En los últimos meses, la Argentina pasó de tener algunos de los combustibles más baratos de América Latina a ubicarse entre los más costosos. El precio de la nafta y el gasoil, que en noviembre de 2023 rondaba los 30 centavos de dólar por litro al tipo de cambio libre, llegó recientemente a un promedio de US$ 1,20, impulsado por la apreciación del peso y la eliminación del cepo cambiario.
Según un informe de la consultora Economía & Energía (E&E), dirigida por Nicolás Arceo, el precio de la nafta en Argentina ya supera al de Paraguay (US$ 0,83) y Brasil (US$ 1,07), y se acerca a los valores de México (US$ 1,24) y Chile (US$ 1,28). Solo Uruguay lo supera ampliamente, con US$ 1,86 por litro. En tanto, Bolivia y Ecuador siguen ofreciendo los precios más bajos de la región, con US$ 0,54 y US$ 0,66 respectivamente.
El gasoil presenta un escenario aún más llamativo: en abril, el litro en Argentina alcanzó los US$ 1,26, superando incluso a Uruguay (US$ 1,19). Este combustible, vital para el transporte y el agro, suele tener un impacto más sensible en la economía productiva. Los precios, sin embargo, son volátiles y dependen de la cotización del dólar y del comportamiento internacional del petróleo.
En este contexto, analistas del sector no descartan que en mayo pueda haber una baja en el precio de la nafta o, al menos, una suspensión de aumentos. «El petróleo Brent cayó hasta US$ 58 por barril este mes, aunque ahora rebotó a US$ 67. En la Cuenca Neuquina, el crudo se vendía en febrero a US$ 68-69 y ahora a US$ 60-62», explicó Arceo, quien señaló además que el componente impositivo tiene un atraso superior a $200 por litro, lo que también influye en la ecuación final.
Mientras tanto, las ventas de combustibles comienzan a recuperarse luego de 15 meses consecutivos de caída. En el primer trimestre de 2025 se registró un leve crecimiento interanual del 2,1% en el total de ventas, aunque con una baja del 1,4% en el canal minorista.
En comparación con 2022, el último año «normal» para el sector, el consumo sigue 4,6% por debajo, reflejando un lento retorno a la normalidad en un contexto económico aún difícil.