La Biblioteca Nacional renueva su acervo de libros pensados para las infancias

(Por Dolores Pruneda Paz) La Biblioteca Nacional renovó el acervo editorial para primeros lectores con la reimpresión y ampliación de «Quelonios», la primera colección dedicada a la literatura infantil de la institución y que ahora vuelve a librerías de todo el país con antologías de algunos de los autores más emblemáticos de Argentina y Latinoamérica y con nuevos relatos de escritores inéditos en este campo como María Pía López y Julián López; a lo que se suma la serie «Guardianes de la cultura», que reúne 23 cuentos de niñas y niños de escuelas rurales de todas las provincias.

Ilustradas con los acrílicos y lápices de colores de Mey y con las plastilinas de Mariana Ardanaz, las series «Antologías de Cuentos Infantiles» y «Chiquitos de América Latina», respectivamente, rescatan más de 30 autores que van de Ema Wolf, Adela Basch y Paula Bambara a Gustavo Roldán, Luis Pescetti u Horacio Quiroga en el caso argentino; y de Dora Alonso (Cuba) a Elena Poniatowska (México) y Clarice Lispector (Brasil).

Las nuevas incorporaciones son las de María Pía López y Julián López. Ella es socióloga, docente y ex directora del Museo del Libro y de la Lengua. Él es docente, poeta y novelista él. El único parentesco que tienen es haber escrito siempre para adultos y ahora amplían por primera vez su rango lector hasta llegar a los niños.

«¿Quién le pone nombre al gato?» y «Un cuento lleno de problemas», respectivamente, son los lanzamientos de la nueva serie Otros cuentos, ilustrada con los collages de Cecilia Codoni.

«Hacía mucho que venía con ganas de escribir un relato en el que una nena todos los mediodías abandona el almuerzo familiar y se va a la ventana a ver pasar un témpano. Tenía sólo esa idea y quería que fuera sólo esa idea: nada que contar, mostrar a esa nena asistiendo a una cita privada, arrobada por un témpano», cuenta a Télam Julián López, escritor de obras inquietantes y poéticas como la novela «Una muchacha muy bella». Como no escribo habitualmente para niños, guardaba la idea, hasta que apareciera la oportunidad -comenta-; otra de las motivaciones para esta escritura fue la convocatoria de la Biblioteca -asegura el autor de libros ‘adultos’ como ‘El bosque infinitesimal’. Me llenó de alegría, soy un escritor argentino y que me convoquen para escribir algo para la Biblioteca Nacional lo vivo como un privilegio enorme».

El cuento «¿Quién le pone nombre al gato?» surgió, en cambio, «de una experiencia adulta -cuenta María Pía-, en general ninguno de los momentos de escritura de ficción, para mí, parten de la imaginación absoluta de una escena, de una lengua o de un personaje, sino de tomar algo que conozco y de ir hacia otro lado». En general, «los momentos más lindos fueron cuando más se distanciaba la escritura del punto de partida: entonces este libro que empezó jugando con un punto de partida real, que fue la convivencia con mi gato Teo, después fue pura imaginación».

Otras miradas

«La idea fue posibilitar la creación de algo nuevo, encontrar otras formas de mirar y que algo inesperado, improbable, ocurra», resume Rita Fernández, corresponsable de la colección «Quelonios» junto a Juana Orquin y Gabriela Mocca, surgida en 2010 para cubrir un espacio desierto. «Nuestras publicaciones estaban destinadas a un público adulto -remarca-, faltaba una mirada hacia las infancias», los destinatarios más jóvenes que tenía cualquiera de las colecciones de la biblioteca no bajaban de los 13 años.

La colección infantil del sello de la Biblioteca Nacional se materializó durante la gestión de Horacio González, quien motorizó numerosísimas publicaciones. El objetivo de estas en particular fue «suscitar y promover la creación de nuevos lectores y lectoras, apelando a la memoria de nuestro país» en materia de lectura, explica Fernández.

El nombre «Quelonios» fue una idea de González, era el nombre de la librería de un viejo amigo suyo exiliado en Brasil y en la contratapa de la primera serie se refirió a esas tortugas como «animales que podríamos imaginar testigos absolutos de la historia de la humanidad».

Después escribió: «Con esta colección de cuentos, compartidos por autores argentinos como una nueva muestra de amistad, en la Biblioteca Nacional vislumbramos un momento de lectura para niños y mayores, con el mismo ánimo de sorprendernos por estas tortugas que quizás lo saben todo sin decirnos nada».

