Javier Fay

«Era una carrera desconocida para mi y solo pensaba en llegar»

El atleta nacido en nuestra ciudad, radicado hace más de 20 años en Azul, cumplió con el objetivo de completar los 120 kilómetros que propone La Misión Race, una de las competencias atléticas de ultra distancia más importante del país. En Panorama Deportivo contó el paso a paso de la experiencia.

 

Si bien hace más de 20 años que está radicado en la ciudad de Azul Javier Fay tiene sus raíces en Rojas, tanto en el plano familiar como en el deportivo, siendo un destacado jugador de básquet en su juventud, llegando a integrar el plantel superior del Sportivo Rojas.

Su profesión lo llevó a dejar la ciudad donde nació, sin embargo, lo que nunca dejó atrás es su amor por el deporte, tal es así que fue buscando diferentes variantes en las disciplinas individuales, con un camino muy parecido al que siguió su hermano Luciano.

Pasó por la bici, las carreras de calle, los triatlones y hoy desembocó en las exigentes pruebas de ultra distancia, que le permiten recorrer los lugares más bellos de la Argentina, por ejemplo Villa La Angostura, precisamente donde hace un par de semanas se llevó a cabo una nueva edición de La Misión Race, la carrera que se divide en las distancias de 120 y 160 kilómetros.

En La Misión Race los atletas deben auto sustentarse, llevar su propia hidratación y alimentos, y así recorrer las montañas de a pie, con un tiempo máximo de carrera.

Javier Fay completó la prueba de 120 kilómetros en 40 horas y 21 minutos, terminando en el puesto 9 de la categoría Veteranos B y 33 en la clasificación general.

Desde Azul conversó en Panorama Deportivo, donde contó el paso a paso de la carrera, no sin antes recordar sus inicios en el deporte, cuando picaba la naranja en el viejo piso de mosaico del «Alfredo Bertolotti».

“Mi deporte fue el Básquet de toda la vida, pero después llegó el momento que empezaron a pasar los años y los deportes de contacto no son para uno, comienzan las lesiones, problemas en los tobillos, en los hombros, entonces comencé a buscar otras alternativas, y terminé en este tipo de competencias”, comentó en el inicio de la charla Javier Fay.

“Como toda mi vida me gustó hacer deportes, luego de jugar al Básquet, fui buscando otras variantes, así que al principio arranque con la bicicleta, haciendo mountain bike, luego carreras de aventura, carreras con distintas disciplinas, con kayak, bicicleta y pedestrismo, también hice algunos triatlones, y con las carreras de trial arranqué no hace tanto, porque antes hacía maratones de calle, de hecho hice pruebas de 10, 21 y 42 kilómetros, pero nunca en montaña, hasta que me decidí y me gustó mucho, sobre todo porque se trata de otra cosa, porque son carreras que nos solamente te atrapan desde el esfuerzo físico y el entrenamiento, sino que sirven para pensar, siempre dejan alguna enseñanza o moraleja, por eso me entusiasmé con la modalidad”, declaró.

El multifacético deportista sostuvo que “siempre entrené solo, salvo en un etapa muy cortita cuando hice tría tuve un entrenador, pero generalmente solo, y cuando arranqué con estas carreras de ultra distancia busqué ayuda porque la realidad es que no son fáciles de preparar, tienen una preparación totalmente diferente a una carrera de calle, hay otro tipo de volumen y rutina de entrenamiento, y la que me ayudó mucho fue otra rojense que hizo la carrera en alguna oportunidad, es Virginia Auddifred, que está radicada en Tucumán, ella está en un nivel de elite y tiene gran experiencia en carreras de ultra distancia y en montaña, con lo cual me dio muchos consejos, me fui guiando en el entrenamiento.

Después tuve contacto con una profe de acá que me ayudó con la parte física, en la parte de la fuerza y el equilibrio, que lo tenés que trabajar al máximo, sobre todo en las piernas, que se someten a una exigencia máxima”.

