Martín Hardoy: Hacia una Ley Nacional de Equinoterapia

El notable especialista en caballos habló esta semana en El Nuevo en Radio, donde nos habló, además de su pasión por los equinos, de su incansable acción para lograr la sanción de una Ley Nacional de Equinoterapia, para que esta clase de terapéuticas sea integrada al sistema de la salud pública en todo el territorio del país

 

El notable especialista en caballos Martín Hardoy, reconocido internacionalmente por sus técnicas de amansamiento, conocidas genéricamente como “doma racional”, habló esta semana en El Nuevo en Radio, donde nos habló, además de su pasión por los equinos, de su incansable acción para lograr la sanción de una Ley Nacional de Equinoterapia, para que esta clase de terapéuticas sea integrada al sistema de la salud pública del país.

“Los caballos son una pasión que tengo desde muy pequeño. Se dice que los hombres tenemos tres cosas que nos causan placer y relajación, y las tres tienen que ver con la supervivencia: la primera es el fuego, porque mirar el fuego te hipnotiza y te relaja; la segunda es el perro, porque en las épocas de frío no solamente calentaba sino que además permitía que durmieses tranquilo a la noche porque si venía un predador a cazarte, ladraba y te alertaba, y por eso es que está junto con el hombre hace cientos de miles de años; y después viene el caballo, que es un animal que se domesticó: aquel que lo tenía podía andar mucho más rápido y eso le permitía escaparse de lo que fuera. Esas cuestiones no tienen que ver con que hayas tenido campo ni con que tu padre haya andado a caballo: posiblemente haya algún motivo genético. En mi caso desde muy chiquito tenía una atracción muy grande por los caballos y fue a los 3 años cuando me subieron por primera vez”, relató Hardoy, en el aire de la FM92.5.

Así, prosiguió, “esa pasión fue aumentando, fui leyendo y aprendiendo, tomando cursos y demás, y fui montando por diferentes lugares: por la zona de Rojas, Salto, Junín, Pergamino, Lincoln, y mayormente lo hacía en el campo de mi papá, cerca de Agustín Roca. Monté en montones de jineteadas y domé caballos en los actos tradicionales, hasta que en uno de ellos tuve un accidente donde el caballo se me cae encima, lo que me generó un desplazamiento de la última vertebra lumbar y me tuvieron que operar”. Aunque no lo comenta, su lesión fue tan grave que llegó a amenazar no sólo su trabajo como jinete, sino su propia movilidad. Afortunadamente, se recuperó.

Este fue un momento clave: “A raíz de eso comencé con un proceso de cambio al cual llamé ‘doma racional’. Digamos que empecé a usar más la cabeza. Por eso es que pensar que voy a amansar un caballo a los golpes para que después sea mi amigo, es medio ridículo, aunque se puede llegar a entender en cierta manera ese comportamiento porque la gente de campo vivía hace muchos años en un lugar hostil, y esa vida hostil hizo que el hombre de campo y el domador fuese agresivo con el caballo. Tras mi operación tuve que cambiar esa manera de manejarme con los caballos, y fue algo que me cambió la vida, porque comencé a buscar métodos  no violentos. Así que desde hace 32 años me dedico a enseñar a lo largo y lo ancho del país métodos no violentos de doma, y a la vez doy cursos de prevención de accidentes”. Y se produce un nuevo hito: “El mundo del caballo me llevó también a darles charlas a padres de chicos con discapacidades, y entrando ya en el mundo de la equinoterapia”.

 

LA EQUINOTERAPIA

“En esas primeras instancias lo que primero se escuchaba eran las frases comunes: que había que tener cuidado con las patadas del caballo, con no subirse porque se iban a caer: o sea que el caballo era un sinónimo de que había que tener cuidado, y la gente que llevaba su hijo con discapacidad a una institución para que lo trataran y así mejorar su calidad de vida también tenía esos temores. Tuvimos que trabajar con los caballos para corregirlos si es que tenían algún problema y hacerlos útiles para la equinoterapia, y luego llevamos la charla para el lado de la explicación a los padres de los beneficios que tenía, entendiendo que de la parte médica no puedo hablar porque no me corresponde, aunque si luego me fui interiorizando en varias cuestiones. Me fui metiendo en el mundo de la equinoterapia y la pasión fue creciendo cada día más, sobre todo al ver cómo los chicos van mejorando su calidad de vida con esta forma de terapéutica”.