«Nos parece una forma preciosa de pensar a los niños y niñas como posibles lectores y, a la vez, como parte de la historia de la Biblioteca. Esa mirada enigmática, la de las tortugas, es la que se nos ofrece como un acertijo, como el de todo lector que se deja afectar por aquello que lee, con una inocencia despojada de todo prejuicio. De esa perplejidad, nace un diálogo genuino entre generaciones», apunta Fernández.

La reimpresión de estas tres antologías, agotadas durante años, es también un homenaje y un reconocimiento hacia González, «sin su inagotable impulso y osadía no hubiera sido posible, ni sería posible hoy la existencia de una editorial pública en la Biblioteca Nacional. En esa corriente se inscriben los esfuerzos de Juan Sasturain, el actual director, por prolongar esta iniciativa en medio de las ostensibles dificultades que la edición de libros presenta en esta época», dice la editora.

Nuevas complicidades

¿Con qué nuevos intereses y desafíos se hizo esta reactivación? «Pusimos mucha energía en recuperar las series infantiles celebradas por distintos públicos. Además de su reimpresión y la preparación de un cuarto volumen que lanzaremos antes de fin de año, quisimos renovar la colección Quelonios con nuevas complicidades; y en la búsqueda de nuevos lectores exploramos miradas hacia la infancia por caminos menos frecuentados», indica Fernández.

La literatura infantil «creció muchísimo en estos últimos años -remarca-, surgieron nuevas editoriales especializadas, nuevos lenguajes visuales, nuevas estéticas y nuevos tonos con los que dirigirse a las infancias; al tiempo que no pierden vigencia los clásicos, sino que siguen conservando la fascinación y el misterio de su eficacia, en ese contexto, nos preguntamos qué es lo que podíamos aportar desde la Biblioteca Nacional» y por eso estas publicaciones.

Guardianes de la Cultura es otra de esas propuestas, devenida del proyecto Pequeños Grandes Mundos, de la y el dibujante Mey e Ivanke, que «entre 2017 y 2018 recorrieron escuelas rurales argentinas buscando historias escondidas en rincones de todo el país que no forman parte del repertorio de imágenes más frecuentes en la escena contemporánea», indica la editora.

En cada escuela trabajaron en talleres de arte con chicas y chicos alrededor de tres temáticas: el entorno, lo individual y lo comunitario y de ese intercambio surgió esta otra serie. Otra forma de contarlo sería así: «En cada escuela propusieron elegir a un guardián o guardiana, un personaje que encarnara de alguna manera la comunidad, las chicas y los chicos lo construyeron, utilizando un cajón de madera para el torso y materiales que pudieran encontrar en el lugar para el resto del cuerpo; contaron su historia, hicieron los dibujos, los fotografiaron, y con todo eso, hicieron un libro».

Cada libro tenía dos copias: «la primera quedaba como tesoro de la escuela, la segunda viajaba con Mey e Ivanke hasta la próxima parada, donde repetían el gesto en busca de otra experiencia», repasa.

Cuando Iván Kerner y Mey Clerici propusieron que la Biblioteca Nacional publicara los libros que habían producido en esos viajes, «nos enamoramos inmediatamente -cuenta la editora-. De ahí surgió esta edición que consiste en una caja con los 23 libritos que produjeron las chicas y chicos de cada una de estas escuelas, más un librito, el 24, que cuenta la experiencia e invita a comunidades de todo el país (escuelas, clubes, familias, vecinas y vecinos) a replicarlas y crear sus propios guardianes».

«Nos pareció una oportunidad inmejorable de pensar en las infancias no solo bajo la forma de lectores que reciben una narración, desarmando esa idea de que la difusión de la literatura va desde las instituciones hacia los territorios, o desde el mundo adulto hacia los ‘niñxs’, sino pensando a los ‘niñxs’ como autores de historias que pueden circular en otras direcciones, produciendo libros en los que podemos escuchar y leer lo que las infancias que se despliegan en diversas geografías y modos de vida tienen para contar», concluye.

Dónde y cómo

Distribuidos por La Periférica, estos libros pueden adquirirse de manera remota a través de la venta online y se venden en librerías de todo el país. En la librería de la Biblioteca Nacional, ubicada en avenida Las Heras, esquina Agüero, ciudad de Buenos Aires, pueden adquirirse con un 20 por ciento de descuento.

Los precios, sin descuento, van desde los 3.125 pesos cada libro de la serie Otros Cuentos, 4.000 los de la serie Chiquitos de América Latina, 5.000 cada unos de la serie Antologías de Cuentos Infantiles, a 12.2000 la caja con 24 libros de Guardianes de la Cultura.

Sin fines comerciales sino de ampliar la difusión de la lectura, parte del catálogo está disponible online en www.bn.gob.ar/micrositios/libros.

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