El Papa Francisco comenzó con su visita de tres días a Hungría, en la que mantendrá encuentros con personalidades religiosas, sociales y políticas.
En su segundo viaje del año, el Papa Francisco pidió este viernes en su llegada a Hungría que se haga valer la Constitución del país en una apertura a los demás, en medio de los debates en el país por el rechazo del premier Viktor Orban a la recepción masiva de migrantes.
«Pensando en Cristo presente en tantos hermanos y hermanas desesperados que huyen de los conflictos, la pobreza y los cambios climáticos, necesitamos afrontar el problema sin excusas ni dilaciones», reclamó el Sumo Pontífice.
El mensaje del Papa, quien llegó a Budapest para una visita de tres días durante la que mantendrá encuentros religiosos, sociales y políticos, pareció una respuesta a las políticas de Orban, un dirigente conservador, con posturas antimigrantes, antisemitas y contrarias a las parejas homosexuales.
«Por eso es urgente, como Europa, trabajar por vías seguras y legales, con mecanismos compartidos frente a un desafío de época que no se podrá detener rechazándolo, sino que debe acogerse para preparar un futuro que, si no lo hacemos juntos, no llegará», pidió.
En ese marco, el Papa fue explícito al reclamar un cambio de actitud frente a los migrantes y refugiados al destacar que de los valores cristianos que defiende Orban no sólo se desprende la riqueza de una identidad sólida, sino la necesidad de apertura a los demás, como reconoce la Constitución, antes de citar párrafos de la Carta Magna húngara que reconocen el respeto a culturas diversas y minorías nacionales.
«Esta perspectiva es verdaderamente evangélica, tanto que contrasta una cierta tendencia a veces justificada en nombre de las propias tradiciones e incluso de la fe a replegarse sobre sí», agregó Francisco.
El Papa luego mostró posturas más cercanas a Orban al referirse a debates actuales de Europa y al rechazar el camino nefasto de las colonizaciones ideológicas, que eliminan las diferencias, como en el caso de la denominada cultura de la ideología de género, o anteponen a la realidad de la vida conceptos reductivos de libertad.
«En este momento histórico Europa es fundamental. Porque ella, gracias a su historia, representa la memoria de la humanidad y, por tanto, está llamada a desempeñar el rol que le corresponde: el de unir a los alejados, acoger a los pueblos en su seno y no dejar que nadie permanezca para siempre como enemigo», planteó.
En ese marco, Francisco llamó al continente a encontrar el alma europea con «el entusiasmo y el sueño de los padres fundadores, estadistas que supieron mirar más allá del propio tiempo, de las fronteras nacionales y las necesidades inmediatas».
En otro pasaje de su discurso, en un contexto de guerra en la martirizada Ucrania, el Papa sostuvo, sin embargo, que en el mundo en que vivimos, «la pasión por la política comunitaria y por la multilateralidad parece un bonito recuerdo del pasado».
«En general, parece que se hubiera disuelto en los ánimos el entusiasmo de edificar una comunidad de naciones pacífica y estable, delimitando las zonas, acentuando las diferencias, volviendo a rugir los nacionalismos y exasperándose los juicios y los tonos hacia los demás», lamentó.