D’Alessandro renunció, acorralado por el viaje a Lago Escondido y los chat filtrados con jueces y empresarios.
El joven que fue mano de obra en la intrusión al celular del exministro de Justicia porteño, Marcelo D’Alessandro, confesó que le pagaban entre 12.000 y 15.000 pesos por cada hackeo y que la persona que le encargó el trabajo es un individuo al que no conoce, que lo contactó por el sistema de chats Telegram —usó el usuario Juanxd— y que le pagó con criptomonedas. En total le “contrataron” unos 15 hackeos, supuestamente para descubrir infidelidades.
Por Raúl Kollmann
Elías Ezequiel Nuñes Pinheiro, de 22 años, es una especie de nerd de El Dorado, Misiones, que, según admitió, realizaba estas maniobras para redondear sus ingresos mensuales de unos 60.000 pesos . Desde el inicio de la investigación, D’Alessandro, la fiscal macrista Daniela Dupuy y los medios alineados con la oposición tratan de echarle la culpa al gobierno y al peronismo. Por ejemplo, afirman que para realizar la maniobra se utilizó un usuario de la jefatura de Gabinete de la Nación.
Sin embargo, recién este lunes le enviaron un oficio a Jefatura preguntándole por la cuestión. Como ya adelantó Página/12, los hackers usaron el sistema de Trámite a Distancia, en el que automáticamente se deriva al ciudadano desde Jefatura al organismo correspondiente (Anses, AFIP, Registro de las Personas y muchos otros), de manera que no intervino nadie en el trámite. El propio hacker contó exactamente lo mismo en su declaración. No será fácil rastrear a quien encargó los hackeos, porque es oscura la trazabilidad tanto de Telegram como de las criptomonedas.
Ezequiel, el hacker de D’Alessandro, habla
El joven Ezequiel Nuñes Pinheiro y los otros cuatro imputados estuvieron en Buenos Aires y declararon ante la fiscal Dupuy. Todos ellos estuvieron asistidos por los abogados Sebastián Noguera y Marcos Kapko.
El acta, que tiene unas 16 páginas, resume la trayectoria de hacker del muchacho, cómo aprendió a sustituir las tarjetas SIM y cómo le hizo el encargo —siempre por Telegram— el usuario Juanxd. En alguna ocasión, el individuo que lo “contrató” le mandó un mensaje de audio en el que le decía que después lo contactaba porque estaba con los “gurises”. Por lo tanto, Ezequiel concluyó que es alguien del norte argentino y no de Capital Federal ni del conurbano.
Esto último también podría coincidir con una versión que recogió este diario: la operación se hizo desde Paraguay, aunque obviamente con la terminal en la política argentina.
Otra impresión de Ezequiel es que a veces cambiaba el estilo de los textos, por lo cual le parece que detrás del usuario había más de una persona. El sistema se redondeó de la siguiente manera: Ezequiel conseguía el acceso a las líneas, le pasaba un número de clave proporcionado por la compañía de celulares y Telegram al usuario Juanxd y éste es el que ingresaba y copiaba la información. Nuñes Pinheiro dice que nunca vió el contenido de mensajes o chats.
Finalmente, Nuñes Pinheiro afirmó que siempre hizo todo solo, aunque a veces usaba la internet de su casa, otras veces de los negocios de celulares, dependiente de la velocidad que registraba el servicio ese día. O sea que el joven desvinculó del hackeo a los demás imputados.
Una historia de espías
Página/12 adelantó este domingo la posible derivación de la pesquisa: los imputados dirían que el hackeo se hizo a pedido de una persona que no conocen y con pago en efectivo. Lo que declaró Elías Ezequiel resultó parecido: el que encargó los hackeos lo hizo por Telegram y el pago no fue en efectivo, sino por criptomonedas.
Todos los especialistas coinciden en que el rastreo es difícil. Telegram es la creación de dos hermanos rusos que se fueron de su país por discrepancias con el gobierno de Vladimir Putin. Hoy se maneja todo desde Dubai. La trazabilidad es muy complicada porque se responde poco y nada a los exhortos. Pero, además, no es sencillo determinar quiénes son los verdaderos usuarios.
