La pérdida de poder adquisitivo está modificando de forma profunda los hábitos de consumo de los argentinos. Según un relevamiento reciente de la consultora Focus Market, más del 60% de las personas compra alimentos únicamente para cubrir las necesidades de una semana, lo que refleja con claridad la falta de ingresos suficientes para abastecerse por períodos más largos.
En un escenario de fuerte dispersión de precios, donde un mismo producto puede tener valores muy distintos según el comercio, el 62% de los encuestados respondió que realiza compras semanales. Apenas un 18% logra abastecerse para todo el mes, mientras que un 16% opta por reponer a diario y solo un 4% se stockea para un par de meses.
A la hora de comprar carnes, frutas y verduras, el 81% de los consumidores prefiere hacerlo en carnicerías y verdulerías. Un 13% elige los hipermercados, mientras que el resto se reparte entre autoservicios (3%), tiendas de descuento (2%) y supermercados orientales (1%).
“La percepción del consumidor es que en los hipermercados se encuentran mejores precios frente a otros formatos como autoservicios o comercios de barrio, por estrategias como descuentos por volumen o promociones temporales. Aunque no siempre es así, estas tácticas refuerzan la idea de que comprar en grandes superficies es más económico”, explicó Damián Di Pace, director de Focus Market.
La paradoja del consumo popular
El relevamiento también indagó en dónde se consiguen los mejores precios sin aplicar promociones ni descuentos. El 48% de los encuestados eligió a los hipermercados, seguido por los supermercados mayoristas (26%), los supermercados orientales (12%), los comercios de barrio (8%), los autoservicios (4%) y las tiendas de descuento (2%).
Sin embargo, datos de fuentes cercanas a negociaciones con grandes proveedores, citadas por el medio El Destape, indican que el 63% del total de ventas en el rubro alimenticio se concentra en los comercios de cercanía, donde, paradójicamente, se encuentran los precios más altos.
En cuanto a las ofertas y promociones, el 52% de los consumidores afirmó que las encuentra en hipermercados, un 29% en supermercados mayoristas, un 7% en supermercados orientales, un 6% en comercios de barrio, un 4% en autoservicios y un 2% en tiendas de descuento.
Este desfasaje entre percepción, realidad y distribución del consumo evidencia una profunda desigualdad. Muchos sectores populares no tienen el tiempo ni los medios para desplazarse hasta las grandes superficies donde los precios son más competitivos, y se ven obligados a pagar más en los negocios cercanos a sus hogares.
El fenómeno también pone en tensión la subsistencia de los pequeños comercios, cada vez más relegados frente a las estrategias agresivas de las grandes cadenas. La tendencia, si se profundiza, podría impactar de lleno en el entramado económico de los barrios