La fundadora y directora de la Academia Everest, multipremiada en distintos certámenes, habló en Radio Rojas respecto de la gran presentación que llevará a cabo esta noche para celebrar sus casi cuatro décadas con la institución, marco en el cual, además, hizo balance de su extensa trayectoria
Esta tarde, desde las 19.30, la Academia Everest estará celebrando sus treinta y siete años de vida con la puesta en escena de una gran producción artística denominada “Arte en Movimiento”, que habrá de presentarse en la sala del Teatro Italia.
En la previa de este evento, conversamos en Radio Rojas con la fundadora y directora de Everest, la profesora Marisol Benítez, reconocida trabajadora del campo del arte y la cultura de nuestra ciudad, respecto de la gran presentación que llevará a cabo esta noche para celebrar sus casi cuatro décadas con la institución, marco en el cual, además, hizo balance de su extensa trayectoria.
“En pandemia hubo que pelearla muchísimo y a la vez reinventarnos, con las dificultades que existieron para comunicarnos a través de una pantalla, y lo bueno de todo esto es que se mantuvo el vínculo y los alumnos que tenía antes de ese suceso todavía siguen siendo los alumnos que forman parte de la Academia; es más, es para destacar que han desarrollado una capacidad de velocidad y de compresión y de aprovechar el tiempo que antes no se tenía. Para dar un ejemplo, antes, para hacer una coreografía de competencia estábamos medio año y ahora en ese mismo tiempo hacemos un montón de coreografías, o sea que hemos aprendido a no perder el tiempo, lo cual es muy positivo. También hemos aprendido a entendernos con gestos, con pautas, con estímulos, que también está buenísimo para nosotros, que no tenemos que estar marcando todo el tiempo lo que no corresponde”, relató Marisol, balanceando los pro y las contras de un proceso que afectó muchísimo a los colectivos artísticos y culturales durante la pandemia.
Pero la danza siempre estuvo ahí: “Empecé danza a los tres años por una cuestión de salud, fue algo que me encantó y quedé maravillada, me recibí con Graciela (Gallo) y ahí comenzó mi búsqueda acerca de lo que quería hacer. Y sinceramente también fue un trabajo familiar porque mis padres me enseñaron que tenía que trabajar y luchar por lo que quería, así fue que empecé a dar clases a amigas de mi mamá en el garaje de mi casa cuando salía de la escuela. Además, como me encantaba, Graciela me dio la oportunidad de cubrir sus clases siendo muy pequeña. Eso me gustó mucho y significó una puerta muy grande, que es algo que hoy lo sigo haciendo con mis alumnas”.
¿Y cómo comenzó la historia de Everest? Así: “Fue en un acto de la Escuela 15, tenía a mis alumnos del Solar Felíz allí, y la directora me pidió que hiciera un acto, así que me animé. En ese momento vino un periodista y me preguntó como se llamaba mi escuela, y todavía no sé por qué, le dije Everest. Sería porque quería llegar a un lugar alto, pero la verdad no tengo ni idea. Pero en definitiva quedó Academia Everest, donde arranqué con mis tres primas, que aún siguen bailando y que van a estar en este festival, así que acá estamos firmes, 37 años después”, sonríe Marisol.
UNA FAMILIA
“En estos 37 años ha pasado de todo, pero en principio de lo que no me puedo quejar es del apoyo de la gente; de hecho, a cada lugar al que voy tengo la suerte de encontrarme con alumnos y exalumnos, con quienes tengo una relación fantástica; y la comunidad en general siempre nos ha ayudado con todas las propuestas que hemos tenido que hacer para juntar dinero, porque no siempre está el apoyo para la cultura. Entonces es como que nos acostumbramos a tener que lucharla; y entre nosotros también hacemos todo el trabajo: el vestuario, la iluminación, el maquillaje. Y no solamente hablo en lo particular, sino de todos los actores de la cultura, que tenemos que reinventarnos para poder brindar algo completo al alumno, que a su vez se van acostumbrando a la tarea, y no solo lo hacen en lo que es el baile, sino también piensan su vestuario, algo que es sumamente valorable”.
LA VIEJA ESCUELA
“Lamentablemente quedan pocas escuelas como la nuestra a nivel país, lo que es la ‘vieja escuela’ como le llamo, donde los alumnos se aprenden a maquillar, donde hay escenografía, se hacen su vestuario, planifican sus coreos (coreografías), donde tienen libros para estudiar; y creo que van quedando menos porque todo cambia, todo es más rápido. Internet también ha modificado ciertas cuestiones; y además influyó la pandemia, porque las escuelas que no tenían un gran apoyo directamente no pudieron continuar, tal es así que de la época en que hacíamos los torneos de nuestra academia un cincuenta por ciento de las escuelas han tenido que cerrar porque no han podido abordar alquileres, los alumnos no han podido continuar conectados, o sus familias estaban complicadas para brindarles ese tiempo, cosa que por suerte a nosotros no nos pasó. En ese sentido tengo que ser agradecida a las familias, porque desde el día uno hasta hoy nos han acompañado y sin ellos nada sería posible. En definitiva las familias nunca se desvinculan de la academia porque tengo hijos de alumnos, nietos, y todo más allá de que la seño, como me llaman, es exigente, que es algo que también hace que seamos una familia, porque es la misma exigencia de siempre. Además los grupos son abiertos, los alumnos tienen la posibilidad de elegir lo que les parece mejor, no hemos tenido conflictos. Y soy una bendecida de trabajar de lo que me gusta, lo que no ha muchos les pasa, y por eso le dedico la cantidad de horas que le dedico. Y mi familia ya se acostumbró a que esté soy fulltime, y que si no es el teléfono es la compu. Pero este es mi trabajo y yo me debo a él”.
