El batacazo de Javier Milei en estas elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) sorprendió a gran parte del electorado, a las autoridades de mesa y a los consultores políticos, pero no a la vicepresidenta Cristina Kirchner quehace dos meses vaticinó que serían unos comicios “de tercios”, sostuvo que lo que más importaría serían los “pisos para entrar al balotaje” y le pegó al libertario, para levantarlo.
(*) Juan Manuel Negri
“Lo que importa es, más que el techo, el piso, para entrar al balotaje. Van a ser unas elecciones atípicas, de tercios”, adelantó en un reportaje que dio al canal C5N.
Es evidente que, la ex mandataria, que no figuró en ninguna boleta de Unión por la Patria y tampoco se mostró en el búnker oficialista, que terminó animando Axel Kicillof con su resistencia k en tierras bonaerenses, ya anticipaba que el malestar social producto de la crisis económica que no supo apaciguar el Gobierno del ex Frente de Todos, las crudas internas políticas en el oficialismo y la falta de perspectivas desembocarían en un “voto bronca” que, en gran parte, iría a parar a Javier Milei.
En ese sentido, al calor de esa temprana lectura acertada, el triunfo de Cristina Kirchner fue haber creado al líder libertario, como una estrategia para que el voto enojo no converja en las dos listas de Juntos por el Cambio que, en estas PASO 2023, quedaron a tan sólo 57.340 voluntades de la sumatoria de las nóminas de Unión por la Patria, encabezadas por Sergio Massa y por Juan Grabois, sino que se divida en ofertas electorales distintas.
¿Cuál hubiese sido el resultado de las elecciones primarias si Javier Milei no estaba en el cuarto oscuro? Si bien la pregunta es contra fáctica, se podría convenir que Juntos por el Cambio hubiese tenido grandes chances de pescar en la revuelta pecera en las que nadan esos 7.116.352 votos que cosechó, para sorpresa de muchos, pero no de Cristina Kirchner, el economista libertario este domingo 13 de agosto. Otra parte podría haberse traducido en votos en blanco.
Ese escenario de polarización, con Juntos por el Cambio cosechando gran parte de los votos en contra del Gobierno, hubiese sido una catástrofe, casi sin retorno, para Unión por la Patria. En cambio, por estas horas, con el fenómeno Milei, sobrevuela una percepción de supervivencia en la dirigencia peronista, que probablemente no hubiese existido con un triunfo aplastante de los amarillos y que se sustenta, entre otras cosas, en la mayor participación que concitan las elecciones generales, en el despertar del voto de preservación y en “bajarle la palanca” en territorio al libertario, a quien el domingo pasado le cuidaron la boleta.
Siguiendo esa tesis de una Cristina Kirchner artífice de Milei,se podría convenir en que la vicepresidenta por el momento llevó a buen puerto su estrategia, aunque como se suele decir nunca en la política “dos más dos no es cuatro” y, por eso, en las elecciones del 22 de octubre la movida puede fallar y, si eso ocurre, el costo podría ser muy alto en términos sociales para una Argentina que agoniza.
Cristina Kirchner, además de despegarse completamente de la doble derrota, la del Gobierno y la de las urnas, también logró reforzar la idea potente de que el kirchnerismo sin su líder política más importante, no puede triunfar en las elecciones.
Sin embargo, por varias razones, Cristina Kirchner también perdió y mucho en estas PASO 2023. En primer lugar, sin lugar a dudas, la vicepresidenta es una de las principales arquitectas del gobierno del ex Frente de Todos, que en estas primarias exhibió su rotundo fracaso en las urnas y, por consiguiente, también responsable de que el evaporado Alberto Fernández se haya sentado en el sillón de Rivadavia.
En ese contexto, la ex mandataria comparte responsabilidad, junto a otro conjunto de actores justicialistas, sobre el ruidoso naufragio que experimentó el peronismo en estas PASO 2023 al obtener el porcentaje de votos más lánguido desde el retorno de la democracia en 1982, es decir, la peor performance electoral de los últimos 40 años.
Asimismo, Cristina Kirchner también perdió, dado que pese a ser una defensora de la política, las más de 7 millones de voluntades que juntó el libertario Javier Milei en estas elecciones internas se tradujeron en un verdadero voto bronca, pero fundamentalmente un voto antipolítica.
A diferencia del 2001, el “que se vayan todos”, que se cantó en el búnker de Milei el domingo pasado, no fue al sufragio en blanco, sino que encontró un canal de representación en el cuarto oscuro. “Si la política no sirve para transformarle la vida a la gente, la gente tira a la política por la ventana”, reflexionó un colega en su programa de radio, con mucho tino.
Visto de esta manera, la de Cristina Kirchner, podría ser una jugada de alto impacto para no perderlo todo, para lograr la supervivencia del peronismo, o, quizás, sin subestimar las consecuencias que puede tener ese futuro cercano, una estrategia para perderlo todo.
El 1 de enero de 2019 en la República Federativa de Brasil, Jair Messias Bolsonaro, el ex diputado ultraconservador y de extrema derecha, ganó las elecciones mediante el voto popular. La mención no es caprichosa, ya que varios estudiosos vienen cotejando la figura de Milei con la del propio Bolsonaro, con la de Viktor Orban en Hungría, con la de Antonio Kast en Chile y con la de Giorgia Meloni en Italia, varios de los cuales felicitaron al libertario por el batacazo de las PASO 2023.
En el país vecino, cuatro años más tarde de que Bolsonaro entrara en el Palacio de Planalto de Brasilia, el líder del Partido de los Trabajadores (PT), Luiz Inácio Lula da Silva, regresó al poder, después de una década. Cualquier parecido con la realidad argentina, podría ser mera coincidencia o no.
(*) El autor es director del diario digital Diputados Bonaerenses.