ESTUVO EN EL HOT ROD

Chelo Bamondez: Viajero y filósofo de las rutas

Enorme personaje, participó con su histórico rat del último Rojas Hot Rod y, acompañado del impulsor del evento, Juan Pedro López, nos visitó en Radio Rojas

 

Chelo Bamondez, chileno, es un enorme personaje que, desde hace tiempo, le encontróa la vuelta a su vida viajando por las rutas a bordo de su fiel rat, con el cual estuvo hace algunas semanas participando del último Rojas Hot Rod. Acompañado del impulsor del evento, Juan Pedro López, nos visitó en Radio Rojas y, cuando le preguntamos por qué se había lanzado a las rutas, nos contó que “me di cuenta de que se me estaba escapando la vida en mi casa. Eso por un lado, y por el otro, siempre fui un amante de los fierros, viendo mucho la cultura norteamericana de cómo hacían las motos, autos rat, hot rods… Veía las motos con el motor Chevrolet V8 por las redes, hasta que me animé a fabricar una y hoy la tengo en Punta Arenas”.

“Otra cosa que veía que hacían era los rat, así que también fabriqué uno, hasta que apareció el Mendo Ceballos, que es de Río Grande y me dijo que él tenía uno y que nos podíamos ir a la provincia de Buenos Aires, más precisamente a Azul, donde había un encuentro de Hot Rod, así que enganchamos los rat en los carros y nos fuimos por tierra, hasta que llegamos y me surgió la idea de hacerlo directamente con los rats. En medio de esto tenía 52 años y la vida se me iba viendo tele y trabajando con los autos: ahí me di cuenta de que todos tenemos dos vidas y que la segunda vida la empezamos a vivir cuando nos damos cuenta que tenemos una sola”, reflexionó, en El Nuevo en Radio.

A ese respecto, reflexionó, irónico, que “la gente, cuando ve que uno anda solo, te mira como a un bicho raro, pero es porque ellos no viajan; pero no lo hacen porque no quieren y porque cortar las cadenas de lo material les resulta difícil: empiezan a pensar con quién dejan la casa, la heladera, me van a robar… Están tan encadenados que no pueden salir”.

Y añadió: “En mi caso, vivo en una casa muy modesta, y le digo a mis hijos que si con sus amigos un día la queman se queda con nada, que a mí no me interesa, porque yo ya tengo la mía, ya rompí la cadena con lo material: mientras menos tenemos, menos problemas nos hacemos”.

Ya ha realizado varias travesías a bordo de su rat, y nos contó a ese respecto que “el primer viaje largo fue por ego, no fue porque fuera mi sueño o porque quisiera irme a Alaska. Surgió cuando me fui de Punta Arenas a Río Gallegos, el rat llamaba la atención con el pequeño tráiler y la moto V8, éramos la guinda de la torta, hasta que llegó un tipo que había hecho la ruta 40, con una Chevy que no tenía grandes lujos, pero así y todo me quitó protagonismo, es como que me tocó mi ego, que es muy grande, así que hice la 40, hasta que fui a otro encuentro y otro viajero me volvió a quitar protagonismo porque el tipo había hecho Alaska. ¡Entonces no me quedó otra que hacer Alaska! Pero también fue por el ego, y es ahora recién cuando estoy cumpliendo mi sueño, que es del alma, que se trata de ver a mis amigos, conocer gente, o darle una mano a aquellos que nunca han subido a un rat, Me he permitido subir a personas que han tenido enfermedades terminales, también gente que está en diálisis, que tiene cáncer, jóvenes, niños, mujeres, personas que el universo me está poniendo en el camino, personas que se han bajado con lágrimas en los ojos de agradecimiento por haberlos llevado”.

Y explica: “La misma ruta te va enseñando que de repente eres muy falso, de repente no eres honesto contigo mismo; y una vez que empiezas a trabajar en tí te das cuenta que ya no puedes hacer planes a más de treinta días, porque el tipo que me diga que va a vivir treinta días y que tiene un contrato de vida con el tata Dios me miente. Es así que cada mañana sé que ese mismo día puedo morir, y cuando tú dices eso y al fin termina el día, cada día termina siendo un regalo, y los problemas desaparecen”.

Por eso, afirma, “este viaje se ha convertido en algo más espiritual, y en la medida que vamos avanzando con eso, conociendo gente, las cosas se me van haciendo más fáciles, porque ya no estoy preocupado en lo que puede pasar de aquí a seis meses: hay que ocuparse de pagar nuestras cuentas, de qué vamos a comer la próxima semana, pero mi sugerencia es preocuparnos a no más de treinta días en adelante. Así lo vivo yo, que me siento un bendecido, porque no hay nada más hermoso que no saber en ruta cuántos kilómetros vas a andar, dónde vas a dormir, a quién vas a conocer y qué ciudades vas a ver, y eso es realmente emocionante”.

Al preguntarle si en alguna oportunidad no había sido bien recibido o había experimentado algún problema, nos dijo que “hay gente que no te trata bien pero lo hace por envidia; cuando eres atacado es porque ellos no pueden llevar una vida así y te basurean. Y yo lo que puedo decir es que si alguien habla mal de nosotros o de cualquiera, y nos basurea, no hay que enojarse, porque ese mismo tipo que tiene envidia de ti está enfermo, no le puedes tener rabia: le debes tener lástima. Por eso hay que acercarle la amistad, porque esa es la única manera de sanar a una persona envidiosa, mostrarle que no te afectan sus comentarios”.

 

VIAJERO EN TRÁNSITO

“Muchas veces salgo a la ruta a las 7 de la mañana, por ejemplo en Canadá, donde llegué a hacer 700 kilòmetros en el día, y empiezo a la mañana con una sonrisa al acordarme de situaciones graciosas que me pasaron el día anterior, pero luego al mediodía me corren las lágrimas porque me voy acordando de mi familia; a la tarde vuelvo a reirme, a la noche me vuelvo a caer: paso por todos los estados, pero no hay como la soledad para conocerse y despojarse de muchas cosas que están de más. El dicho de los viajeros es “tu casa es mi casa“, o sea que si alguien el día de mañana va a mi casa no hay que pagar alquiler ni nada. El pago es el hecho de contarnos experiencias entre los mismos viajeros, la pasamos muy bien, y cuando uno ha viajado mucho le puede ayudar a otro a resolver problemas, como por ejemplo pasar el Tapón del Darién, que es una zona terrible y lo tuve que pasar en ferri, pero ahí caes en las garras de la sociedad portuaria de Cartagena y ellos te cobran bandas de dinero porque quedaron con el monopolio. No creo ser un filósofo de la ruta; de filosofo no tengo nada, sino todos los que viajamos lo seríamos. Yo creo que no necesitas viajar para darte cuenta ciertas cosas, creo que quieto o viajando sábes bien el camino por el que tienes que ir y son cosas elementales, como ser honesto con uno mismo, no hacer a la otra persona lo que no te gusta que te hagan; ese tipo de cosas que van alimentando el conocimiento y el crecimiento como ser humano, nunca dejando para mañana lo que puedas hacer hoy”.

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