“Entreno tres veces por semana haciendo diferentes tipos de rutinas cortas, que para este tipo de carreras son rutinas de 10 a 12 kilómetros, algunas con trote sostenidos, otras con cambios de ritmo, pero lo más importante de todo son los fondos de los fines de semana, y en ese sentido me veo favorecido que en Azul tengo la posibilidad de ir a la boca de la sierra, donde hay un lugar que si bien no tiene el mismo desnivel que la cordillera, pero es una sierra que nos permite trabajar con desnivel, así que los sábados a la mañana me iba para allí e iba aumentando los volúmenes de entrenamiento, algo que aumentaba por tiempo y no por distancia, o sea que arranqué entrenando una hora, después dos, y ahí hasta que terminé en seis horas que fue lo máximo, porque luego empieza la etapa de descarga, que fue un mes antes, cuando arranqué a retroceder y bajar, hasta que la última semana hice 10 kilómetros un par de veces por semana para activar un poco”, explicó.

Subrayó que “físicamente llegué diez puntos y terminé también de diez, pero lo único que me hizo sentir la carrera fue la planta de los pies, ya que en el kilómetro 80, cuando me saqué las zapatillas me di cuenta que tenía la piel prácticamente despegada por la humedad y el roce, porque en esta carrera hay mucha arena volcánica en las trepadas de los diferentes cerros, que a pesar de tener las polainas se te van metiendo de a poco en la planta del pie, y con la humedad del cruce de los ríos te va limando la zona.

Cuando llegué a Villa Traful hasta tuve la sensación de que iba a tener que abandonar, lo consulté con la gente de la organización y con un médico y me dijeron que no, que le diera tiempo, así que aproveché la hora y media que dormí allí para dejar los pies al aire libre para que baje el edema y la humedad y eso me hizo bien, de todos modos me puse mucha vaselina, luego me puse medias secas y salí, o sea que el único inconveniente físico que tuve fue soportar los últimos 40 kilómetros con las plantas de los pies bastante deterioradas, mientras que el resto del cuerpo me respondió bárbaro, o sea que la preparación dio resultado porque no sufrí para nada la carrera”.

En cuanto a los detalles de La Misión Race indicó que “la carrera es de la modalidad non stop, se larga y se llega, y el corredor administra las paradas y los tiempos como quiere, siempre y cuando vayas cumpliendo con los tiempos de corte, porque si no llegás a pasar en el tiempo que te ponen de límite por determinados lugares te obligan a bajarte de la carrera. En mi caso fui bastante por delante de esos tiempos, así que no tuve ningún problema”.

“La largada fue el jueves a la mañana desde Villa La Angostura y fuimos intercalando trekking y trote sin parar o haciendo paradas de diez minutos como para comer algo o cambiar un par de medias tras pasar por algún vado, así lo hicimos hasta llegar a Villa Traful el viernes a las 9 de la mañana, o sea que anduvimos 23 horas sin parar en marcha. El consejo que nos habían dado era de no parar de noche porque el frío y dormir a la intemperie no te permite descansar, o sea que fue una decisión acertada.

Una vez que llegamos a Villa Traful comimos algo caliente y nos acostamos a dormir una hora y media, luego preparamos de nuevo la mochila con la comida que llevábamos en la bolsa de aprovisionamiento que habíamos dejado en el lugar y a las 12:20 del mediodía salimos con destino nuevamente a Villa La Angostura por otro camino, y llegamos el sábado a las 2:20 de la mañana, haciendo otro tramo sin parar, con lo cual fue una carrera de una sola parada, después solo cortes muy breves como para recuperar pulsaciones luego de una subida grande porque la carrera tiene bastante desnivel”, explicó.

En este marco comentó que «fue una edición bastante especial porque hubo mucha cantidad de abandonos, también hubo mucha cantidad de gente que se perdió, como les pasó a los punteros de los 160 kilómetros, de hecho perdieron la carrera por ese inconveniente que les llevó varias horas, de allí que es la primera vez en la historia de este tipo de competencias que la general la gana una mujer, que fue Priscila Souza. La carrera se hizo muy dura, tal es así que hablé con varios de los competidores de elite y la mayoría le erró en los horarios que tenían pensado por 3 y 4 horas de diferencia, algo que para ellos es muchísimo.

El organizador luego dijo que por ahí metió dos cerros muy altos en la primera etapa de la carrera y eso llevó a que la gente se desgastara mucho y perdiera un montón de tiempo en esa parte, más aún cuando tenía más de 5 metros de altimetría positiva y todos estaban en la primera parte, lo cual dio más dificultad».

«La ganadora de los 160 llegó media hora antes que yo, justo cuando arribé ella estaba terminando de cambiarse, ya con el trofeo y las botellas de champán en la mano, con lo cual la pude saludar personalmente, una persona muy agradable», destacó.

