Robert Montgomery, director del Instituto de Trasplantes NYU Langone, en plena operación. (Foto: https://nyulangone.org// Joe Carrotta)
Un riñón de cerdo genéticamente modificado continúa funcionando 32 días después de haber sido trasplantado a un paciente con muerte cerebral, informó un centro médico de Estados Unidos.
El procedimiento es parte de una investigación que apunta a la implantación de órganos entre especies y reducir de ese modo la cantidad de personas en lista de espera para un trasplante. En Estados Unidos más de 103.000 personas esperan recibir un órgano y 88.000 necesitan riñones.
“Este trabajo demuestra que un riñón de cerdo con apenas una sola modificación genética y sin medicamentos ni dispositivos experimentales puede sustituir la función de un riñón humano durante al menos 32 días sin ser rechazado”, dijo a la prensa internacional el médico Robert Montgomery, director del Instituto de Trasplantes NYU Langone.
Montgomery realizó el primer trasplante de riñón de cerdo modificado genéticamente a un humano en septiembre de 2021, seguido de un procedimiento similar dos meses después. Desde entonces hubo algunos otros casos.
Mientras que en los trasplantes anteriores los riñones tenían hasta 10 modificaciones genéticas, en el último solo se realizó una: en el gen involucrado en el llamado “rechazo hiperagudo”, que se produciría a los pocos minutos de conectar un órgano animal a un sistema circulatorio humano.
Al eliminar el gen responsable de la biomolécula llamada alfa-gal, que sería un objetivo principal de los anticuerpos humanos, el equipo del NYU Langone pudo detener el rechazo inmediato.
“Ahora hemos reunido más pruebas que demuestran que, al menos en los riñones, la mera eliminación del gen que desencadena un rechazo hiperagudo puede bastar, junto con los fármacos inmunosupresores clínicamente aprobados, para conducir con éxito el trasplante en un ser humano”, afirmó Montgomery.
También insertaron la glándula timo del cerdo -responsable de educar al sistema inmunitario- en la capa externa del riñón, para evitar un rechazo más tardío.
Al paciente le extirparon los dos riñones y le implantaron uno que inmediatamente comenzó a producir orina. Los exámenes mostraron que los niveles de creatinina, un producto de desecho, estaban en niveles óptimos y no había señales de rechazo.
Lo crucial es que no se detectaron indicios de citomegalovirus porcino que puede desencadenar un fallo orgánico, en tanto que el equipo tiene previsto continuar el seguimiento durante un mes más.
La investigación fue posible porque el paciente, un varón de 57 años, había decidido poner su cuerpo a disposición de la ciencia. (DIB) ACR