Recientemente oficializado como párroco de Rojas, el padre Albrecht pasó por los estudios de Radio Rojas para hablarnos de sus proyectos y su visión particular de la gestión que deberá desarrollar durante los próximos seis años – Además, agradeció el gran acompañamiento que recibió en todo este proceso de parte de la comunidad de Rojas
“Me siento muy contento, nos ha tocado vivir una fiesta muy linda. Mientras tanto, antes de llegar a esta instancia, me junté con el obispo, estuvimos hablando, y pudimos aclarar algunas cuestiones, sobre todo para que juntos como Iglesia conozca sobre mi estilo y evaluar si era lo que servía para Rojas. Tanto el obispo como la gente avaló eso y el sábado fue una celebración grandiosa”. Así resumió el padre Gustavo Albrecht todo el complejo proceso que, entre idas y venidas, y rumores y trascendidos, concluyó el sábado 18 pasado con la misa en la que el obispo diocesano, Hugo Santiago, lo oficializó como párroco de Rojas por seis años.
“Lo que me sorprendió desde un primer momento fue el movimiento que se había generado. Pero la realidad es que la gente acompaña mucho. Justamente ahora estamos haciendo los diferentes grupos y la gente se va sumando, y estoy contento porque no es la misma gente que está siempre en la parroquia, sino que se van sumando personas nuevas, como por ejemplo a la catequesis, que hemos arrancado en estos días, donde hay varias chicas jóvenes para ayudar. Es una respuesta que me sorprende, y a su vez todos se sienten acompañados por la iglesia, y eso creo que ayuda mucho”, añade el padre Gustavo en El Nuevo en Radio.
En cuanto a los lineamientos de su gestión parroquial, Albrecht explicó que “como lo he dicho en reiteradas ocasiones, los abuelos y los niños son mis metas más importantes porque son los extremos, los que hoy quedan excluidos o son los últimos en quienes se piensa. En cuanto a los niños estoy trabajando mucho: hice el recorrido por todas las escuelas para ir invitando, porque varias veces me han dicho que estoy mucho en el San José, pero eso sucede porque es la única escuela que por el tema religioso me abre las puertas, en tanto en las demás por una cuestión de que son públicas, por la parte religiosa no puedo participar, aunque me encantaría hacer lo mismo que hago en el San José. Lo que si hice fue recorrer escuela por escuela, hablar con los directivos para que la invitación que voy realizando pueda llegar a todos los niños de Rojas. Ese fue el compromiso, la gestión ha tenido sus frutos y se han sumado muchos chicos. Es así que arrancamos con las inscripciones la semana pasada y la catequesis está en marcha, con casi cuarenta chicas que están a cargo, de toda la ciudad, tanto en la iglesia como en las capillas”.
Mientras tanto, se aproxima una de las efmérides clave del calendario católico, la Semana Santa: “Estamos en medio de Cuaresma, a punto de comenzar la semana más importante del cristianismo, luego se vendrá el Domingo de Ramos con el cual arrancamos la Semana Santa. En ese Domingo de Ramos tenemos proyectado salir con todos los chicos de la catequesis, los que inician y los que están trabajando hace dos años. La idea es salir caminando del Cristo de la Hermandad hacia la parroquia todos juntos, y luego ir transitando la Semana Santa con el Vía Crucis, que será especial, porque lo vamos a destinar a un grupo de personas más jóvenes, y ellos irán haciendo las Estaciones dependiendo de la realidad que ellos ven. Quiero que los jóvenes sean escuchados, que en esas Estaciones donde Cristo nos mostró su amor puedan reflejar sus sensaciones. Todo dependerá del clima, pero vamos a llevar a cabo la Semana Santa con las mismas características de siempre. Por ejemplo el Jueves Santo con el lavatorio de pies, y hay que saber que el Vía Crucis será muy puntual, donde esperamos mucha convocatoria para vivir ese momento, que será un momento para reflexionar”.
-¿Cómo analizás este momento en particular de la sociedad?
