Por su incidencia en el conjunto de la economía, la industria de la construcción es considerada como uno de los termómetros más eficaces para medir la salud de la actividad productiva nacional. Capaz de encender los motores en momentos de prosperidad, su retracción puede ser sintomática de inconvenientes más profundos en el comercio y los niveles de empleo. Los datos negativos del 2023 y las protecciones para el 2024 estimadas por los principales actores productivos del sector anticipan que las preocupaciones irán en aumento.
El Índice Construya relevado entre noviembre y diciembre de 2023 arrojó cifras en picada. En la provincia de Buenos Aires, el 50% de los encuestados afirmó que el sector registró una caída en la actividad en el último año y ven un “futuro incierto” para el año en curso.
Los resultados de la 23ª edición del Estudio de Opinión Construya indicaron que el 53% de los participantes de todo el país experimentaron una disminución en su nivel de actividad en los últimos doce meses, mientras que el 34% logró mantener su actividad.
El 2024 para la construcción, según sus protagonistas
En cuanto a las perspectivas futuras, el 46% prevé un descenso en su actividad de la construcción, el 27% espera que se mantenga y un 18% prevé un aumento.
La incertidumbre cambiaria “afectando al 30% lidera las dificultades” seguida por la “menor disponibilidad de financiamiento y el mayor costo de construcción, ambos con un 15%”.
Entre algunos de los facilitadores, “la construcción como refugio de valor destaca con un sólido 46%” pondera el estudio. Las obras privadas nuevas medianas y pequeñas son el segmento que más impulsa la demanda, elegido por el 51% de los encuestados.
Del relevamiento participaron 436 profesionales de la cadena de valor de todo el país. Según los resultados, en Buenos Aires, la región con mayor proporción de respuestas, el 50% de los participantes manifestó una baja en su actividad en los últimos doce meses.
Industria de la construcción: los números que ponen freno a uno de los motores de la economía
Entre el 34,6% de los arquitectos y 65,4% desarrolladores, constructores y distribuidores de materiales consideraron que su actividad disminuyó en relación a doce meses atrás. En tanto, 34% mantuvo su ritmo de tareas y 11% indicó que tuvo una mejora en comparación con igual período de 2022.
Por su parte, el Indicador de Expectativas Construya (IEC) que mide la opinión de los encuestados sobre cómo evolucionó su actividad en los últimos doce meses es mayormente negativo.
Del total de encuestados, el 46,6% indicó que desarrolla sus actividades en Buenos Aires. En la Región Buenos Aires el 50% vio una disminución de su actividad en el último año, un 29% consideró que se mantuvo en el mismo nivel y el 15% opina que aumentó.
Los principales desafíos que enfrentaron los encuestados al llevar adelante su negocio “fueron la incertidumbre cambiaria 29%, el mayor costo de la construcción 14%, menor disponibilidad de financiamiento 17%, el mayor costo de construcción 14% y la menor disponibilidad de financiamiento 17%” precisaron.
En cada caso, también mencionaron “la escasez de mano de obra calificada, la menor inversión en obras privadas y la presión impositiva”.
Entre los constructores y arquitectos, el 41% “respondió que espera una caída de su actividad en el próximo año. Las inmobiliarias y los desarrolladores se mostraron más optimistas que el resto de los eslabones de la cadena de valor”.
A este escenario, hay que agregar la incertidumbre generada con el freno a la obra pública nacional anunciado por el gobierno de Javier Milei y la incertidumbre que genera su reemplazo por el modelo «a la chilena» en materia de incentivos al sector privado para realizar inversiones en base a criterios de rentabilidad.