 

HACIA LA LEY NACIONAL

“Armamos casi por casualidad un grupo de WhatsApp que se llama RAE, que es la Red Argentina de Equinoterapia, donde nos juntamos 250 centros de equinoterapia del país, y dentro de ese grupo fuimos buscando los distintos profesionales de la salud y especialistas en el mundo del caballo, los que hacía más tiempo que estaban, los que mejor trabajan. Con ellos, durante los dos años de pandemia, nos juntábamos en reuniones por Zoom y empezamos a discutir punto por punto cada una de las cosas que debía tener una ley. La actividad necesita una ley porque lo que más se quiere es que esté controlada. Hay una gran cantidad de personas en el mundo que dicen que brindan equinoterapia y que van a los municipios a pedir auspicios, ayudas y demás, y a veces son buenas personas, con buenas intenciones, pero que no están preparadas para brindar nada de este tipo. En este sentido, cuando hablamos de equinoterapia, hablamos de algo terapéutico; y todo lo que es terapéutico tiene que estar bajo el halo de un profesional de la salud, de lo contrario no hay terapia. No hay terapia cuando un señor tiene un animal mansito y quiere subir a un chico con síndrome de Down: en ese caso lo que hace es equitación recreativa, como la podemos hacer cualquiera de nosotros cuando damos un paseo, pero allí no hay nada terapéutico. Terapéutico es cuando estamos vigilados por un profesional de la salud, del área de Salud Mental, ya que solemos trabajar con chicos con TEA, también hay chicos y adultos con problemas neurológicos, personas con ACV, que suben a un caballo para tratar la parte inmóvil”.

 

LOS EFECTOS DE LA TERAPIA

“En los casos de quienes reciben equinoterapia para tratar partes inmóviles, lo que sucede es que, cuando los sentamos en un caballo y éste camina, el cuerpo siente los mismos movimientos que nosotros sentimos cuando vamos caminando, porque el movimiento tridimensional del caballo copia la acción de modificación hacia adelante y hacia atrás, izquierda-derecha, arriba-abajo, y la persona copia ese movimiento y se rehabilita como si fuese con una máquina. En cuanto a las personas con parálisis cerebral y que tienen sus músculos rígidos, en el caballo empiezan a relajar esa musculatura y mejoran la posición arriba de la silla de ruedas. Además, algunos chicos que tienen problemas de babeo empiezan a cerrar la boca, porque empiezan a trabajar la musculatura de la cara. Parece increíble que algo tan simple como andar a caballo nos brinde tantos beneficios. Durante mucho tiempo recibíamos a una señora que era jueza y tenía alrededor de 60 años y había quedado con una hemiplejia por un accidente de autos. Ella tenía su cerebro funcionando perfectamente, y venía en su silla de ruedas para montar a caballo dos veces a la semana, y así se fue recuperando en cuanto a sus movimientos y el trabajo del cuerpo en general, porque hasta le mejoró el rendimiento de sus intestinos, y gracias a andar a caballo podía ir al baño, porque a muchas personas les pasa que no pueden ir al baño por determinado problema que a lo mejor no es tan importante pero que para hacer sus necesidades tienen que tomar una pastilla, así que hasta en esas cuestiones funciona. En este marco es para destacar que funciona para la tercera edad, porque una vez que estamos en ese tránsito de la vida aparecen ciertas discapacidades: uno no se puede mover tanto, duele la cintura, aparecen otros inconvenientes, ya que no es el mismo cuerpo que teníamos cuando éramos jóvenes, y por eso hay que hay que rehabilitarlo para que funcione. En ese aspecto la equinoterapia funciona un montón”.

 

APRENDER A CABALLO

“En el caso de la equinoterapia también tenemos la parte educativa, y como hemos logrado que los chicos de la Escuela Especial (de Junín) vengan al predio, también trabajamos con ellos. En este caso la tarea tiene que ver con el estímulo, ordenarlos; todo lo que en la casa se hace difícil, frente a un caballo se hace más fácil, y utilizamos diferentes juegos, como por ejemplo asear a los caballos, que significa un paso muy importante porque ellos luego saben por qué se tienen que bañar, y ahí le agregamos también cómo vestirse, y lo hacemos mediante el modo de poner una montura, que tiene su parte de atrás y de adelante, y así van aprendiendo cómo ponerse los zapatos, de qué lado va un pantalón, cuestiones que después favorecen su desempeño en la vida diaria”.

 

HACIA EL FUTURO

“Necesitamos que la actividad sea regulada, y queremos que las obras sociales ayuden en este tipo de terapias, porque muchas veces únicamente apoyan este tipo de terapias bajo la obligación o un recurso de amparo, para lo cual los abogados de las familias tienen que presentarse ante un juez para que después llegue el aporte. Mientras tanto nosotros tenemos que garantizar que el servicio de equinoterapia esté preparado para llevar adelante la tarea, que haya un equipo interdisciplinario preparado, con alguien que sepa de caballos, alguien que sepa de salud y de educación, porque estas tres disciplinas nos van a permitir recibir a los chicos. Además las familias saber que no van a correr riesgos ya que el tratamiento que van a llevar adelante es el correcto. Sabemos que la ley en cierto sentido puede bloquear a algunos centros de equinoterapia, pero será a aquellos que ni siquiera cuentan con un médico clínico, ni siquiera una terapista ocupacional, o sea que termina siendo alguien que lo hace por buena voluntad, y no queremos que esos centros dejen de funcionar, sino que lo sigan haciendo, pero trabajando con profesionales de la salud en sus equipos, y así luego presentarnos a las obras sociales para decirles que si nos ayudan vamos a poder tener a los chicos trabajando junto a los caballos con la guía profesional que corresponde”.

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