En la jornada de ayer nos dejó físicamente quien supo ser funcionario en diferentes gestiones, que trascendió por la impronta tan particular en la tarea profesional y por haber sido una persona amigable, que supo ser dueño de locales nocturnos, concurrente habitual a las tradicionales confiterías de la ciudad.
Honda consternación causó en las primeras horas de ayer la noticia del fallecimiento de Eduardo Lalo Pubill, una persona ampliamente conocida en la ciudad, tanto por su profesión como por su estilo tan particular de vivir la vida, compartiendo largas charlas con amigos en las diferentes confiterías de la ciudad.
De profesión arquitecto, bohemio por elección, tal como lo dice el título con que recordamos su paso por esta vida, haciéndolo con todo el respeto, para una persona que siempre supo ser gentil en cada ocasión que se lo convocó a conversar con este medio en su tránsito por la función pública, incluso aconsejando en los diferentes procesos de la empresa.
Lalo Pubill fue un arquitecto que trabajó sobre una impronta muy particular, siempre con una mirada hacia el recupero, buscando darle vida a viejas construcciones, para generar espacios totalmente modernizados.
A través de su profesión llegó a integrar diferentes gestiones de gobierno hasta su jubilación, siendo una de sus últimas participaciones en el período que estuvo encabezado por el ex Intendente Claudio Rossi, donde fue Director de Planeamiento.
Inmediatamente después de recibirse, Lalo no se inclinó directamente por el mundo de la arquitectura, sino que buscó diferentes caminos dentro de la noche rojense, siendo el propietario del Bar El Viejo Naranjo, un lugar muy concurrido por los jóvenes de aquel entonces.
Lalo Pubill, que se despidió de este mundo a los 74 años, estaba casado con Nancy Luján Sartori y tenía dos hijos, Rocío y Agustín.
Desde El Nuevo Diario Rojense recordamos los momentos compartidos, las charlas, y enviamos nuestras sentidas condolencias a sus familiares y amigos.
