Así lo confirmaron la AT Mayra Silva y la maestra especial Juliana Rodríguez ayer a este diario – Pidieron a los usuarios que sean amables y colaboren con los operarios
Mayra Silva, acompañante terapéutica, y Juliana Rodríguez, maestra especial, parte del equipo del Taller Protegido de la asociación civil Grupo Esperanza, hablaron ayer de la gestión del servicio de estacionamiento medido, que está a cargo, como se sabe, de operarios de la institución.
Mayra explicó que “actualmente tenemos doce operarios, distribuídos en las calles afectadas. El valor de la tarjeta es de cien pesos, por tres horas, y por estadía, trescientos pesos”.
Mientras tanto, destacó Juliana, poniendo nuevamente en el tapete una situación que la institución ya había denunciado el año pasado, destacó que “es muy habitual que alguna persona trata mal a los chicos, porque no quieren pagar, o discuten cuando se les hacen multas, con las que no tenemos nada que ver, porque nosotros solamente vendemos las boletas de estacionamiento”.
En ese sentido, Mayra dijo que “para evitar inconvenientes, es importante que los usuarios se acerquen a los chicos para comprar sus tickets y tengan amabilidad y buen trato para con ellos”, y agregó que hay puntos de venta de tickets de estacionamiento, en todo caso. Pero insistió en que es fundamental que los usuarios colaboren y sean amables con los operarios
Como se recordará, el año pasado la comisión directiva de la asociación civil Grupo Esperanza, que administra el Taller Protegido de Rojas, tuvo que denunciar públicamente a través de sus redes sociales oficiales, que ciudadanos insensibles han agredido e insultado a los operarios y operarias de la institución, que se encargan de la gestión del servicio de estacionamiento medido.
Además, la institución advirtió que serán denunciados ante el cuerpo de inspectores municipales quienes adopten estas lamentables actitudes, en tanto que, consecuentemente, les corresponderá el pago de las multas previstas por norma.
Una situación realmente lamentable, en suma. Cuesta creer que pueda haber ciudadanos que tengan semejante actitud hacia muchachos y muchachas que trabajan dignamente para integrarse productívamente a la sociedad.
Mientras tanto, cabe mencionar que está pendiente una reivindicación de larga data, que afecta a todos los talleres protegidos del país y, por supuesto, a todos sus operarios y operarias, y es la cuestión salarial. Es que, dicho en el marco de los fríos números, parece casi una burla, considerando el costo de la vida en la actualidad: los operarios reciben un peculio de mil pesos por su trabajo. Esto es inaceptable: los operarios y operarias de los talleres protegidos son tan trabajadores como el que más, y ciertamente merecen acceder a un salario que se equipare al mínimo, vital y móvil. Lógicamente, este tema no se resolverá de un día para el otro, pero no estaría de más que los distintos organismos de gobierno, nacional, provincial y municipal, tomen nota de esta situación y, en lo que compete a nosotros, como comunidad, comenzar a empujar de abajo hacia arriba para que la reivindicación salarial que los operarios y operarias de los talleres protegidos necesitan y merecen, sea realidad en un plazo razonable.