La excepcional artista brasileña ofreció un brillante y ecléctico recorrido musical, donde no faltaron ni Yann Tiersen ni Egberto Gismonti, ni las propias composiciones de la pianista, que se llevó una merecida ovación del público este viernes en el Cultural
La excepcional pianista y compositora brasileña Marian “Mariri” Tabacow, de paso por Rojas, brindó éste viernes en el Cultural (colmado) un concierto de altísimo nivel, en el que recorrió un repertorio ecléctico y sugestivo, compuesto por obras de artista de la talla del cubano Miguelito Núñez, del insigne Egberto Gismonti, también brasileño, y del francés Yan Tiersen, entre otros, además de las propias composiciones de Mariri. Destacamos además la participación de Martina Kranzelic en bajo, en la parte final del concierto.
Tanto en su calidad de intérprete como de compositora Mariri muestra y demuestra un acercamiento fluído y natural a la música: sin solución de continuidad, puede abordar una obra clásica de Debussy signada por la etapa más impresionista del francés, o ejecutar un estudio de Gismonti endemoniadamente complicado (por el cual recibió la primera gran ovación de la noche), o sumergirnos en la magia de sus obras, como la hermosísima “Sobrado na ladeira”. Además, la cálida voz de la artista acompañó algunas de sus obras, en una mixtura de alta sensibilidad musical.
Mariri es una pianista y música de elevada formación clásica, con un acercamiento natural y orgánico a la música popular, para generar una capacidad de expresión propia y particular, que la conecta con el hecho musical a la manera de un ilustre compatriota suyo, Hermeto Pascoal, prácticamente jugando con las posibilidades de cada nota.
“En Rojas la estoy pasando muy bien, tengo muchos amigos aquí, es una ciudad muy tranquila, que ya está en mi corazón y tengo deseos de volver, porque ahora ya me estoy yendo: primero paso por Uruguay y luego hacia Brasil, con el objetivo de llegar al norte del país para conocer más de su cultura, y así seguir por otros lugares de América Latina, como por ejemplo la Amazonia, siguiendo por Perú y Colombia”, nos contó esta semana en El Nuevo en Radio.
“Nací en Espíritu Santo, entre Río y Bahía, donde estuve hasta los 5 años, cuando me fui a Florianópolis. Por eso me consideró de allí ya que me crie en ese lugar, que fue además donde mis padres me introdujeron a las clases de música con una maestra muy especial que es Antonieta Kraus, que educó a muchos colegas que hoy son profesionales. En esos momentos hacía un poquito de todo, de manera grupal la mayoría del tiempo, donde tocaba la flauta, percusión, piano, hasta que me quedé en el piano, aunque también seguía con la flauta. Como mi padre vio que podía avanzar en el tema de la música me llevó a una escuela privada, hasta que a los 15 años comencé a tomarlo realmente en serio, mientras que definitivamente apareció la llave cuando me fui por intercambio del Rotary Club a Alemania, donde daba clases privadas de piano por el método Suzuki, un método japonés donde se aprende mucho mirando y memorizando”, relata luego.
“Allí estudié, además de piano, canto coral, así que participé de un coro al que me llevaba mi maestra. Pude tocar en una iglesia acompañando a un coro, y más allá de que estaba muy metida con la música, todavía estaba en la duda en cuanto a la continuidad de los estudios, porque también pensaba en hacer biología marina, ya que justamente estaba en una zona con mucho contacto con el mar. Estuve interiorizándome en diferentes cuestiones de la biología marina, pero finalmente me decidí por la carrera de música”, confiesa.
Así, prosigue, “al principio pensaba ser una pianista de concierto, pero eso fue cambiando con la realidad misma, porque al volver a Brasil comencé la carrera universitaria en Florianópolis y en el medio del curso estaba muy cansada de estudiar todo lo que la gente me decía, cuando yo quería hacer otras cosas. Justamente en ese tiempo hice un viaje a República Dominicana donde tengo una tía querida, así que allí sentí la onda mágica del Caribe. La tía me dijo que, si quería continuar con ese camino que fuese a Cuba, que existía la misma onda, pero a su vez mucho más fuerte. Así que después de un tiempo me fui a Cuba, donde tuve la oportunidad de estudiar otros instrumentos. En Cuba me encontré con un panorama similar al de Alemania: con la voluntad del gobierno de formar artistas, deportistas. O sea que estaba estudiando con músicos sumamente profesionales, pero veía que ellos arrancaban desde muy pequeños con la música, hay escuelas por todo el país, entonces a los 18 años la gente tenía un nivel increíble. Por eso me sentía rara, ya que tenía 24 años y todos los jóvenes tocaban mejor que yo (risas)”.
