La Cámpora con Moyano y las CTA en Plaza de Mayo. La CGT en Obras Sanitarias. Los movimientos sociales en La Matanza. Gobernadores en Tucumán. El día de la lealtad encuentra a un peronismo donde cada quién juega su juego. La indefinición de Alberto Fernández.
NICOLÁS BACCARO
Poco duró el clima de unidad que a la fuerza se instaló en el oficialismo tras el intento de magnicidio sufrido por CFK. A un mes y medio del hecho que podría haber cambiado la historia del país, el peronismo vuelve a estar atravesado más por las diferencias entre sus distintos componentes que por la unidad que los juntó a todos bajo el sello del Frente de Todos para ganarle a Macri. Paradójicamente, la expresión más palpable de esa falta de unidad, o del predominio de las diferencias, podrá observarse en una fecha mítica para el peronismo como es el día de la lealtad.
El próximo lunes 17 de octubre habrá cuatro actos distintos para conmemorar la jornada en la que el pueblo peronista forzó la liberación de Juan Domingo Perón y abrió paso a uno de los movimientos políticos, sociales y culturales más importantes de occidente. Lejos de aquella masiva y contundente expresión de unidad, hoy en el peronismo cada quién hace su juego y sus cálculos pensando en un 2023 cada vez más próximo y cada vez más complicado.
En primer lugar, el kirchnerismo decidió plantear bandera en Plaza de Mayo en alianza con el sector más combativo del sindicalismo y el PJ bonaerense. La convocatoria la lanzó Pablo Moyano, enfrentado con la otras dos patas del triunvirato de la CGT tras una cena que Héctor Daer y Carlos Acuña mantuvieron en Olivos con Alberto Fernández a la que el camionero no fue invitado. En busca de diferenciarse de los “gordos”, Moyano se alineó con la CTA Autónoma, la CTA de los trabajadores y la Corriente Federal de los Trabajadores de Sergio Palazzo para convocar a la Plaza de Mayo bajo la consigna de “unidad nacional por la soberanía y la justicia social”.
Este martes, el PJ bonaerense encabezado por Máximo Kirchner se reunió en La Plata y definió su adhesión a la concentración en las puertas de la Casa Rosada. Justamente a la salida de ese encuentro se escucharon nuevas críticas del vocero de la tropa K, Andrés “el cuervo” Larroque, en relación a la designación inconsulta por parte del Presidente de las tres nuevas ministras, otro punto de distanciamiento entre los distintos campamentos del FDT.
El sector comandado por el kirchnerismo arrastra también a los intendentes del PJ, que más por inercia que por convicción serán parte de la jornada en Plaza de Mayo. El peso institucional de la presidencia del PJ bonaerense en poder de Máximo Kirchner es un factor determinante en este sentido. Pero, además, la relación entre los jefes comunales y el sindicalismo que encarna la cúpula de la CGT no goza de la mejor salud. En el entorno de un intendente de peso en la estructura del peronismo provincial le expresaron a Diagonales que “se mira con desconfianza a un sindicalismo que ya no es lo que era y que no junta votos en el territorio” y eso también explica el alineamiento con el kirchnerismo.
Hay otro factor que hoy divide aguas en el oficialismo y enfrenta a la alianza entre el kirchnerismo y los intendentes con otro de los sectores protagonistas de este 17 de octubre fragmentado, los movimientos sociales. Se trata de la voluntad de suspender las PASO, algo que las organizaciones sociales que siguen siendo uno de los principales puntos de apoyo de Alberto Fernández rechazan de plano, ya que en la utilización de las primarias reside casi si única posibilidad de ocupar lugares relevantes en las listas del año que viene. Los intendentes, por su parte, pretenden usar la lapicera y ordenar desde allí sus territorios en articulación con La Cámpora.