-Creía que de la pandemia íbamos a salir un poquito más hermanos, más fraternos, pero considero que no ha sido así, que nos encerramos más en nosotros mismos y eso hace que uno no pueda ver al otro. Y la necesidad del otro, si no está expuesta, parecería que no está. Entonces el conocer nos tiene que llevar a un compromiso, y esos son pasos que tenemos que dar desde el amor, y lo digo de este modo porque el amor es la única fuerza que transforma, no por si ‘siento’ o no ‘siento’, sino por la caridad de aquel que está allí necesitando algo, que puede ser en diferentes lugares, no solamente le puede pasar al pobre, porque sucede que uno va a visitar a los abuelos y les saca una sonrisa con simplemente escucharlos ellos se sienten queridos. La vez pasada realizamos el Vía Crucis en el basural y si bien la mayoría de las personas del lugar no pudo participar por sus horarios de trabajo, se sintieron acompañados, supieron que hay gente que está pendiente de ellos, lo mismo que los presos que están pagando sus errores. Les hicimos una misa, que fue la primera vez en Rojas, donde ellos lloraban como chicos, sobre todo cuando les dije que había un montón de gente rezando por ellos y no lo podían creer, porque se sienten muy marginados por haber hecho lo que hicieron, pero sostengo que siguen siendo hijos de Dios. Hay que conocer y saber que a pesar de los errores que podamos cometer nos podemos ayudar entre todos, porque uno puede brindar su tiempo, otro quizás un bien, todos podemos ayudar de alguna manera. En mi caso que amo mucho a la Madre Teresa de Calcuta, tengo una frase que me acompaña siempre y la que voy diciendo en lugares muy importantes: “Yo puedo hacer cosas que vos no podés hacer y vos podés hacer cosas que yo no puedo hacer, pero juntos podemos hacer muchas cosas”, y esa creo que es la clave. Si trabajamos todos vamos a cambiar un poquito esta realidad que estamos viviendo, como la situación económica, las preocupaciones que van surgiendo por distintos motivo, lo que hace que estemos muy tensos y nos preocupemos solo por lo que tenemos, por eso nos encerramos en nuestro propio bunker y no miramos más allá de lo que tenemos”.
IGLESIA Y SOCIEDAD
“No se puede volver atrás, esa es la convicción de varios en el plano de la Iglesia. De hecho los papas que vinieron marcaron un rumbo en cuanto a esta iglesia abierta, esta iglesia en salida, donde tiene realmente que ser luz y sal en esta tierra, jugársela. No hay vuelta atrás, y por más que al papa Francisco le pase algo seguramente vendrá otro papa por atrás que continuará por esta línea. La Iglesia ha cambiado mucho, por eso estoy acá. De hecho la alegría del Evangelio que transmitió el papa Francisco en el 2013 fue una carta que me llegó y me llevó a pensar que esta es la iglesia que yo quiero, es hermoso y es para leer. Más allá que es una institución de 2000 años, cada paso es como un elefante moviéndose y pasan 50 años para que se aplique algo de lo que se va viviendo, pero considero que estamos transitando una iglesia más cerca del pueblo, más abierta a todos. Toda institución tiene sus cosas. Realmente Dios nos elige y es por el pueblo de Dios, porque si fuera por la institución uno sería el primer crítico, pero espero que la iglesia siga por este camino, sueño con esto, y cuando me refiero a la iglesia lo hago por todos los bautizados, porque considero que todos tenemos la responsabilidad de llevar esa palabra de esperanza, de estar abiertos a la necesidad, todos comprometidos con esto que este mensaje, con la buena noticia de Dios que hace que a otro le de esperanza, que lo saque del lugar de oscuridad y que lo lleve a un lugar de dignidad, que es muchas veces lo que necesitamos, porque perdemos la dignidad o nos olvidamos que somos hijos de Dios”.
EL PÁRROCO DEL PUEBLO
«Hay gente que necesita de muchas cosas, y en gran cantidad de oportunidades la voz de ellos no llega a las personas que tienen que llegar. Entonces siendo el párroco puedo hacer que esa voz llegue justamente a esas personas y ayudo, o sea que ayudo y hago de puente como para que esos temas se solucionen, a pesar de que me encuentro con algunos temas que se tendrían que solucionar sin mi intervención, solo con la simple palabra de la persona necesitada, que quizás puede estar atravesando un momento de mucho dolor. Mi intervención pasa no solo en lo religioso o espiritual, sino que hay veces que puede influir en lo material más allá que de que la iglesia no cuenta con un gran respaldo económico. Sin embargo sí podemos ser un puente e intervenir en diversas situaciones para que las personas puedan contactar a quienes corresponda y de esa manera recibir la ayuda para que se solucionen los problemas. Cuando me vaya de acá me gustaría que todos hayan experimentado realmente cuánto Dios nos ama y cuando uno experimenta el amor, abre el corazón y ve las necesidades de los demás. Por eso hay que ser más fraternos, ser más hermanos, lo que puede hacer que muchas veces las rispideces que uno vive se calmen, pero siempre desde el amor, porque el amor es Dios, y para mi experimentar eso significa no sentirme solo, sino todo lo contrario, sentirme acompañado y poner la necesidad del que tengo al lado por delante de la mía. De eso se trata la calidad de cada ser humano».