Respecto de las criptomonedas ocurre algo similar. Justamente este lunes, la Comisión de Comercio de Estados Unidos denunció a una de las bolsas de criptomonedas más importante del mundo, Binance, auspiciante de la selección argentina, porque no cumple con las normas de identificación de quienes son los titulares de las cuentas. Binance fue creado por un canadiense Changpeng Zhao y tiene todas las fichas de la falta de transparencia: la sociedad es de Delaware —paraíso fiscal de Estados Unidos— y las sedes centrales en las Islas Caimán y Seychelles, ambos paraísos fiscales.
Las jugarretas políticas de Juntos por el Cambio
Para hacer el cambio de tarjeta SIM, las compañías de celulares realizaban preguntas al usuario para confirmar que es el titular de la línea. De manera que en la sustitución de la tarjeta —por pérdida, avería o para una maniobra ilegal— había que tener información para responder a esas preguntas. Ezequiel declaró que sacaba la información del sistema Nosis —algo que ya descubrió la fiscal— y de una plataforma que se llama DarkPFA. Desde este último sitio ingresó al Renaper, para confirmar el número de trámite del DNI, ese numerito que figura en la parte de abajo de los documentos.
La fiscal Dupuy —que integra una estructura que tenía directa relación con D’Alessandro— sugirió que todo se hizo a través de Jefatura de Gabinete y que un usuario de Jefatura brindaba el acceso al Renaper. Con semejante acusación de por medio, la fiscal no le mandó ningún pedido de explicación a quien ahora ejerce el cargo de jefe de Gabinete de Ministros, Agustín Rossi. Recién lo hizo este lunes. Mientras tanto, D’Alessandro y los medios afines, seguían diciendo que alguien de Jefatura participó de la maniobra. O sea, le echaban la culpa al gobierno y al peronismo. La fiscal podría haber pedido explicaciones hace un mes y no lo hizo.
Ahora queda claro. El acceso se hizo de manera automática, a través de una plataforma que usó el puente existente entre Jefatura y Renaper, a través Trámites a Distancia. Ningún funcionario intervino.
También la fiscal y los medios aliados al macrismo especularon con que los cinco misioneros de El Dorado tienen vínculos con el peronismo. En realidad, son lejanas relaciones con el Frente Renovador de la Concordia, que lidera Carlos Rovira, una fuerza provincial que no tiene la menor ligazón con el kirchnerismo, un vínculo sólo formal con el gobierno, y no tiene el menor interés en las internas del peronismo o de Juntos por el Cambio.
La desesperación del macrismo por sacarse de encima la responsabilidad en el hackeo choca contra las evidencias. El gobierno de Mauricio Macri espió en forma permanente a integrantes de Juntos por el Cambio, hackeó ilegalmente teléfonos y realizó seguimientos hasta de la propia hermana de Mauricio, Florencia. Y más atrás en el tiempo, en otro espionaje ilegal, en el cual el expresidente le echó la culpa a su padre, Franco, se utilizaron jueces de Misiones para hackear las comunicaciones de familiares de las víctimas de la AMIA, empresarios como Carlos Avila, y a otra hermana de Mauricio, Sandra. Nuevamente Misiones.
Tapando la suciedad de D’Alessandro
Más allá de la jugada de tratar de echarle la culpa al peronismo por el hackeo, la prioridad del macrismo es tapar lo que se exhiben los mensajes conocidos del celular de D’Alessandro:
*Jueces, funcionarios y empresarios viajaron a Bariloche y luego a Lago Escondido en un vuelo privado y una excursión pagados por el grupo Clarín. Para colmo, el juez Julián Ercolini —el que armó la causa Vialidad— proponía en los chats armar facturas falsas para tapar el delito de dádivas, un delito vecino al de coimas.
*D’Alessandro operaba con Silvio Robles, la mano derecha del titular de la Corte, Horacio Rosatti. En los chats se verifica que Robles le daba instrucciones a Juntos por el Cambio de qué escrito presentar y cómo actuar en el Congreso.
*Hay mensajes en los que se habla de dólares y sobres relacionados con una empresa concesionaria de grúas y acarreos en CABA.
*En otros chats, D’Alessandro le pone a disposición un auto flamante al juez federal Sebastián Ramos, el mismo que de inmediato cerró el expediente de los chats entre D’Alessandro y Robles.