La atleta y montañista completó un nuevo hito para su carrera, en esta oportunidad logrando llegar a los puntos más alto del Ishinca, el Urus y Chopicalqui. Relató la experiencia en El Nuevo en Radio, asegurando que ya tiene un nuevo desafío en la mira.
Con inquietudes que se van superando día a día, basándose no solo en un estricto entrenamiento físico y una fortaleza mental que es particular a quienes desarrollan este tipo de actividades de riesgo, la atleta y montañista rojense no tiene límites es su búsqueda de nuevas cumbres el mundo, es así que hace pocos días nos volvió a sorprender con imágenes en sus redes sociales en los puntos más altos del Perú, donde completó tres desafíos en el mismo viaje.
Cecilia Cordone es quien sigue escalando y escalando a pleno, que no termina de cumplir un nuevo desafío y ya está pensando en el próximo, y es quien además, al regreso de cada viaje, se toma un tiempo para contarnos las vivencias y compartirlas con los rojenses.
Al regreso de Perú Cecilia Cordone nos contó en el aire de Radio Rojas que “esta vez fuimos con la idea de sumarle más dificultades al montañismo, o sea que buscamos no solo hace el trakking de montaña, por eso nos inclinamos por ir a Perú, donde llegamos al Valle de Ishinca, donde hicimos dos montañas, una que fue el Urus y la otra fue el Ishinca, que son montañas donde el tránsito es por glaciares y escalada en roca. Luego hicimos el Chopicalqui, que es una montaña de 6400 metros y es una montaña netamente técnica“.
“Generalmente de un año para el otro vamos planificando estos viajes, incluso vamos planeando el tema del entrenamiento según como sean las montañas. En este caso nos fuimos el 18 de julio y volvimos el 2 de agosto“, indicó la atleta local.
En relación al trabajo previo al viaje indicó: “Habitualmente entreno bastante parejo para todo, pero como nos íbamos a encontrar con un tema más de escalada tuve que hacer en el gimnasio mucho brazo y agarre de fuerza en las manos, que se necesita para poner un tornillo o agarrarse de una cuerda. Después se entrena mucho la caminata con mochilas pesadas que hago entre 5 y 10 horas, que me sirve para contrarrestar el hecho de que no tenemos desniveles en esta zona“.
“Los elementos que son grupales los repartimos entre todos, como las carpas, las cuerdas_, material técnico como los tornillos de hielo, y lo que lleva cada uno en forma personal son las botas dobles de trakking, que es una bota especial que tiene para colocar los grampones, la piqueta de travesía y los bastones, más lo que es la ropa de alta montaña como camperas de pluma y pantalones impermeables“, dijo en relación al equipamiento.
Ya entrando en los detalles del viaje contó que “llegamos a Lima el 18, viajamos toda la noche en micro hasta llegar al pueblo que fue donde dormimos, en tanto al otro día ya salimos para la montaña, en vehículo hasta un lugar en el cual empezamos a caminar ya en el Valle de Ishinca hasta la base de la montaña, donde armamos campamento. Fue una caminata de cinco horas con las mochilas no tan pesadas porque es un lugar donde llegan las mulas, que nos trasladaron un montón de equipaje.
Hicimos noche en la base del Ishinca y a la madrugada salimos para hacer la cumbre del Urus, hicimos cumbre y a media tarde volvimos al campamento.
“El Urus es una montaña de 5400 metros y no es técnica, pero se tiene que subir mucho en roca y tiene una parte de glaciar, es una montaña hermosa, pero muy empinada, con un desnivel de mil metros, que cuando la mirás no sabés se la vas a poder subir“, explicó.
“Al otro día salimos para el Ishinca, que en el campamento alto tiene un refugio hermoso, es de material de piedra hecho por el hombre, que fue donde dormimos, para luego tirar cumbre al Ishinca, que tiene 5500 metros, que es una montaña en la cual se transita mucho por glaciar, con muchas grietas para pasar, pero digamos todo bastante tranquilo. Tras hacer cumbre bajamos al campamento alto, volvimos a la base y ya salimos para el Valle, con lo cual terminó siendo un día bastante largo“, continuó.
“Una vez que llegamos al Guarás armamos toda la logística para irnos al Chopicalqui, hacia donde nos llevó una traffic, que nos dejó un camino para que luego nosotros sigamos por la quebrada de la montaña. En este caso si es una montaña técnica, donde llegamos caminando al campamento Morena, donde armamos las carpas, y todo lo tuvimos que hacer con las mochilas a cuestas, con los equipamientos grupales e individuales, incluso los alimentos“.
“Hicimos noche en el campamento Morena y la mañana partimos al campamento Alto que está a los 5500 metros, donde armamos las carpas sobre el hielo, donde nos encontramos con algunas particularidades, por ejemplo mucho desprendimiento de roca, se veían por todos lados derrumbes de nieve, avalanchas, se escuchaban unos ruidos terribles“, manifestó.
Cecilia siguió con el relato apuntando que “el guía con el cual viajó siempre, Julián Insarralde, dijo que el lugar no era el más lindo, de hecho que las dos carpas quedaban entre grietas, incluso para salir de las carpas teníamos muy cerca las grietas, esa quizás fue la mayor complicación que tuvimos en este desafío.
A la una de la mañana salimos a hacer cumbre y pasamos por lugares donde hay avalanchas frecuentes, y recién a las 8:30 hicimos cumbre, y como uno de los integrantes del grupo decidió no salir del campamento solo subimos dos, junto con el guía y un amigo“.
