El reconocido profesional tucumano hablará a estudiantes secundarios del distrito en dos charlas, por la mañana y por la tarde, y luego, para cerrar las actividades, ofrecerá una disertación especialmente destinada a padres y a la comunidad en general
Distintas actividades enfila el Grupo de Mujeres del CP Rojas de AFA. Además del concurso de murales, diseñado con el apoyo de la dirección de Cultura en el marco del aniversario de Agricultores, fue anunciada una charla sobre adicciones con la presencia del Dr. Alfredo Miroli.
La actividad tendrá lugar y se desarrollará en tres etapas: la primera será a las 9 de la mañana, la segunda a las 14:00 y la tercera a las 18:30. Para las dos primeras charlas están convocados los alumnos de las escuelas secundarias, en tanto que la tercera corresponderá a padres y la comunidad en general.
“Es importante señalar que logramos su arribo a la ciudad a través del área de Educación, pidiendo la autorización correspondiente a la Licenciada Daniela Acuña, inspectora distrital, que luego bajó el informe a todas las entidades. Según tomamos conocimiento algunas escuelas van a mandar a los chicos de tercer y cuarto año, mientras que por el lado de la Escuela Técnica irán quinto y sexto”, indicaron al respecto desde el Grupo de Mujeres del CP Rojas de AFA.
Alfredo Miroli es médico, especialista en Inmunología Clínica, Alergia y Clínica Científica Estética y Reparadora. Además, es miembro del Consejo Asesor Honorario del Programa Universitario para el estudio de las Adicciones (PUNA), Consultor Científico de la Cátedra de Adicciones de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT). También es autor de diversos trabajos científicos, de piezas educativas sobre el impacto del consumo de drogas, sobre HIV/SIDA y sobre inmunología.
Miroli, médico especialista en materia de adicciones, tiene como interlocutores a los docentes que se enfrentan al desafío de abordar el problema de las drogas con los adolescentes. El experto propone a los educadores una suerte de reformulación de cómo se encara la temática en las escuelas, casi siempre con una mirada negativa y limitada a los efectos nocivos de las drogas sobre el organismo. “Los adolescentes y jóvenes están buscando divertirse, no informarse de daños -contrapone Miroli-. Entonces, la enseñanza tiene que estar orientada hacia el placer de la vida, no hacia el terror de lo tóxico”.
“El camino es mostrar qué buena que es la vida y decirles a los jóvenes que la droga lo primero que les quita es la alegría, la posibilidad de participar, de mirar a esa chica que pasó y que está buenísima. Nadie le tiene miedo al miedo: te asusta un rato y después te olvidás”, dispara.
El médico se desempeñó hasta hace poco en la Secretaría de Prevención y Asistencia de las Adicciones de la provincia de Tucumán, donde reside y dirige la Fundación Miroli que se dedica a las problemáticas de las adicciones y el SIDA. El especialista fue ideólogo de la campaña contra las drogas de los ’90 en la que conversaba por televisión con los personajes animados Fleco y Male. Aún hoy sigue manteniendo ese estilo informal de charla cómplice, cargado de comparaciones e imágenes teatralizadas llevadas al extremo del ridículo, para captar el interés y la confianza de su audiencia adolescente.
“En las charla buscos derrumbar mitos. El primero de ellos, es el mito de la oferta. Los padres creemos que nuestros hijos se drogan porque hay dealers. Tenemos la idea de que los chicos van caminando por la calle -las chicas con un tutú y bailando el Lago de los Cisnes de Tchaikovsky y los chicos leyendo El Capital de Marx y discutiendo sobre sociología- y, de repente, al girar en una esquina, desde atrás de un árbol negro quemado por un rayo y cubierto de telas de arañas, sale un hombre con dos colmillos chorreando sangre, con una ametralladora y acento centroamericano, que les dice: “Oye chico, o te fumas este porro o te voy a volar los sesos”. Y nuestros hijos dicen “Noooo”, pero luego no les queda otra que drogarse bajo amenaza. Éso es lo que creen los padres, pero en la vida real esto no sucede. ¿Quién les ofrece drogas a los chicos? Normalmente un compañero en el colegio, en el baño, en un recreo largo. Y no es un dealer ni una mala persona, es un chico que a lo mejor está confundido, que cree que está buenísimo drogarse. Ellos reciben la oferta y muchos quisieran pasar de largo, pero tienen miedo de quedar como tontos”.
