Carolina Giribaldi Larrosa, habló en la sexta jornada del juicio a los ocho acusados por el homicidio de Fernando Báez Sosa, afuera de un boliche en Villa Gesell
Carolina Giribaldi Larrosa, la médica generalista que atendió a Fernando Báez Sosa tras haber sido atacado por el grupo de rugbiers en a puerta de un boliche de Villa Gesell, afirmó este lunes que el joven «ya estaba muerto» cuando ella llegó.
«Cuando llegué a la escena vi como un policía o bombero, no recuerdo, y una chica le estaban haciendo RCP a Fernando», señaló la especialista en la sexta jornada del juicio por el homicidio del joven, y, además, relató cómo vio a la víctima y las actuaciones siguientes en el Hospital General de Villa Gesell.
Luego señaló que cuando vio a Fernando tenía «algunas manchas de sangre en la cara, presentaba lesiones, hematomas en el rostro y cuello, además de una marca atípica en la mejilla izquierda, como si tuviera un sello en zig zag».
Además, reveló que cuando pudo acercarse, se le colocó a la víctima los parches del desfibrilador DEA, un dispositivo electrónico portátil, pero, a pesar de los intentos de reanimación, la leyenda del aparato decía «asistolia», es decir, que no presentaba pulso.
Mientras las reanimaciones ocurrían, la médica manifestó que Fernando tenía «las pupilas vidriáticas, no había reflejos, así como tampoco movimientos ventilatorios, ni pulso».
Con resultados negativos fue colocado en una camilla rígida y trasladado hasta el Hospital de Villa Gesell, donde el shock room ya estaba preparado para asistirlo: «A las 5.09 se constató que no tenía signos vitales».
Cuando Fernando Burlando -abogado querellante en representación de los padres de la víctima-le consultó acerca de los intentos de RCP, la médica respondió: «No hay posibilidad que sobreviva un paciente a la hemorragia cerebral masiva que tuvo Fernando. Esto generó un paro cardiorrespiratorio irreversible. No había estímulo».
La autopsia
Por su parte, Diego Duarte, médico forense que le practicó la autopsia a Báez Sosa, explicó en su declaración las lesiones dentro y fuera del cuerpo de la víctima. Cuando el Tribunal lo llamó a testificar, los padres de Fernando Báez Sosa, Silvino y Graciela decidieron retirarse de la sala ya que las imágenes de la autopsia eran muy fuertes y crudas, por lo que manifestaron la necesidad de salir.
El relato de Duarte comenzó indicando cuando se enteró de la causa: “Trabajamos con un protocolo que cumplí. La autopsia se llevó a cabo en la morgue del hospital de Pinamar. Primero vi a la víctima en Villa Gesell. Yo tomé conocimiento del caso, supe que Fernando estaba en el hospital de Villa Gesell y como vivo en la esquina del hospital, crucé para ver cómo estaba», explicó.
«Hice un examen previo para tener la visualización de con qué me iba a encontrar en la autopsia. Fernando yacía en una cama, presentaba múltiples agresiones en la parte del rostro. Pedí que se le realice una tomografía computada para ver un panorama general de lo que presentaba el cuerpo. El resultado tardó un rato en llegar. Yo lo vi y tenía una importante hemorragia por dentro del cráneo. Además, tomé imágenes con mi celular particular para tener una aproximación de las características de las lesiones que aún conservo en mi teléfono”, continuó el médico.
Duarte confirmó que Fernando «no presentó daños óseos», pero que los golpes fueron suficientes y determinantes para causarle «un derrame cerebral». También detalló que «se detectó mucho sangrado y mucho coagulo en cerebro, cerebelo y tronco encefálico; compatible con la aplicación de golpes». “En cara y cráneo presentaba la mayoría de los golpes. Son áreas centrales porque allí se alojan la mayoría de las funciones del organismo”, explicó.