El expresidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva calificó hoy como «el rey de las fake news y de la estupidez» al mandatario Jair Bolsonaro, quien lo acusó de ser partícipe de «la mayor corrupción de la historia de la humanidad», durante el debate presidencial para el balotaje del 30 de este mes que se realizó en el canal Bandeirantes.
En medio de una expectativa a nivel global para definir el futuro de Brasil, el debate mano a mano entre Bolsonaro y Lula se trató de un intercambio de acusaciones y de visiones con alta tensión, y en un momento el actual mandatario tocó el hombro del líder del Partido de los Trabajadores (PT), algo que no le gustó.
Bolsonaro intentó vincular a Lula al narcotráfico por hacer campaña electoral en las favelas de Río de Janeiro mientras el jefe del PT lo rebatió diciendo que el jefe del Estado está vinculado al crimen organizado de los parapoliciales de ultraderecha que mataron a la concejala Marielle Franco en Río de Janeiro en 2018.
El líder del PT, vencedor de la primera vuelta, le dijo a Bolsonaro que durante su gestión el aumento real del salario fue de 74% entre 2003 y 2010. «Me gustaría que expliques por qué hace cuatro años no das un aumento real de salario mínimo y por qué el crecimiento promedio de tu gobierno es 2% cuando el mío era de 4%».
Lula dijo que Bolsonaro se río de los muertos por Covid-19. “Fuiste al velorio de la reina de Inglaterra y no consolaste a ningún padre que perdió hijos en la pandemia. Queda mal que mientas, sos el rey de las fake news”, agregó.
El mandatario cargó contra la corrupción del escándalo del Petrolao en Petrobras asesorado por el exjuez Sérgio Moro, hoy senador nacional, que volvió a ser aliado de Bolsonaro luego de haber renunciado como Ministro de Justicia.
Fue una de las grandes noticias de la noche el regreso de Moro a ser asesor del ultradrechista al que denunció por haber obstruido investigaciones.
Lula logró llevarse el primer tramo del debate al insistir en el rol de Bolsonaro en la pandemia, acusándolo de ser «negligente» con la adquisición de vacunas.
La corrupción fue una de las batallas del debate, con Bolsonaro buscando aumentar el rechazo a Lula, que venció la primera vuelta por 48% a 43% y recordando la detención de Lula por parte de Moro, en una escandalosa causa que fue anulada por el Supremo Tribunal Federal (STF, corte suprema).
«Lula fue liberado por un juez de la Corte amigo», dijo Bolsonaro, a lo que Lula omitió recordar el fallo del STF que anuló las causas en su contra y lo consideró inocente por lawfare.
En cambio, el exmandatario defendió su política de Petrobras para la suficiencia energética y fustigó la venta de la red de distribuidoras BR al sector privado. «Este gobierno está importando gasolina porque no quieren construir refinerías», sostuvo.
El debate los tuvo de pie y frente a frente en bloques hablando por bloques de 15 minutos.
Ambos se acusaron de mentirosos y Bolsonaro se negó a responder cuántas universidades o escuelas técnicas realizó. «A vos te daba orgullo tener a Lula como presidente, nunca hiciste discursos criticándome cuando eras diputado», afirmó Lula.
Bolsonaro intentó ideologizar la discusión vinculando a Lula con los presidentes de Venezuela, Nicolás Maduro, y de Nicaragua, Daniel Ortega.
«Miren hacia dónde fue la Argentina, el presidente (Alberto) Fernández tiene 40% del pueblo en la línea de la pobreza y ya revuelven basura para sobrevivir. ¿Queremos eso para Brasil, con personas sin calificación intelectual ni moral? ¿Quieren volver a la escena del crimen? Este pueblo respira libertad. Cerraron iglesias en la pandemia y usted no dijo nada. No hay más mascotas en Venezuela porque se los comen», dijo Bolsonaro.
Lula defendió las políticas ambientales y acusó a Bolsonaro de tolerar y fomentar la invasión de tierras indígenas en la Amazonia por parte del agronegocio.
«El ruralista que invade tierras es un bandido, no es un empresario», sostuvo el expresidente Lula.
«Bolsonaro hace cuatro años que no aumenta el salario. Vamos a bajar el mínimo no imponible del impuesto de renta. Vamos a reconstruir el país», dijo Lula, quien afirmó que Bolsonaro fue «el peor presidente del mundo en la pandemia», riéndose de los enfermos.
El debate tuvo audiencia récord en los canales de Youtube y 13 puntos de rating.
Bolsonaro cuestionó la edad de Lula -76 años- y dijo que «ya tendría que estar retirado y no volver al lugar del crimen», además de que alentó el fantasma religioso al afirmar que «el PT quiere liberar las drogas, el aborto y la instalación de baños unisex en las escuelas».
Bolsonaro logró que la Corte Electoral impidiera la divulgación de un escándalo por una declaración calificada como vinculada a la pedofilia, un tema que Lula se negó a abordar. Bolsonaro en otro trecho del debate acusó a los gobernadores del PT de desviar dinero federal para enfrentar la pandemia en «marihuana».
«Vos tenés la conciencia pesada Bolsonaro, te levantás a la madrugada para hablar por Internet», aseguró Lula.
Lula acusó a Bolsonaro de querer expandir el número de jueces de la Corte Suprema y de tener proyectos para ser un «pequeño dictadorcito».
El expresidente cerró diciendo que «en el país hay 33 millones de personas que están pasando hambre y vamos a hacer que el pueblo pueda comer una sado con cerveza porque Bolsonaro cree que el solamente puede, pero nosotros vamos a darle ese derecho a todo el pueblo».
Bolsonaro dijo que el líder del grupo criminal PCC, Marcos Willians Camacho, Marcola, «expresó simpatía por Lula» y sostuvo que la ida a las favelas de Lula estaba vinculada al narcotráfico.
«Soy el único presidente y candidato a presidente que va a las favelas, el lugar donde la mayoría de la gente es trabajadora», dijo Lula.
Pero sin dudas el punto clave de la campaña fue el ingreso de Moro en la campaña para abastecerlo sobre las causas de Lava Jato contra Lula y el PT. El exjuez que encarceló a Lula le dio municiones a Bolsonaro para lo que más busca, elevar para la segunda el rechazo a la figura de Lula y poner la corrupción por encima de otros temas.
En el tercero bloque, Lula dejó a Bolsonaro hablar siete minutos a voluntad, mezclando las iglesias evangélicas brasileñas y la agenda de costumbres y valores con el cierre de las iglesias en Nicaragua, un punto que está siendo nodal en el discurso del ultraderechista.
Por Pablo Giuliano.El Economista