La exhibición reunirá parte del material extraído durante las prospecciones arqueológicas realizadas en ese paraje, que sirvió de acantonamiento de parte de las tropas porteñas, previo a la batalla de Pavón, librada en setiembre de 1861
Bajo la organización de la dirección municipal de Cultura y el Centro de Estudios de Arqueología y Antropología del Conflicto, será inaugurada este viernes a las 20, en el Centro Cultural Ernesto Sábato, una muestra en la que serán exhibidos, por quince días, y acceso libre y gratuito, materiales obtenidos en las prospecciones arqueológicas realizadas en estos últimos años en el paraje Loma Negra, a pocos kilómetros de esta planta urbana.
Ese sitio, como se sabe, fue destinado para acantonamiento y entrenamiento de las tropas del Ejército de Buenos Aires, previo a la batalla de Pavón, librada el 17 de setiembre de 1861.
El 5 de julio de 1861, Buenos Aires y la Confederación rompieron relaciones. Bartolomé Mitre, al mando de las tropas porteñas, se instala en Rojas, a fin acantonar en el paraje La Loma Negra, el ejército centralista: se avizoraba en el horizonte la extraña batalla de Pavón, cuyo desarrollo y circunstancias y sus posteriores implicancias no se corresponden demasiado con los candorosos conceptos de los manuales escolares… o de las historias oficiales.
El 17 de septiembre de 1861 tuvo lugar la batalla de Pavón entre las fuerzas porteñas, comandadas por el general Bartolomé Mitre, y las tropas de la Confederación Argentina, al mando del general Justo José de Urquiza. En un combate dudoso, Urquiza retiró sus tropas, aun teniendo superioridad numérica. La victoria fue para los porteños, que extenderían su dominio a todo el país. La batalla de Pavón suscito polémicas y especulaciones que aún perduran. Relata José María Rosa: “Chocan cerca de la estancia de Palacios, junto al arroyo Pavón en la provincia de Santa Fe, los ejércitos de Urquiza y Mitre. A Urquiza, a pesar de Caseros, lo rodea el pueblo entero; Mitre representa la oligarquía porteña. Aquél es un militar de experiencia, éste ha sido derrotado hasta por los indios en Sierra Chica. El resultado no parece dudoso, y todos suponen que pasará como en Cepeda, en octubre de 1859, cuando el ejército federal derrotó a los libertadores. Parece que va a ser así. La caballería de Mitre se desbanda. Ceden su izquierda y su derecha ante las cargas federales. Apenas si el centro mantiene una débil resistencia que no puede prolongarse, y Mitre, como Aramburu en Curuzú Cuatiá, emprende la fuga. Hasta que le llega un parte famoso: ‘¡No dispare, general, que ha ganado…!’ Y Mitre vuelve a recoger los laureles de su primera -y única- victoria militar. ¿Que ha pasado? Inexplicablemente Urquiza no ha querido coronar la victoria. Lentamente, al tranco de sus caballos para que nadie dude que la retirada es voluntaria, ha hecho retroceder a los invictos jinetes entrerrianos. Inútilmente los generales Virasoro y López Jordán, en partes que fechan ‘en el campo de la victoria’ le demuestran el triunfo obtenido. Creen en una equivocación de Urquiza. ¡Si nunca ha habido triunfo más completo! Pero Urquiza sigue su retirada, se embarca en Rosario para Diamante, y ya no volverá de Entre Ríos. ¿Qué pasó en Pavón? Es un misterio no aclarado todavía…”, dice José María Rosa.