EL MUNDO DE LA DANZA
“Del CePEAC me llamaron para que diera clases, pero sucede que uno cuando entra en la parte de las escuelas los requisitos son diferentes. Paola Coronel es mi amiga de siempre y lo lleva muy bien; y si bien es solamente para el folklore, considerando que podría ser un poquito más abierto, está siendo abordado muy en serio, con mucha delicadeza. Ojalá surgieran más espacios como éste, porque estoy segura de que si hubiera más arte, pero no como materias extracurriculares, sino más materias de cultura, de arte, los chicos tendrían un aporte mucho más grande a su educación. En lo personal trabajo también en el Plan Envión, que es un lugar hermoso para compartir con los chicos y lo que veo y siento es que el arte está manteniendo a los grupos: todos están comprometidos, con ganas, y eso me pone feliz, como me pone feliz lo del CePEAC, de donde van a surgir profesores con sus títulos, al igual que pasa en nuestra academia, donde capacitamos a las alumnas y de manera permanente todas estamos estudiando porque uno no puede quedarse en lo que aprendió, sino que hay que actualizarse todo el tiempo. Hay mucho por hacer, aunque quizás pasa a veces que se tira la toalla porque muchas veces uno mismo se tiene que hacer cargo de todo; o bien pasa que la gente elige irse a otro lado porque piensa que no hay nada en Rojas, y yo quisiera saber cuánta gente ha ido a ver los festivales de mis colegas y mis compañeros: estoy segura de que solo acompañaron las familias, cuando la realidad es que son espectáculos para toda la comunidad, y los hacemos pensando en días en los cuales no hay otras ofertas en el mismo sentido, en los mejores y más cómodos lugares. Se dice que ‘en Rojas no hay nada’ porque nos acostumbramos a decir que no hay nada; pero lo cierto es que hay, que hay mucho y puedo asegurar que lo que hay es de muy buen nivel, con mucho trabajo atrás”.
OTRO GUSTO: EL TEATRO
“Por otro lado estoy abocada a mi faceta teatral con ‘Agenda para Solteras’, donde me encontré con Diego Albamonte, que es mi amigo de toda la vida, y siempre le preguntaba cuándo me iba a dirigir. Así que surgió esta propuesta, y se van a venir muchas más: ahora es como que encontré la balanza, por un lado de seguir siendo la persona que está instruyendo, capacitando, y también de la otra parte, de ser dirigida; y además una cuestión muy importante, que es el hecho de reconciliarme conmigo porque muchos años dejé de bailar. La danza tiene una parte que no es positiva en sus comienzos que es la anorexia. Pasaba antes que si no eras completamente delgada no podías estar arriba del escenario o decían ‘mirá como baila la gordita’, cuestiones que son comunes en el mundo de la danza y que al fin, por todo lo que me tocó pasar, nunca se lo transmití a mis alumnos. En este caso, encontrarme otra vez en el escenario, sola, sin importarme lo que está pasando alrededor, es como un mimo para mí. Mientras tanto trato de enfocar la cabeza en el estudio, ensayar, y a su vez escuchar lo que el director te dice, o sea que el rol es diferente al de la escuela. Me toca compartir en ‘Agenda…’ con un grupo bárbaro y después está Diego, que es recopado, que tiene las palabras justas y te deja buscar el camino, aspecto en el cual somos muy parecidos. Considero que eso es parte de ser buen director, permitir que búsques el camino; y no solo en la danza, sino que lo creo también necesario para la vida. De hecho no podría aceptar que haya clones, y por eso mi niña menor, que es una bailarina increíble, fue por su propio camino, con movimientos que no son los míos y lo respeto. Y la menciono a ella, que es a quien podría moldear por ser mi hija, pero no lo veo de esa manera: ella, en esto, debe ir por su propio rumbo”.
“ARTE EN MOVIMIENTO”
“Arte en Movimiento está dividido en dos partes: por un lado tenemos una parte con las coreografías que están preparadas para competencias, que tienen mucho show, y la segunda parte ingresan mis alumnos de Envión con su fase teatral. Lo que hicimos fue representar no solamente con videos escenografías y danzas las películas que me han marcado no solamente a mí, aunque hay una en especial, ya que el resto las eligieron los alumnos, de modo que cada uno eligió su propia película a representar, y eso es ‘arte en movimiento’, porque se luce el maquillaje que nos hace Bettina, el vestuario de Vivi Ojeda, la parte de video que corre por cuenta de una alumna que está estudiando en el IAM de Buenos Aires, la parte de audio, con mi compañera de la Academia Everest Pergamino, y mi esposo, que está en los demás detalles técnicos. Todos conforman ‘arte en movimiento’, que después tiene como protagonistas a los alumnos, desde los más chiquitos de dos años hasta las chicas adultas que han vuelto a bailar. Es un espectáculo que no será muy largo ya que no tenemos invitados. Lo vamos a hacer en el Italia, un lugar donde no es fácil montar una puesta de estas características, con 22 coreografías, lo cual para un festival quizás no es mucho, pero sí se van a encontrar con una producción y un trabajo más que interesante, combinando teatro y danza. El espectáculo comenzará a las 19:00 horas, quizás con unos minutos de retraso porque es día de comuniones, con entradas anticipadas a un valor accesible, que nos permitirá de alguna manera solventar todo este trabajo, que ha sido muy difícil. De hecho estoy más que agradecida a la gente del Teatro, a Martín Jacquin, Kechu Rodríguez, que siempre están con nosotros, y por supuesto a las familias que apoyan. Por todo este esfuerzo y por el nivel del espectáculo invito a toda la comunidad a que se acerque a ver una muy buena propuesta y sobre todo emocionante”.