Alejandro Elcoro y Liliana Barzaghi presentaron “Memorias de Alberto Perassolo”

Construída sobre la base de decenas de horas de conversaciones con el recordado fundador y director de la Agrupación Coral de Rojas, la obra, editada por el sello local Nido de Vacas, recupera no sólo vivencias sino reflexiones y experiencias de Perassolo

Como estaba previsto, ante un Centro Cultural Ernesto Sábato colmado (estuvo presente también el intendente municipal, Román Bouvier), el exdirector de Cultura de la comuna y escritor, Alejandro Elcoro, y su compañera la docente Liliana Barzaghi, presentaron oficialmente este viernes “Memorias de Alberto Perassolo”. Construída sobre la base de decenas de horas de conversaciones con el recordado fundador y director de la Agrupación Coral de Rojas, la obra, editada por el sello local Nido de Vacas, recupera no sólo vivencias sino reflexiones y experiencias de Perassolo.

En la previa del evento de este viernes, Alejandro y Liliana nos visitaron en nuestros estudios de Radio Rojas, para revelar la génesis íntima del proyecto.

En ese sentido, Alejandro confiesa que no tenía mayor relación con Perassolo, “a partir de una larga serie de entrevistas aprendí a conocerlo y evidentemente me llevé muchas sorpresas; Liliana sabía más de Alberto porque ella es de aquí de Rojas y conocía bastante de su historia, mientras que de mi lado tenía una amistad con Juan Carlos Castro, que a su vez es muy amigo de la familia de Alberto, siendo ellos mis personas más cercanas cuando llegué a la ciudad cuando tenía 43. Allí comenzó el nexo, cuando lo fui a ver a Juan Carlos en los primeros tiempos de la pandemia, y me tocaba trabajar en mi casa porque todas las actividades de Cultura estaban detenidas, así que fue él quien llegó con la propuesta. De hecho Alberto le había pedido a Juan Carlos que escribiera él el libro y Juan Carlos le comentó que iba a buscar a alguien apropiado, y veremos si ha sido acertada su decisión (risas), porque más allá de que yo tenía la experiencia de escribir, resulta difícil escribir un libro sobre otra persona, y lo cierto es que le dije que le iba a responder en unos días. Finalmente llegué a casa y le pregunté a Liliana si se sumaba al proyecto. Así que se lo comenté a Juan Carlos para que le trasladara a Alberto si aceptaba que Liliana también estuviera, la respuesta fue positiva y a la semana siguiente empezamos a tener las primeras charlas”.

Liliana nos cuenta que “llegamos a la casa de Alberto, nos recibió muy amáblemente, y nos empezó a contar la historia de sus antepasados vascos en Toay, La Pampa. Mientras tanto nosotros tomábamos nota, que fue lo que hicimos esa primera vez, en tanto después comenzamos a grabar, así que en las primeras etapas desgrabábamos textualmente lo que él decía para luego darle una forma literaria, cuestión que no era fácil, porque había sesenta horas de grabación”.

Alejandro explica que “lo bueno es que Alberto ya tenía en mente lo que iba a decir, porque para mi su idea era transmitir su experiencia de vida, porque ya a su edad es cierto que había vivido muchas cosas y quería transmitírselo a sus hijos, a los nietos y a los que vinieran después, de coóo era Rojas, cómo se vivía antes, los trabajos que había hecho, los trabajos en el campo, y sus actividades en general, deportivas, sociales y culturales. Me llamó la atención porque él arrancó por su abuela vasca que es Ahié Chumitegui, así que arrancamos bien, porque yo tengo descendencia vasca, cuando pensaba que él venía de descendencia italiana, pero eso era por parte de su padre. Su abuela vino sola a los 15 años y vendía boinas para ganarse el sustento”.

“La otra parte de la familia eran de la misma zona de mis abuelos, o sea que teníamos ese entramado genealógico”, aporta Liliana. Además, observó que “nos contó mucho sobre su infancia y su adolescencia y la primera etapa de su juventud. Lo que más me impresionó fue la sensación de que me pasé más horas hablando con Alberto de su infancia y su adolescencia que con mi viejo; no se me ocurría hablar de eso con mi papá, y es algo que les recomendaría a todos aquellos que tengan a sus padres vivos: que expriman lo más posible esos recuerdos, porque eso tiene que ver con cómo es cada uno”.

Alejandro considera que “el libro pone énfasis en la pasión que tuvo Alberto en todas las actividades a las cuales se dedicó y pienso que no destacamos como se merecía la tenacidad que tuvo, porque hay que sostener cualquier actividad, por ejemplo en el plano deportivo, donde parecía no tener un físico privilegiado, pero la voluntad que tenía era enorme: para jugar a la paleta y mejorar el golpe con la zurda comenzó a hacer trabajos con la mano izquierda para desarrollar esa habilidad, lo cual puede ser un ejemplo menor, ya que si nos referimos al coro, que logró mantener durante sesenta años, hay una voluntad que es inclaudicable a pesar de todos los obstáculos que se le pudiesen haber presentad”.

