Un nuevo informe del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (UCA) arrojó que la pobreza se ubicó en el 44,7% en el tercer trimestre del año, una cifra similar a la del 2020, y la más alta desde 2006, cuando trepo al 41,2%.
Sin embargo, si se mira la pobreza desde una óptica multidimensional, el informe de la Universidad Católica Argentina concluyó que el 67% de la población sufre al menos una carencia, debido a la alza de precios, la falta de empleo de calidad, de inversión, y la inestabilidad macroeconómica en general.
Además, casi la mitad de la población recibe algún tipo de asistencia del Estado, por fuera de las jubilaciones y las pensiones. “Sin planes sociales, la indigencia saltaría del 9,6% al 20,8% y la pobreza del 44% al 49%“, remarcaron en el informe.
En ese contexto, con cifras socioeconómicas demoledoras, el director del Observatorio de la UCA, Agustín Salvia, aseguró que “más allá de quien haya resultado ganador en las recientes elecciones presidenciales, el proceso de ajuste de precios relativos, más lento o más rápido, era inevitable“.
“Ya que sin una baja brusca de la inflación no hay chances de que aumente la inversión privada y el empleo estable, para dar paso a una gradual baja de la pobreza y la indigencia“, explicó Salvia.
En esa línea, Salvia anticipó que “con una inflación mayor en 2024, la pobreza aumentará y con ella la precariedad del empleo y los ingresos“. “Los más afectados, serán aquellos sectores que están a punto de caer en la pobreza“, advirtió.
“El creciente gasto social no ayudó a resolver ninguna de las causas de la reciente debacle socioeconómica, pero sí contuvo una explosión social”, puntualizó Salvia y añadió: “La suba de 2 o 3 puntos en la pobreza que se puede prever para el año próximo no necesariamente se trasladará a un fenómeno similar al del 2001 por la estructura institucionalizada de esas prestaciones“.
En ese sentido, el Observatorio de la UCA, que comenzó a realizar sus mediciones en 2004, consideró que el modelo económico surgido tras la explosión de la convertibilidad, basado en el consumo y no en el desarrollo con inversión, está “agotado”.
“Estamos en un fin de ciclo post convertibilidad organizado en base al consumo con alta inflación, que se estancó y necesita un cambio como se observa en los últimos 3 años”, señaló Salvia.
En detalle, Salvia abundó en las causas y las consecuencias de este agotamiento de ciclo económico y le restó importancia a las excusas vertidas por los diferentes gobiernos sobre la importancia de los shocks externos en este tobogán.
“La pobreza es una consecuencia de políticas fallidas y hay una necesidad de cambios estructurales con modificación de las reglas de juego: en promedio desde el año 2000 el PBI per cápita creció 0,7, insuficiente frente a los desafíos que ya había en 2001″, precisó Salvia.
Uno de los motivos, explicó Salvia, es que “el empleo se mantuvo estancado, con niveles raquíticos y un carácter regresivo por la caída del salario real, solo en el primer semestre del 2023 cayó 8,3% el salario”.
Según el titular del Observatorio de la UCA, para comenzar a torcer esta trayectoria, “el país debería tener niveles de inversión superiores al 23%, frente al 19% actual, que rebotó respecto de las tasas previas por Vaca Muerta”.
“La estabilización macroeconómica es clave, primero habrá un periodo de ajuste de los precios relativos, saneamiento y negociación de las deudas“, dijo Salvia y cerró: “Si el gobierno es exitoso en esta etapa puede tener un efecto de reactivación económica potencial, pero en este proceso habrá puja distributiva y los más pobres deberían ser los más cuidados para evitar desbordes en el sistema institucional”.