Esa diferencia política, una expresión más del enfrentamiento histórico entre movimientos sociales, La Cámpora y los jefes comunales, se refleja también en la decisión del Triunvirato de San Cayetano de convocar a una jornada propia para el próximo lunes. El Movimiento Evita, Barrios de Pie y la Corriente Clasista y Combativa realizarán un Cabildo Abierto de la Militancia en la cancha de Laferrere, en La Matanza, donde pretenden meter unas 30.000 personas. Uno de los propósitos del encuentro será “potenciar nuestro programa político, económico y social de cara al 2023”, tal como expresaron a este medio desde la mesa chica de una de las patas del Triunvirato y dando a entender que buscarán reafirmar una agenda propia, en muchos casos en choque directo con otros componentes del FDT.
En los movimientos sociales ven “con preocupación el desprestigio de la representación política” y pretenden “que el Frente de Todos abrace los conflictos sociales y los transforme en políticas de Estado”. Para ello, entienden que es preciso “renovar la dirigencia política y democratizar aún más la participación popular, y así recuperar el mandato que nos dio el pueblo en el 2019”. Traducido, este planteo apunta contra la dirigencia del kirchnerismo y ciertos sectores del PJ, a los que identifican como responsables de no tomar a fondo las agendas de los sectores sociales más postergados, y es al mismo tiempo una defensa de las PASO como herramienta para discutir estas cuestiones dentro del FDT en las elecciones del año que viene. Es de esperarse que los discursos del lunes en Laferrere vayan por esos carriles.
Una alianza que se venía manteniendo y en la que se apoyaba el Presidente era, justamente, la de estos movimientos sociales con la CGT encabezada por Daer y Acuña. Sin embargo, este lunes ambos sectores decidieron llevar adelante convocatorias propias antes que dar una muestra de unidad como bloque político y, quizás, también como respaldo a Alberto Fernández. Tal vez, uno de los motivos haya sido el malestar que provocó en la cúpula cegetista la designación de Kelly Olmos como ministra de Trabajo sin una consulta previa con la representación de los trabajadores.
Lo concreto es que “los gordos” también tendrán su jornada propia en Obras Sanitarias, que buscará ser una demostración de fuerza propia y un primer paso en la conformación de un espacio político sindical. El espacio llevará el nombre de “Corriente Político-Sindical Peronista” y se funda con el objetivo de discutir “el armado y la presencia estructural del movimiento obrero en las listas justicialistas”, tal como comunicara la central obrera hace una semana. Esta nueva corriente no chocará con las 62 Organizaciones Gremiales Peronistas, brazo político que históricamente discutía los lugares en las listas para la CGT, sino que la integrará al nuevo armado.
Por último, los gobernadores peronistas también tendrán su celebración en la Tucumán de Juan Manzur. El Gobernador en uso de licencia y actual Jefe de Gabinete no está en el mejor momento de su relación con Alberto Fernández y tampoco fue consultado por los recambios ministeriales. La Liga de Gobernadores, por su parte, viene mostrando un juego propio aunque bastante alineado con las posturas del kirchnerismo, fundamentalmente a partir de la figura y la conducción tanto de Axel Kicillof como de Jorge Capitanich.
Hoy por hoy, la suspensión de las PASO es una de sus principales demandas políticas y un punto que los enfrenta con la mirada del Presidente. Al igual que los intendentes de la provincia, los gobernadores piensan en la retención de sus territorios en un año electoral que pinta muy complejo y en el que el Gobierno Nacional puede funcionar más como un ancla que como un motor a la hora de juntar votos.
Con este panorama de un peronismo dividido, fragmentado, donde cada sector se preocupa más por sus reivindicaciones y agendas propias que por la construcción de una unidad indispensable para la supervivencia, una pregunta que surge es a qué acto irá Alberto Fernández. Hoy por hoy, el Presidente del partido no parece ser muy bienvenido casi en ninguna de las cuatro propuestas, y las especulaciones que circulan indican que podría viajar al interior, posiblemente al acto en Tucumán, aunque por ahora no hay certezas y la Casa Rosada se mantiene en silencio al respecto. Todo un síntoma de cómo llega el peronismo al 77º aniversario de la jornada más importante para su liturgia, con un sello como el Frente de Todos lastimado, que logró unirlos en la adversidad y que hoy flaquea como nunca llenando de incertidumbre el futuro partidario.