Luego de ejercer durante décadas su profesión de kinesióloga fisiatra, Liliana tuvo que afrontar un retiro obligado, lo que le causó una profunda depresión – Pero decidida a encontrar una motivación para su vida, se volcó a su pasión de siempre: la pintura – Hoy participa de una importante muestra conceptual en el Palacio Barolo, en la CABA, y continúa preparando nuevos proyectos
Luego de ejercer durante décadas su profesión de kinesióloga fisiatra, Liliana Lionetti tuvo que afrontar un retiro obligado, lo que le causó una profunda depresión. Pero decidida a encontrar una motivación para su vida, se volcó a su pasión de siempre: la pintura. Hoy participa de una importante muestra conceptual en el Palacio Barolo, en la CABA, basada en La Divina Comedia, del Dante, y continúa preparando nuevos proyectos.
“Empecé como terapia en una primera instancia, porque después de dejar de ejercer mi profesión durante treinta años de manera obligada por problemas de salud, me sentí en un momento con una quietud y un vacío muy importante, con lo cual tenía que comenzar a hacer algo distinto. Soy kinesióloga fisiatra y ejercí durante tres décadas en el Hospital Unzué. También estuve en Buenos Aires, en el hospital de Clínicas y el hospital Naval, en tanto me formé en el hospital Durand. Llegó un momento en que por problemas de salud y varias operaciones tuve que dejar mi profesión, con mucha tristeza, con terapias. Pero gracias a eso descubrí una nueva faceta en mi vida, aunque es cierto que de chiquita iba a clases con (Nicolás) Belcuore, al Centro Cultura. Además en la escuela me gustaba pintar”, relata Liliana, de visita esta semana en los estudios de Radio Rojas.
-¿Por qué elegiste una carrera profesional en salud?
-Tuve siempre una inclinación por la salud porque siempre me gustaba ayudar en lo que pudiera. Y realmente me sentí muy acompañada, sobre todo por el amor que fui recibiendo de los pacientes, un amor que era recíproco, y por eso lo sentí bastante cuando tuve que dejar. La fisiatría es más dedicada a la rehabilitación, con lo cual tuve que atender muchos pacientes con ACV, personas con capacidades diferentes, todas personas bellísimas. Casualmente me ha tocado mucho la muerte de “Pepi” Nolasco, que tuve el honor de recibirlo cuando se vino de La Plata a Rojas, ya que justamente allí lo atendía un colega, Néstor Rosendo. Por eso pudimos interactuar para llevar su plan de recuperación. Arranqué muy joven con la profesión, en aquel momento de la mano de Roberto Beroldo, que con su esposa me dieron todo el apoyo, y por eso les tengo un afecto muy grande.
-¿Y cómo comenzaste a adentrarte en la plástica?
-Digamos que soy autodidacta, siempre con mucho respeto hacia los artistas plásticos. Así fue que al momento en que mis hijos se independizaron y siguieron sus vidas, además de la obligación de dejar de ejercer, comencé a sentirme sola en casa, más aun siendo tan inquieta a raíz de que trabajaba mucho y atendía en varios domicilios. En ese tiempo, primero una amiga y después la psicóloga, me aconsejaron que arrancara por el arte, así que fue que Mercedes Antonelli, que pinta bellísimo, fue mi primera guía, con lo cual viajaba una vez por semana a Carabelas para unirme a ese grupo tan lindo desde lo humano. En ese entonces todavía no estaba operada. En tanto, cuando pasó lo de la operación, tuve que dejar también el pincel y surgió la pregunta de cómo continuar. Así fue que arranqué a ahondar en YouTube, porque justo fue en el momento de la pandemia, y con los videos y los consejos de una amiga que tengo en España pude continuar.
-¿Cómo te trató en lo particular el proceso de la pandemia?
-La pandemia fue muy dura para mí. Tuve dos terapias importantes, con psiquiatras y psicólogos, porque no le encontraba sentido a la vida sin mi profesión. Pero parece que ahora me ha dado una nueva vuelta más. Entendí que la vida es por ciclos, que me tocaba dar un paso al costado en la profesión y abrir otro camino a través de los colores. Tan bien me ha hecho esta tarea que mi marido me armó un taller de pintura.
-¿Qué técnica utilizás?
