Axel Kicillof no fue candidato este domingo, pero fue el gran ganador de la elección más importante de la era de Javier Milei en el poder: lo transformó en un incipiente presidenciable, con la gestión y la estrategia políticas reivindicadas y un golpe al cristinismo en la interna que cimienta la expectativa de quedarse con la conducción del peronismo.
El primer motivo por el cual esta fue la elección de Kicillof es que para llegar a ella, el gobernador se aminó a lo que ningún líder surgido del kirchnerismo se había animado hasta ahora: desafió a Cristina Kirchner y triunfó. Fue la estrategia del desdoblamiento, que resultó más que efectiva, todo lo contrario de que decía la expresidenta.
En un peronismo en el que faltan lo líderes que unifiquen, Kicillof sacó un boleto para 2027: es quien le puso el primer límite claro y concreto a Milei y lo transforma en una especie de “primus inter pares” en el grupo de líderes peronistas que hasta ahora reportaban a Cristina Kirchner, un activo importante de cara a la construcción de una candidatura.
Kicillof priorizó la unidad con herramienta de construcción política de cara a lo que viene: le reconoció a Cristina y a Sergio Massa haberla hecho posible, al tiempo que excluyó de esas menciones a Máximo, después de Milei el otro gran perdedor de la noche.
Habrá que ver cómo reaccionan los mercados, pero la derecha en el poder se asoma a una transición peligrosa hacia hacía el 26 de octubre, un período corto pero plagado de acechanzas para el gobierno, que podría agravar su crisis.