Volviendo a los detalles de prueba puntualizó que «en el camino no podés recibir nada, pero tenés la posibilidad de cargar una bolsa de autosuficiencia que se puede armar antes de la largada, se la das a la organización y la llevan a Villa Traful, es una bolsa camiseta de supermercado donde podés meter todo lo que quieras siempre y cuando la puedas atar con las mismas manijas y no quede nada sobresaliendo, o sea que es muy poco lo que se puede poner. Generalmente se coloca un par de zapatillas de repuesto, medias, alguna ropa de abrigo y los alimentos que considerás te pueden llegar a faltar, y después no se puede recibir ningún tipo de ayuda porque es motivo de descalificación, mientras que, en cuanto al equipo, son bastante estrictos en la revisión, incluso hubo descalificados porque le faltaban algunos elementos de seguridad, porque hay que llevar bolsa de dormir, un saco vivac, una manta térmica, un botiquín completo, hasta con pinzas de depilar, una cortapluma, y todo ropa térmica, una campera con costuras termo selladas, pantalón impermeable, calza larga, gorros y guantes de abrigo, ellos te sueltan en la montaña y tenés que defenderte solo, y de la única forma que te pueden llegar a evacuar es en el caso de que no puedas caminar, sea una quebradura o lesión que te impida trasladarte por tus propios medios».

Javier Fay comentó en el aire de Radio Rojas que «se puede observar el paisaje porque al ser una carrera tan larga el ritmo es lento, no hay forma de hacer tantos kilómetros con un ritmo demasiado acelerado, quizás en alguna parte hay un trote muy liviano, lo cual te permite ir bastante atento al entorno, y pasás por lugares muy lindos, ves paisajes hermosos, así fue que subimos el cerro Jorge Newbery, el Bayo, el Piedritas, anduvimos varios arroyos y ríos conocidos como el Minero, atravesamos Villa Traful de punta a punta, lugares muy pintorescos».

«Durante toda la carrera te pasan por la cabeza muchas cosas, es una carrera que te permite pensar mucho, en mi caso pensaba en mi familia, en mi entorno, en la vida, en laburo, en amigos, en un montón de cosas, en la posibilidad que uno tiene de poder estar allí, porque hay gente que no puede llegar por temas de salud, otros por temás económicos, otros por cuestiones familiares, personas que tienen ganas de hacerlo y no pueden, por eso uno se siente un elegido, por eso cuando hacés algo que te gusta tanto y además podés terminarlo es para estar eternamente agradecido. No solamente sirve para darse el gusto de participar de una carrera tan importante, sino también deja cosas en lo humano, y en lo personal me dejó un saldo muy positivo en todo sentido, y creo que la experiencia que se cosecha se puede trasladar a la vida diaria, porque te encontrás con obstáculos que pensás que jamás vas a superar y sin embargo lo pudés sortear, solo se trata de proponérselo», sostuvo.

El deportista rojense, radicado hoy en Azul, dijo haber quedado «muy conforme con la carrera, con el tiempo con todo, obviamente que fui a llegar, ese era mi objetivo, no me importaba el resultado, nunca se me pasó eso por la cabeza, más cuando era una carrera desconocida para mí, porque eso no me importaba llegar el día o la hora que sea, solo pensaba en tocar la campana que está en el final. Antes de salir miré la campana y le prometí que iba a tratar de encontrarla de nuevo, y lo terminé logrando, por eso el tiempo termina siendo anecdótico, más allá de que fue bueno lo que hice porque terminé noveno en la categoría y a los 33 en la general, lo que me puso más contento aún».

Respecto a próximos objetivos comentó que «somos un grupo que participamos de diferentes carreras y la vez anterior preparamos el Columbia Cruce de Los Andes, en esta ocasión fuimos juntos de nuevo y la idea ahora es anotarnos en una carrera que se llama Cuatro Refugios que se hace en el sur, con un formato similar a La Misión, así que lo más probable es que allí estemos».

«Estoy más que agradecido a mi hermano, a mis padres, a toda mi familia, porque ellos estuvieron todo el tiempo pendiente de lo que me pasaba, sobre todo en esos dos días que estuve sin señal y nadie sabía nada, obviamente también a mi familia acá en Azul, mi señora y mis hijas que son el motor fundamental porque están al pie del cañón y me permiten concretar este tipo de experiencias», completó Javier Fay tras su primera y exitosa participación en La Misión Race.

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