Con motivo de cumplirse el 5 de agosto un nuevo aniversario de la muerte de San Juan María Vianney, el santo que representa a todas las parroquias, los feligreses católicos de la ciudad le brindaron una fiesta sorpresa
El párroco de nuestra ciudad, padre Gustavo Albrecht, fue objeto de una grata sorpresa esta última semana, cuando una gran cantidad de sus feligreses le prepararon un agasajo por el Día del Párroco.
Cabe explicar que la Iglesia propuso esta fecha como aniversario de la muerte de San Juan María Vianney, el santo que representa a todas las parroquias.
Para los fieles cristianos, la vida en comunidad y la misa son dos de los pilares fundamentales. La importancia de tener un templo al que asistir los domingos, en el cual se puedan confesar los pecados y recibir el sacramento de la comunión es tan grande que el Papa Pío XI decidió darle una fecha en el santoral.
En 1925, el Papa Pío XI decidió reconocer a Juan María Vianney y canonizar a quien, en su tiempo, era conocido como Cura de Ars. Sus actos más relevantes tomaron lugar casi 150 años antes de que fuera proclamado santo.
Hoy se celebra su gran labor como cura parroquial con un día festivo. La figura de los sacerdotes, y por consiguiente de los párrocos, es fundamental para la Iglesia Católica, ya que ellos son la representación actual de los apóstoles que acompañaron a Jesús y luego extendieron la religión por todo el mundo.
«Es a quien el Obispo diocesano confía pastorear a la comunidad que le ha sido encomendada, viviendo el día a día con y para ella, enseñándole, rigiéndola y guiándola hacia la santidad», explica el derecho canónico que rige como referencia eclesiástica.
La relevancia de San Juan María Vianney fue tan grande que el Papa Benedicto XVI decidió establecer el Año Sacerdotal entre 2009 y 2010 para homenajear los 150 años de su fallecimiento.
El Cura de Ars es valorado en todo el mundo por su gran labor al frente de su parroquia que le otorgó gran popularidad como confesor y referente católico en la Francia de su época.
«Si comprendiéramos bien lo que es un sacerdote en la tierra, moriríamos no de miedo, sino de amor», señala el afamado párroco en una de sus frases de más relevancia.
Tal fue la relevancia de la redención para el sacerdote francés que hizo del sacramento de la reconciliación una bandera. Pasaba casi 16 horas diarias confesando gente. «Si fuera sacerdote, querría ganar muchas almas», afirmaba de joven el Santo Cura de Ars.
Hoy esa frase se volvió una realidad, ya que el templo que lleva su nombre recibe más de 450.000 personas por año y su legado se celebra cada 4 agosto como referente de todas las parroquias católicas del mundo.