Adiós, Los Truenos… Bienvenido, tomógrafo

La legendaria banda local, nacida a finales de los ’60 y que marcó una época en la historia de la música local y de una amplia región, brindará dos shows exclusivos, a modo de despedida, con artistas invitados, hoy sábado 29 y mañana domingo 30, desde las 21 horas, en el Italia, y por el tomógrafo

 

Los Truenos, la mítica banda rojense nacida en los ’60, ofrecerá hoy y mañana dos shows únicos y exclusivos, para sellar su despedida definitiva de los escenarios tras décadas de trayectoria, en el Italia, para sumar su aporte a la campaña pro tomógrafo.

La despedida de Los Truenos, además, significa el adiós a una banda que marcó toda una época no sólo a nivel local, sino en toda una amplia región. Banda, además, por la que han pasado algunos de los mejorcitos músicos rojenses: Carlitos Cabezón, Cacho Carrizo, Juanchi Granelli, más los históricos pilares del grupo: Miguel Scalise, Héctor Pieters, Miguel Rodríguez y el gran Néstor Delgado. Cita imperdible, por cierto, la de esta propuesta, para recordar además a los que pasaron por Los Truenos y hoy no están lo cual incluye, por supuesto, el recuerdo para el histórico animador de la banda, el inolvidable Huguito Candela.

Los Truenos, con sus integrantes actuales (Héctor Pieters en batería, Miguel Scalise en bajo, Miguel Rodríguez en teclados y Néstor Delgado en voz), ha venido ensayando a full para su histórica despedida, y la verdad es que los muchachos están en excelente forma y con toda la manija para el doble recital del Italia.

Allí estarán acompañados en las dos veladas por Sofía Oviedo y Ariel Fullana & 69.G. Además, funcionará también en ambas noches un esmerado servicio de buffet. Para la materialización de esta fiesta musical y solidaria, aunaron esfuerzos el Gobierno de Rojas, la comisión directiva del Teatro Italia, y el Rotary Club de Rojas.

 

PIETERS Y RODRÍGUEZ Y

LA HISTORIA DEL GRUPO

Hace algunos días, en la previa del evento, pasaron por los estudios de Radio Rojas dos de los integrantes históricos de la banda, Héctor y Miguel, quienes relataron la historia del conjunto en El Nuevo en Radio.

“Con  Miguel Rodríguez, en la última etapa de la secundaria, habíamos armado un conjunto de cumbia, que eran Los Cumbaleños; pero después nos invadió la música beat y el rock, y allí se plantó Miguel ante el grupo y dijo que si no cambiábamos, desaparecíamos. En ese momento los demás integrantes eran Hugo Zambuto, Marcelo Díaz y Juanjo Eroles, así que buscamos ese cambio, pero algunos no quisieron seguir”, recuerda Pieters respecto del origen de la banda.

Pero el proyecto tomó forma rápidamente. “Éramos una banda muy profesional, sobre todo por la manera en la que nos vestíamos y presentábamos, lo que en definitiva era una forma de respetar al público. Siempre pensamos en ir presentables y con un buen repertorio, que es lo que nos permitió seguir muchos años, porque en definitiva es tu repertorio lo que lleva a que la gente te siga. Incluso estábamos siempre con las últimas canciones, que no aparecían en la televisión, sino que se escuchaban sólo por la radio. Escuchaba Radio Colonia, donde tenían un programa Los Iracundos, así que al momento de que aparecía una nueva canción la grababa y copiaba la letra para después sacarla con el acordeón, porque en los primeros tiempos, no tenía órgano, y la primera vez que toqué uno fue prestado por un grupo, que eran Los King, de Junín”, surge en ese punto el recuerdo de Miguel.

Y la banda sí que fue un semillero. Porque mencionamos al pasar que estuvo en los orígenes de Los Cumbaleños-Los Truenos, nada menos que Marcelo Díaz, notable tenor rojense que llegó a ser integrante del prestigioso Cuarteto Zupay, acaso en su mejor formación y principal etapa de producción discográfica. Díaz, hasta donde sabemos, se exilió en España en la dictadura. Pero también estuvo Juanchi Granelli, quien luego sería un reconocido intérprete profesional de tango, con presentaciones televisivas y giras internacionales. Y también fue parte de la banda otro grande de la música local, Cacho Carrizo. “Fue un orgullo para nosotros que muchos se hayan transformado en grandes músicos. Creo que en general se había formado algo muy bueno, y por eso existía ese reconocimiento del público, que llenaba en todos los lugares a los que íbamos, tanto en Rojas como en las localidades y parajes y también en muchas ciudades de la región”, comenta Miguel en ese sentido.