“El objetivo era salir y hacer cumbre o volvernos todos, por cuando uno va encordado, si uno se cansa y no quiere seguir si o si se tienen que bajar todos, no hay posibilidades que alguien se quede parado solo en la montaña, o sea que existía la presión de poder hacerlo. Por suerte fue un grupo un grupo muy parejo y lo pudimos lograr“, expresó.
“Al otro día que habíamos llegado hicimos la aclimatación subiendo a una montaña, porque cuando nos vamos a otros países tratamos de hacerlo con algunos días más por las dudas que alguna montaña lleve más tiempo, y como no pasó nada, en los dos días que sobraron hicimos un día de escalada en roca y al otro día descansamos a la mañana y a la tarde nos fuimos a un lugar más alejado para hacer dos largos de cuerdas, o sea que fue un viaje al que le sacamos provecho“, detalló.
Agregó que “en esta montaña hubo algo muy particular, porque uno va caminando por el glaciar, pasando grietas, en un momento te encontrás con una pared de hielo, y es cuando hay que escalar, fueron casi 60 metros escalando con cuerdas hasta que pudimos fijar el encordado y quedamos como colgados, hasta que el guía nos indica que tenemos que empezar la escalada. Esta montaña tuvo tres largos de cuerda de 60 metros, y llegando a la cumbre nos volvimos a encontrar con otro escalón de hielo, o sea que fueron momentos sumamente fascinantes“.
“Lo que nos pasó con la avalanchas, es que a la noche, mientras dormíamos, se escuchó un ruido muy fuerte y todos pensamos que estaba cerca, por suerte estaban alejadas, mientras que otro momento muy intenso fue cuando transitábamos por una pared que tenía desprendimientos de roca, por eso eran partes que tratábamos de hacer lo más rápido posible“, sostuvo.
En relación a las diferencia de las montañas técnicas y las no técnicas explicó: “El Aconcagua es una montaña que no es técnica, pero pega mucho la falta de oxígeno, que es lo que más complica, en tanto si la transitas caminando llegás a la cumbre, sin necesidad de escalar ni rocas ni hielo, en tanto en las montañas donde hay que escalar en roca y en hielo son las que llamamos técnicas“.
“El clima se presentó espectacular, fueron unos días divinos, sin viento, que es algo fundamental porque si los vientos son muy fuertes no se puede caminar, lo que nos permitió hacer todo en tiempo y forma, y más allá que armamos las carpas sobre el glaciar, hacía frío pero no tanto como otra vez, que nos ha llegado a tocar 20 bajo cero“, comentó.
Destacó la montañista rojense que “el grupo es espectacular, cada uno ya conoce las falencias de cada uno, las personalidades, no hay ni un si ni un no, todos tiramos para adelante. Obviamente que hay momentos que estamos cansados, que se duerme poco e incómodos, pensando en la responsabilidad de sentirte bien para hacer la cumbre porque podés frustrar la llegada de los demás, aunque como siempre digo, si no se hace cumbre la expedición no deja de ser el gran momento, por eso cuando llegás es como la frutilla del postre“.
“Por las dificultades que presentaba considero que fue la más difícil de todas, obviamente siempre vamos por más y vamos haciendo cosas más técnicas, así que el año que viene queremos hacer Himalaya, por eso tratamos de buscar montañas técnicas que es lo que nos vamos a encontrar allá, por eso en septiembre podemos hacer una salida de escalada en roca como para ir perfeccionando la técnica, sin descartar las que son transitables, que también me gustan“, consideró.
Cecilia Cordone, que como lo mencionamos al comienzo, siempre se plantea nuevos desafíos, manifestó que “en febrero vamos a hacer una salida de escalada en hielo si es que hay para esa época, por ejemplo a San Martín de Los Andes, y si no vamos a hacer en roca que eso es seguro, también pensamos algo para noviembre, todo dentro de la planificación para el Himalaya, que lo haremos el año siguiente, siempre manteniendo el entrenamiento“.
Como en cada viaje nos cuenta su experiencia con la población de los lugares: “Perú me pareció hermoso, me llamó mucho la atención en los lugares que anduvimos, por ejemplo en Guarás, la gente que trabaja la tierra, son muy trabajadores, viven para trabajar, cultivan todos, entre las montañas hay pequeñas parcelitas todas cultivadas con frutas y verduras, hay plantaciones gigantes de arándanos, de frutillas. También nos encontramos con una gran seguridad, de hecho cuando fuimos a un lugar que se llama Los Olivos, parecía como una villa, donde llevábamos todo el equipamiento, donde circulábamos por pasillos en medio de las casas, donde la gente nos iba indicando por donde iba que ir, nos llevamos una muy buena impresión, lo mismo que en los pueblitos muy chiquitos, donde la misma gente se cuida, y a nadie se les ocurre llevarse algo que no es suyo, incluso manejan sus propias normas“.
“Le tengo que agradecer a mi familia que padece este gusto particular por la montaña (risas), a mi marido, a los colegas del trabajo, a mis amigos, también a Julián el guía que siempre me pone objetivos, a Ale Ferrini que me entrena en el gimnasio, a Guido Zambuto con quien hago la parte aeróbico, a los que siempre están apoyando, pero sobre todo a la familia que es la que más sufre, de hecho ya estaban todos relajados cuando había bajado de la montaña, pero les mandé una foto escalando en roca a una gran altura y otra vez se estaban haciendo cruces, pero saben que en definitiva es algo que me apasiona“, finalizó Cecilia Cordone tras nuevamente estar tocando prácticamente el cielo con las manos.