ironman de Mallorca, luego en Lima, otro en Panamá, y el fin de semana gané el Gran Fondo Argentina de Ciclismo. Pero como plato fuerte todavía no definí qué competencia de autosuperación quiero que sea el próximo paso. Para mí no se trata sólo del objetivo deportivo, de dónde quiero llegar, sino también cómo será el proceso, ya que para entrenar y todo dependo de mis guías, y por diferentes circunstancias mis guías habituales no están pudiendo acompañarme, con lo cual tengo que ver cómo me organizo para saber detrás de qué vamos”.

 

DE LO IMPOSIBLE A LO POSIBLE

“Vengo hace unos diez años trabajando, compitiendo y viviendo de una manera increíble. De hecho siempre dije que si hace quince años me hubiesen preguntado si era factible hacer el cinco por ciento de lo que he hecho, hubiera contestado que era imposible, que no hay ninguna chance. Y sin embargo lo hice. Es por eso que estoy convencido de que todos podemos un poco más. El tema está en la cabeza, en el autocompromiso, en tener la voluntad de intentarlo, y saber que cualquier cosa que intentemos, aunque no lleguemos a destino, no es un fracaso, es un aprendizaje, porque no todos servimos para todo. Es una cuestión de ir explorando a ver para qué cosas podemos ser buenos y para cuáles no. Originalmente empecé a hacer todo por mi hijo. Después me di cuenta de que con mi ejemplo inspiraba a otros, lo cual fue muy motivador. Eso es justamente lo que me da las ganas todos los días de levantarme para hacer nuevas cosas. Me gusta ser pionero y abrir el camino para que otros se den cuenta de que se puede. Porque muchas cuestiones parecen imposibles hasta que otros las hacen, y entonces, si en mi caso, sin ver, sin escuchar bien y sin tener equilibrio, puedo hacer tal y tal cosa, ¿por qué otros no lo van a poder hacer también…? Es una cuestión de proponérselo”.

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