Pieters, por su parte, recuerda sus días en la ruta: “Había una persona que tenía una estanciera, que reunía a un grupo de mujeres que nos seguían a todos lados, eran fanáticas. Ya sabíamos al momento de llegar a cada lugar que si estaba la estanciera al menos diez personas había (risas). Después también pasó que se formó una linda rivalidad con otra banda de la zona que eran Los Telonios, no tanto de nuestra parte, sino de la gente, que decían que unos eran mejores que los otros y viceversa”, cuenta, a lo que Miguel añade que “mi hermano (Julio) era el que nos llevaba a todos los bailes, en tanto el que hacía todos los contactos era Hugo Candela, que venía de la Jazz Casco y tenía una experiencia bárbara, conocía a todos en todos lados. En los primeros bailes agarrábamos sin saber que él no sólo nos ofrecía, sino además les decía a quienes nos contrataban que si no les gustaba la orquesta que no nos pagaran, aunque de eso nos enteramos con el tiempo (risas)”.

“Tuvimos la oportunidad y la supimos aprovechar, porque gracias al grupo algunos de nosotros pudimos hacer nuestros estudios, y por eso me siento más que agradecido. Hasta diría que llegamos a ganar un buen dinero en algún momento”, aporta Héctor, por su parte, encuadrando a la banda también como un medio de lograr algunos recursos económicos.

Con esto coincide Miguel: “Para lo que era ese momento, la plata era importante. De hecho, personalmente ganaba bien en el banco en el que trabajaba, pero ganaba más en la orquesta que en el banco. Pero nosotros no lo hacíamos por eso, porque lo que se ganaba se invertía en equipos, en ropa, todo para presentarnos de la mejor manera al público. Incluso le compramos instrumentos directamente a Los Iracundos, con quienes tocamos varias veces y nos hicimos amigos, eran mis ídolos y muy buenas personas”.

Pero sostener una banda y un trabajo o estudios en forma simultánea no es sencillo: “Al tercer año de la banda algunos no pudimos continuar, creo en mi caso por ir por una vida más tranquila y de menos viajes, de todos modos con reemplazantes y demás, pero como lo hacíamos de corazón tratamos de continuar hasta donde pudimos, hasta que las cuestiones personales de cada uno, como el trabajo o el estudio, prácticamente nos obligaron a dejar de viajar”, comenta Héctor.

Es que el ritmo de trabajo era frenético: “Había fines de semana que arrancábamos los jueves y hasta el domingo no parábamos. Íbamos ensayando durante los mismos viajes. Hemos llegado a hacer un promedio de 150 bailes por año, y para fin de año arrancábamos el 20 de diciembre y terminábamos el 6 de enero, y después estábamos todos los días de carnaval”, observa Miguel.

En ese sentido, le dedicó un recuerdo especial al manager y animador de la banda, Hugo Candela: “Era el alma mater del grupo, nos daba una energía tremenda. Y además por supuesto que tenía esa virtud de caer bien en todos lados. Otra característica que tenía era que invariablemente se le acercaban todos los que estaban pasados de copas (risas). También era un ‘mago’ para las rifas, lo que nos permitió a la postre comprar el juego de luces, que lo armó Miguel (Scalise), algo que no muchos usaban porque era complicado de llevar, y por eso las contrataciones eran con o sin luces».

“Fue así hasta los años ‘80 cuando ya Candela no pudo seguir y a Néstor se le complicó por temas personales. En mi caso quería terminar con la orquesta, aunque no quería dejar en banda al resto de los muchachos. Entonces seguimos con (Marcelo) Ramallo en la batería y con Cacho Carrizo también, hasta que en el ‘87 cuando tuve mi segundo hijo y ya no pudimos seguir. En ese momento era el que arreglaba los bailes, el animador, un poco de todo. Además pasó que ya no se ganaba lo mismo porque los clubes no organizaban más los bailes, sino que lo hacían terceros que te contrataban y si les iba bien te pagaban, y si no costaba cobrarles, así que no quisimos seguir renegando», explica Miguel.

Con esto coincide Héctor, quien además señala que “las bandas en vivo estaban pasando de moda”, no obstante lo cual aseguró que “no podemos negar que nos hemos divertido muchísimo, el grupo fue fantástico, y por supuesto han quedado miles de anécdotas, de hecho han familias que se han formado con Los Truenos, así que tendríamos que ser padrinos de algunos matrimonios, sin duda (risas)».

Respecto de este doble concierto de despedida de Los Truenos, y sobre todo, de su propósito concretamente benéfico y solidario, Pieters destaca que “es algo que está en nuestra forma de ser: sabemos que la ciudad de Rojas tiene sus necesidades, y en este caso conocemos que hay un proyecto en marcha y ahí queremos estar, y queremos cumplir dos objetivos: por un lado ayudar a la campaña pro tomógrafo, y por otro, lo que será nuestra despedida. Ambas metas se resumen como una forma de devolverle a la gente todo el cariño que nos supo brindar durante los años que duró la banda».

Compartí esta nota