Nora Cortiñas, militante incansable y cofundadora de Madres de Plaza de Mayo, falleció este jueves 30 de mayo a sus 94 años. La referente de la lucha por los derechos humanos permnecía internada en terapia intensiva desde este lunes.
Según se conoció, Nora Cortiñas había sido intervenida quirúrigamente por una hernia, que trajo otras complicaciones. Durante toda la semana, militantes y activistas compartieron mensajes de aliento en las redes.
Desde Abuelas de Plaza de Mayo escribieron: «Con profundo dolor, despedimos a nuestra hermana de lucha Nora Cortiñas, referente indiscutida del movimiento de derechos humanos en la Argentina».
«Como parte de Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora, Norita siempre mantuvo en alto el reclamo de juicio y castigo para los genocidas de la última dictadura y la bandera de los 30 mil desaparecidos», expresaron desde Abuelas.
«Su hijo, Gustavo Cortiñas, militante peronista y trabajador del Estado, fue secuestrado el 15 de abril de 1977 en Castelar, zona oeste del Gran Buenos Aires. Desde entonces, ella recorrió numerosas dependencias –como hicieron tantos familiares– hasta reunirse con otras mujeres en su misma situación y convertirse en Madre de Plaza de Mayo», recordaron desde Abuelas.
El legado de Norita
«Norita Cortiñas representa todo lo que admiro. Seguiremos con su fuego creando el mundo que ella construyó y defendió. Un abrazo inmenso a su familia», escribió la periodista Estefanía Pozzo.
Y es que las redes se llenaron de fotos y mensajes de despedida a Nora Cortiñas, quien hace tan sólo días había sido reconocida días atrás en la Legislatura Porteña con el premio Jorge Morresi «a la trayectoria, al compromiso y a la defensa de la democracia y los derechos humanos».
Su lucha por el aborto legal, seguro y gratuito y su apoyo y participación a la Marcha Federal Universitaria hace tan sólo un mes, muestran a Nora como la militante incansable por los derechos humanos que fue.
Es así que son muchas las que eligen recordarla no sólo con su pañueño blanco, símbolo del Nunca Más, sino también empuñando el pañueño verde.
«Les juro que fue mi primera heroina. El dolor de cualquiera era su dolor, estaba paradita en la primera línea de cualquier injusticia. Su paso a la inmortalidad parece ya asegurado, pero en realidad depende de que vivamos como nos enseñó ella», la despidió Ofelia Fernández, y agregó: «Con lágrimas en los ojos quiero prometerle para siempre intentarlo, aunque sospecho que su inmensidad es imposible de replicar. Que culpable me siento de que haya fallecido con tipos y tipas tan sueltos de cuerpo (y desde el gobierno) escupiendo basura sobre la historia de luchadoras como ella. Ya lo van a pagar. Descansa al fin, después de estar hace tanto tiempo en todas partes a la vez, nos toca nuestra parte».