La entidad que nuclea a los ingenieros agrónomos del norte bonaerense emitió un informe en el que describe la dramática situación que padece el campo por efecto de la sequía. Se describe como productiva y económicamente desastrosa la condición de casi el 60 por ciento de la soja de primera, del 90 por ciento de la de segunda y del 60 por ciento del maíz tardío.
La Asociación de Ingenieros Agrónomos del Norte de la Provincia de Buenos Aires (Aianba) dispone y organiza desde hace años de manera regular, talleres de intercambio entre sus profesionales asociados. Un ámbito de trabajo donde se tratan temas técnicos, novedades o de la actualidad de lo que ven en el campo, durante cada mes. En ese contexto, el pasado jueves 12, un grupo de profesionales evaluó el estado de los cultivos en su zona de trabajo y lo tradujo en un informe.
«Es importante tener en cuenta que lo descripto es una foto de la situación y que por cada día que transcurre sin la ocurrencia de lluvias los cultivos continúan su deterioro, alejándolos aún más de su potencial productivo», remarcó la entidad al emitir el informe, que fue antes de las precipitaciones ocurridas durante la jornada del viernes.
Asegura que la situación general «resulta especialmente grave porque grandes áreas de la región ya no disponen de ninguna reserva de agua y muchos lotes se están perdiendo cada día, es decir que directamente no se van a cosechar».
«La producción –remarca el informe- depende desde el punto de vista hídrico, del agua disponible en el suelo al momento desembrar y de las lluvias posteriores. En esta campaña el agua en el suelo resultó siempre tan escasa que muchos lotes debieron sembrarse con unos pocos milímetros de lluvia, las semillas germinaron y se murieron a los pocos días. Con respecto a lluvias, su escasez ya es un record histórico conocido. Hace 60 años que no llueve tan poco en nuestra región».
«Producir, este año, es como haber emprendido un viaje en un vehículo que a estas alturas se va cayendo a pedazos y además se desconoce a qué distancia está la próxima estación de servicio, que en este caso nos provea de agua en lugar de combustible, por lo que se puede terminar sin llegar a destino, sin cosecha», dice el informe de Aianba a modo de ejemplo.
La evaluación hecha por los profesionales afiliados a la entidad no incluyó las enormes pérdidas productivas y económicas que generaron los cultivos de invierno de la región, cercanas al 100 por ciento en arveja y entre el 70 y el 100 por ciento en cebada y trigo, lo cual agrava aun más la situación de las personas que dependen de la producción agrícola.
En detalle
Más allá de que la situación descripta (estado actual de los cultivos de la región) se encuentra absolutamente alejada del promedio histórico, bajo el título de cada cultivo se está resumiendo una diversidad de situaciones encontradas.
Según el informe, si bien la escasez o falta parcial de precipitaciones afecta el rendimiento de los cultivos de manera variable, también el manejo realizado en cada lote, la rotación de cultivos, la fertilización, el control de plagas, malezas y enfermedades y en general las buenas prácticas agronómicas implementadas con asesoramiento profesional permiten obtener resultados sensiblemente superiores tanto en contextos favorables como adversos.
A través de gráficos que pueden verse en esta misma página, se describen como productiva y económicamente desastrosa (rendimiento menor al 66 por ciento) la condición de casi el 60 por ciento de la soja de primera, cerca del 90 por ciento de la soja de segunda y el 60 por ciento del maíz tardío.
El maíz temprano, que normalmente se siembra en septiembre/octubre, no se pudo sembrar por falta de lluvias oportunas, o el rendimiento esperado resultará prácticamente nulo.
También se remarca que un alto porcentaje de la superficie de la región se encuentra en producción bajo la forma de alquiler, un productor con poca superficie propia que alquila y siembra el campo de otros. Lo observado indicaría para estos casos un quebranto económico generalizado.
Estimando resultados económicos para la producción en campo propio, el quebranto sería en el 90 por ciento de los lotes de trigo/soja de segunda, en el 60 por ciento de aquellos sembrados con maíz, y en el 40 por ciento de los lotes con soja de primera.
En los casos (cercanos al 55 por ciento de la superficie sembrada total) en que el productor paga un precio por el derecho de uso de la tierra (en forma de alquiler o aparcería) el quebranto resultará cuantitativamente insostenible para una gran parte de los productores.
«La dramática situación climática es una carga más para un sector clave de nuestra Argentina, sector que no puede seguir tirando de un carro con ruedas cuadradas», concluye el informe de la Aianba.