Un pasaje muy remarcable de la extensa vida de Alberto Perassolo fue su digno y valiente posicionamiento cuando se manifestó públicamente en defensa de la notable educadora Delia Ester Díaz Lovotti, perseguida por la dictadura cívico-militar del “proceso”, lo cual lo llevó a renunciar a la Sociedad Rural de Rojas, entidad vinculada a las denuncias sobre “Pajarito” y otras personas: “Alberto fue una persona que siempre quiso ser correcta, lo más correcto posible. En ese momento, cuando nos contó de su renuncia a la Sociedad Rural nosotros le preguntamos si se dio cuenta en ese momento que se jugaba la vida, por los motivos que lo hacía, y él dijo que Delia era tan buena persona, tan buena profesora, que ¿cómo no la iba a defender? Esa fue toda su explicación», aporta Liliana a ese respecto. En la misma línea, Elcoro recuerda que en ese marco Perassolo “recibió amenazas e incluso le cerraron la puerta del Centro Cultural, y hasta fue a hablar a Junín para que se revirtiese la situación, ya en un momento en donde los tiempos habían cambiado, porque estaba como intendente Olego y el viento estaba empezando a darse vuelta; no obstante, no dejaba de ser peligroso cualquier movimiento que él realizara”.

¿Y la Agrupación Coral de Rojas? «Él consideraba que la historia del coro estaba suficientemente contada, y el énfasis lo puso en otras cosas para el libro, aunque de todos modos contó como fueron los inicios”, explica Alejandro, que apunta: “Te encontrás también con anécdotas que son mucho más menores y mucho más simpáticas, de cuando era un pibe, de su bicicleta, de cómo se relacionaba con los amigos, sus primeros acercamientos con las chicas, las costumbres de la época, el primer baile, los primeros pantalones largos, cuestiones menores que las relató a pedido de un familiar. Sin embargo, mucho más importante fue un encuentro que tuvo con Ernesto Sábato, cuando vino por una representación del ‘Romance de la muerte de Juan Lavalle’, y en la conversación que mantuvieron en el Hotel Victoria Alberto le contaba las historias de sus antepasados y Ernesto le pidió que lo contara todo, así que en definitiva cumplió».

-¿Cómo fue la elaboración del libro?

-Liliana: Una vez recopilado el material, confrontábamos la grabación con las notas, con lo cual era doble el trabajo, luego le tratamos de dar forma literaria y legible, por ejemplo eliminar las repeticiones, los huecos.

-Alejandro: Pasa que en la oralidad uno va pasando de un tema a otro, pero cuando lo llevás al libro hay que darle un orden para que tenga cierta coherencia. A la vez tratamos de respetar lo más posible sus palabras y su oralidad, y seguramente se darán cuenta que a veces elegimos palabras, metáforas o recursos literarios que no están en la oralidad, porque en definitiva es un libro.

-Liliana: Después de haberle dado forma literaria corregíamos entre los dos, y luego nos corrigió Fede (Riveiro, editor de Nido de Vacas), y después Juan Carlos. Y en el medio nos corrigió el propio Alberto, a quien le mandábamos los borradores, con el compromiso siempre de que todo lo que sería publicado sería aceptado por él. Fue un proceso complicado, largo, y por otro lado apasionante, un desafío magnífico para quienes nos gusta la literatura.

-En ese momento llega el fallecimiento de Alberto…

-Liliana: Teníamos medio libro escrito cuando pasó lo del fallecimiento de Alberto, que fue algo que nos shockeó, porque durante ese período nosotros le tomamos cariño ya que ninguno de los dos lo conocía de tener un trato personal. La relación se fue haciendo cada vez más amigable, y por eso cuando pasó lo de su muerte quedamos paralizados y no pudimos seguir.

-Alejandro: Un día la encontré a María y le pregunté si la familia tenía la voluntad de que siguiésemos con el libro, y nos dijo que el proyecto había que terminarlo. Así fue que lo encaramos de nuevo, ya sin la posibilidad de que él nos corrigiera, lo cual por un lado era una libertad, pero también un riesgo.

-Liliana: Esa solución la encontramos en la familia, todas las dudas las despejábamos con ellos, ellos lo charlaban entre sí y nos iban dando las devoluciones.

Alejandro: Mientras tanto es importante que ya conocíamos su criterio, dentro de lo que puede uno conocer el criterio de otra persona, que siempre está sujeto a sorpresas; pero sabíamos lo que él quería y cómo lo quería…

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