El uso del celular en la escuela genera controversias entre familias, docentes y especialistas en psicología infantil, dado el nivel de exposición a diversos escenarios a los que quedan expuestos los más chiquitos. Por esto, en la Provincia de Buenos Aires buscan prohibir la utilización de estos dispositivos entre 1° y 6° grado.
Se trata de una propuesta que llevó a la Legislatura bonaerense el senador de Unión por la Patria, Emmanuel González Santalla, quien planteó que el objetivo de la norma es «mejorar la calidad educativa, fomentar el juego entre pares y reducir los efectos negativos del uso excesivo de las pantallas en las infancias».
«El avance de la teconología es muy grande, para la educación en pandemia fue útil, pero es dificil medir los resultados. Hay cuestiones positivoas, como la accesibilidad para personas con dispacidad; pero también hay negativas. Un informe de la UNESCO muestra cuestiones preocupantes», señaló el legislador.
Justamente, varios países de Europa ya comenzaron a prohibir o limitar el uso de dispositivos digitales en los establecimientos educativos de todos los niveles a partir del Informe Global de Monitoreo de la Educación (GEM 2023) de la UNESCO mediante el cual se advierte el impacto negativo del uso de estos dispositivos en los rendimientos académicos.
«Hay una edad de madurez tecnológica, la exposición permanente es algo que tenemos que empezar a discutir. En secundaria también tenemos que trabajar, pero en el uso responsable para que sea una herramienta pedagógica, pero no distractiva. En primaria es diferente porque los chicos están en edad de inamdurez teconológica», argumentó González Santalla.
En su análisis, el reemplazo de las actividades lúdicas y compartidas con pares, por el juego en línea, muchas veces de contenido violento, provoca problemas de socialización en las infancias. Otros trastornos registrados por el uso excesivo de dispositivos digitales son problemas auditivos, oculares, de postura, tensión muscular, nerviosismo, angustia y estrés, todo ello con una repercusión directa en la conducta de la infancia y en el proceso de aprendizaje.
«Entre los 7 y los 16 años representan el 30 por ciento del mercado de telefonía en Argentina; empezamos a ver las consecuencias. Van desde cuestiones de salud mental hasta cuestiones físicas», planteó.
En ese orden, el senador sostuvo que si bien los celulares «son herramientas necesarias», pero su avance e ingreso en las aulas «pasó sin que los Estados intervengan y sin poder evaluar».
«Queremos debatir el proyecto en la comisión con la comunidad. Es urgente intervenir. Es responsabilidad de las familias, pero la principal responsabilidad la tiene el Estado. No queremos apuntar con el dedo a los padres porque les dan un celular a los chicos, el Estado tiene que hacerlo porque es urgente», cerró.