“Si viene un amigo y te dice: “ya no estoy con vos porque no te drogás”. ¿Era tu amigo? Y al revés, si un amigo tuyo cae en la droga y le decís “ya no te quiero porque te drogás”, ¿eras vos amigo de él? Yo les digo a los adolescentes: sacate la fantasía de la cabeza de que te tenés que drogar para “pertenecer”. Vos podés pasar de largo sin hacer un drama, pensando que querés estar bomba, no bombeado. “¿Por qué te drogás vos?”, le pregunto a los chicos. “No será que te dijeron la pregunta más dulce del universo: ¿querés?”. “Y cuando te dijeron querés: ¿te quedaste porque te obligaron o porque quisiste?”, agrega.
“No es que voy caminando por la calle y me pica un paco o me entra un porro por la nariz. Nadie te obligó a sacar la mano del bolsillo cuando te ofrecieron un cigarrillo de marihuana. Porque si era por “pertenecer” querido amigo, hubieras estirado la mano, agarrado el porro y guardado en el bolsillo. Y si te preguntaban por qué no lo fumás ahora, les decías muy natural: “No, lo guardo para más tarde”, y hubieras llegado a tu casa y tirado en el baño. Sos una maravillosa persona, te adoro, pero en serio: vos te drogás porque querés”, dispara luego.
“Los que no se drogan saben que hay amigos que se drogan y se miran entre ellos, cómplices, se ríen y asienten con la cabeza. Por eso no dejo filmar mis charlas, porque no quiero que una mamá se entere que su hijo se droga viendo el cable. En mis conferencias, quiero sacar el mito del código de pertenencia y el mito del dealer, del narcotraficante que se presenta en la puerta de una casa cual vendedor de Avon. En todo caso, el tema de la oferta es un problema de los gobiernos. También trato de sacarles la idea de que las drogas dañan sólo el cerebro. Las drogas entran al torrente sanguíneo y dañan hígado, riñón, corazón en el caso de la cocaína, aumenta la celulitis y el salvavidas en el caso de la marihuana. Y las chicas entran a mirarse porque el cerebro quizá no les importe, pero el trasero sí. Finalmente, cuando las sustancias llegan al cerebro, lo que hacen es borrar la alegría, que es lo más importante para los jóvenes. Entonces cierro diciéndoles que tienen dos alternativas: decir “sí quiero” a estar bombeado un rato al consumir, o decir “sí quiero” a pasarla bomba en esta vida. Nunca digo “no”, porque hay que enseñar desde lo positivo, no desde lo negativo. El mensaje de fondo es: querete”.
Finalmente, rerflexiona que “a la escuela lo que le falta, creo yo, no es poner una materia que se llame “Adicciones”, sino enseñar el tema desde la más tierna infancia e ir incorporando conocimientos a medida que van creciendo; lo mismo que con la educación sexual. A un chico de 6 años no hay que hablarle de sexo oral, pero sí se puede empezar a hablarle de su cuerpito, del bebé en el vientre de mamá. También tiene que tratar estos temas -sexualidad, drogas- sin dramatismo, como parte de la vida y siempre con una visión optimista y alegre, no ya desde lo dañino. Si te embarazaste de adolescente, sonó el boliche y la joda, pero si amás a ese bebé, tu vida está arreglada, tenés un premio adentro y no podés tomar alcohol ni fumar. Pero yo no les hablo de la toxicidad, del chico con síndrome alcohólico fetal, sino que les digo: “Adoralo a tu bebé, sentilo a él en el vientre, decile que tenés ganas de tomar pero que no lo vas a hacer porque lo querés”. Porque la embarazada, a través de la teta, es la única narcotraficante que no dice “querés”, sino que dice “ahí va”.