-Lo que caracteriza la técnica que utilizo es que no usás pincel: la creó Jackson Pollok, que viene del ámbito del goteo, y David (Alfaro) Siqueiros, y lo hicieron accidentalmente, porque ellos pusieron diferentes pinturas y notaban que al tener diferente densidad y peso fluían distinto. Así Pollock emigró a Nueva York a crear un taller experimental para estudiar las densidades de los pesos y los pigmentos de la pintura. Pollock maneja la técnica del goteo, que es simplemente verter la pintura de la lata directamente, o a través de un medium para ayudar a desplazarla. Dependiendo de cómo se la vierte se crea un movimiento, o si no a través de un cepillo duro o un pincel en desuso. Es una técnica complicada, donde hay mucho enchastre. De hecho en el taller tengo todo acartonado porque salpico hasta al gato (risas), así que me divierto mucho. Es algo que me cambió la vida, porque era muy extrovertida e inquieta, socialmente activa, y lo que me pasó me había alejado de esa personalidad, pero apareció esto que me lleva a otro mundo, que no me hace pensar en cosas tristes y me da fuerzas. Una vez que tuve que tuve que dejar el pincel anduve indagando sobre cómo podía continuar ya que estaba muy limitada en muchas cosas, y fui buscando a través de prueba y error, de varias enchastradas, de obras que no salían bien. Mientras tanto mi amiga de España, que sabe mucho de pinturas y de colores, me fue indicando el camino, pero es una técnica que no ella no conocía, por lo cual me las fui arreglando sola. Luego hice un curso on line de pintura asfáltica, pero me intoxiqué tanto con el olor que no pude seguir, así que descarté y continué con el acrílico fluido que me encanta, con un medium, lo que me permite estar en movimiento. Trabajo sobre lienzo, sobre MDF, sobre muebles, y generalmente los lienzos los compro ya con la imprimación, porque son muy caros.
-¿Y cuándo aparece la posibilidad de comenzar a mostrar tu obra?
-El año pasado me animé a exponer gracias a dos amigos como Sergio Del Popolo y Marina González, que conozco desde la infancia, y me impulsaron a que lo haga. También se sumaron amigas de Rojas que pudieron ir y otras que me acompañaron a la distancia. Después de tantas pruebas y errores las obras fueron apareciendo y parece que han gustado. De hecho el año pasado tuve dos menciones muy lindas. Después me contacté con otras artistas muy destacadas que también estaban pintando, entre ellas Mariana Olivero, que es una escultora que hace cosas muy bellas y pinta, y fue la que ganó el primer premio en esa muestra. Nos contactamos, intercambiamos tarjetas, y a través de ella apareció una curadora que vio una de mis obras y quería una de ellas, que es justamente la que está expuesta ahora en el Barolo y se llama “Golden”, que está elaborada con una técnica de pouring específicamente. Es de 40×50, de acrílicos fluidos sobre bastidor, y es muy bonita.
-¿Utilizás alguna paleta específica?
-No trabajo con una paleta de colores en particular. La genero de acuerdo al estado de ánimo y otras veces le consulto a mi mamá, que me va indicando. Generalmente elijo los ocres o los verdes, y estoy empezando con el rojo, con el cual hice una pintura que se llama “El mundo habla”, que tiene algo de tristeza.
-¿Y a la hora de crear?
-Normalmente fluye. Por ejemplo, hay veces en las que vierto la pintura y hace lo que ella quiere; pero otras veces hace lo que yo quiero, así que voy girando el bastidor, o con la espátula, o con un cepillo de dientes duro, o con la inclinación misma, para distribuir el material. También existe una técnica holandesa en la que se utiliza un secador de pelo de modo que la mayoría de mis trabajos los hago de esa manera.
-¿Cómo vivíste la inauguración de la muestra en el Barolo?
-Luego de haber estado en el Barolo volví bastante inspirada, ya que allí hay cosas bellísimas, y también se hizo una ceremonia de apertura bellísima, con cien obras expuestas, todo muy bien presentado. E incluso me encontré con Sandro Ponce de León, que es nacido en Rojas. El que pueda ir a visitar el Palacio Barolo que lo haga: se van a encontrar con un lugar que en la planta baja representa el infierno y la alta es el cielo, ya que la muestra ocupa 22 pisos del Barolo, por los 22 versos de la Divina Comedia.
-¿Cómo es tu vida ahora?
-Entre otras cosas, estudio italiano de manera virtual con algunas amigas desde hace cinco años; es un idioma muy romántico y tenemos muchos italianos en el país y más precisamente en Rojas.
-¿Sos de consumir arte?
-Si. En Argentina tenemos artistas que hacen cosas brillantes, Florencio Molina Campos, Quinquela Martín, a quien conocí a través de una paciente que tenía muchos cuadros suyos, todos fantásticos. También, por ejemplo, lo fui a ver varias veces a Sergio, a su sobrino Javier Vargas, que es un bandoneonista tremendo. A través de Sergio hemos recorrido muchos espacios, incluso su pareja también pinta, y hemos tenido una conexión bellísima, aunque en su caso lo hace con acuarela, que requiere más paciencia.
-¿Elaborás obras individuales o planeás alguna serie?
-Por ahora estoy haciendo trabajos individuales, pero sí tengo la idea de armar una serie porque me gusta pintar cuadros grandes: de hecho tengo cuatro obras grandes de 120×140 que envié para un concurso, que son obras que sequé al aire libre, son figuras psicodélicas espectaculares.