“En esos dos años en Cuba estudié trompeta, percusión, tumbadora, donde aparece la herencia afro, con muchas similitudes con Brasil, porque muchos de los pueblos que llegaron allí también lo hicieron al nordeste de Brasil, o sea que encontré ritmos hermanos. Además, estudié un poco de canto, piano y composición, arreglos. Con mi maestra, Odalis Villavicencio, una persona muy importante para mí, comencé a experimentar en el tema de las composiciones, porque ella nos llevaba a tocar con su grupo, ensayaba con nosotros y nos trasladaba muchos conocimientos, e incluso hicimos grabaciones en su casa”, relata.
Luego, nos cuenta, “de regreso a Brasil terminé la universidad y me vine a Argentina a hacer un curso sobre artística cerca de Buenos Aires, con Sergio Mercurio, algo que también fue muy importante, un genial maestro, que tiene un taller con su compañera, el cual me hizo cambiar la forma de expresarme artísticamente. Estuve tres meses, donde trabajé en el Centro de Día, hice muchos amigos, di clases de música, trabajé de moza, coseché muchas experiencias de vida, hasta que regresé a San Pablo, donde estuve los últimos seis años trabajando como maestra de piano y fue donde hice mis primeras grabaciones”.
Mariri es autora de “Cuatro Movimientos”, una composición absolutamente fantástica, que constituye su primer disco: «La obra es una composición propia y fue la primera vez que entré a un estudio, donde tuve la suerte de tener a mi madre a mi lado, que me apoyó para realizar el proyecto. Nos encontramos con mucha gente porque la idea era hacer videos, los cuales los tengo en mi canal de YouTube. Son videos en los que aparecen cuatro formaciones: una de piano solo, un dúo con flauta, un sexteto de jazz y otro sexteto con una formación más amplia, con trompeta y otros instrumentos, que la terminan haciendo más compleja». Ene se contexto, nos dice que “busco experimentar jugando, y lo mismo sucede cuando le pido a la gente que se acerque, que canten, que acompañen, es algo que siempre intento que pase, para que podamos disfrutar todos el momento. Cuando vine a Rojas estaba un poco alejada de la música, pero me fui reconectando, algo que me hizo muy feliz porque me pude reencontrar con el público, y creo que eso es lo que expreso en una de las canciones, que hice para una amiga, y también hay otra que me gusta mucho y la hice para una banda sonora».
También explica que «la grabación la hice con amigos de una escuela que me hace acordar mucho a Cuba, la ESEMP Tom Jobim, son músicos geniales, que también dan charlas y discursos, es una escuela que la recomiendo a todo el mundo y está en San Pablo, y la composición la armé para un festival que se hace en Uruguay».
DE MÚSICA Y MÚSICOS
«Cuando compartís algo que creaste y otra persona lo toca también es un creador, y hay veces que hasta se forma una nueva obra, que hasta en varias oportunidades me termina sorprendiendo. Incluso termino incorporando cuestiones para mi música, porque cada persona interpreta la música o la poesía de diferente manera. Es lindo que todos los que participamos de un proyecto tengamos la libertad de expresarnos. Muchas veces pienso en que algunas cuestiones de los videos se podrían cambiar, pero un amigo me dijo que el momento de la grabación es como una foto, donde retratas ese momento, que puede después gustarte o no, pero es lo que tenía que suceder en ese momento. Vengo en un momento muy pop en mi vida y escucho el hip hop, mientras tanto me gusta ir descubriendo o aprendiendo algo diferente, porque eso me permite crecer, incorporar y sobre todo abrir la cabeza de la mayor manera posible. Trato de ser curiosa y no paro un segundo, así como quiero conocer todos los idiomas, también quiero saber tocar todos los instrumentos. A veces algunos me dicen que todo no se puede, pero yo trato de seguir lo que me dice mi corazón, y el mio me plantea siempre desafíos nuevos».