La historia del femicidio que marcó a un niño en Berisso. Jesica Duarte fue asesinada a balazos por su pareja en una casa donde ambos cumplían prisión domiciliaria. Su hijo de 7 años vio todo. El agresor está grave
El femicidio de Jesica Noelia Duarte en Berisso expuso una trama de violencia persistente, omisiones judiciales y un escenario familiar atravesado por el delito y la marginalidad. La víctima tenía 33 años y fue asesinada de dos disparos por su pareja, Nicolás Ángel Castro, de 30, en presencia del hijo menor de ambos, de apenas siete años. El crimen ocurrió en la madrugada del domingo en una vivienda ubicada en 39 entre 129 y 130, en el barrio El Carmen, donde ambos cumplían prisión domiciliaria bajo monitoreo electrónico.
Un llamado al 911 alertó a la Policía a las 00.11 sobre “personas heridas” en el lugar. Cuando arribó el Comando de Patrullas de Berisso, encontró a Duarte sin vida en el patio delantero de la vivienda. Presentaba dos impactos de bala: uno con orificio de entrada en la espalda y salida en el abdomen; el otro, de hombro a axila. El personal médico del SAME confirmó el deceso.
Castro, con una herida de arma de fuego en el cuello —entrada submentoniana y salida en el cráneo—, estaba consciente pero en estado crítico. Fue trasladado al Hospital Mario Larrain, donde permanece internado en terapia intensiva, sedado, bajo custodia policial y sin posibilidad de declarar. Tiene fractura de cráneo y perdió la visión en un ojo.
Un entorno marcado por la violencia
La escena fue desoladora. Dentro de la casa, Policía Científica halló cinco vainas servidas calibre 9 mm, impactos de bala en el paredón perimetral —disparados desde el interior hacia la calle— y un dormitorio con signos de desorden compatibles con un forcejeo previo. En un allanamiento posterior, se secuestraron dos armas de fuego.
El relato clave surgió a partir del niño de 7 años, quien fue resguardado por un vecino que ingresó al domicilio tras oír los disparos. Según reconstruyeron fuentes del caso, el menor contó que sus padres discutieron todo el día, que Castro le quitó el celular a Duarte, la golpeó, y que ella intentó defenderse arañándole el cuello. Luego, presenció los disparos. Su hermana mayor fue quien transmitió parte de ese testimonio y detalló que la madre era víctima constante de violencia de género.
El menor presentaba hematomas visibles en la frente y el pecho, compatibles con su declaración. La hija mayor de Duarte también aportó datos relevantes: aseguró que su madre sufría violencia de género de forma constante y que Castro solía portar armas.
Prontuario, drogas y negligencia institucional
Ambos adultos tenían colocadas pulseras electrónicas. Duarte estaba imputada por tenencia de estupefacientes con fines de comercialización desde abril. Castro, detenido desde junio por homicidio calificado y otros delitos, tenía antecedentes desde 2013. La fiscalía también investiga el rol de la madre del acusado, quien intentó presentar la escena como un intento de robo y habría suministrado drogas a su hijo para su comercialización.
La causa quedó en manos de la fiscal Ana Medina, titular de la UFI N.º 1 de La Plata, y fue caratulada como “homicidio triplemente calificado”: por el vínculo, por mediar violencia de género y por el uso de arma de fuego.
Un crimen evitable
En el vecindario se mezclan el estupor y la bronca. Varios vecinos declararon que la situación dentro de esa casa era conocida. “La peor escuela para el nene”, se oyó decir a una mujer durante el operativo de la DDI La Plata.
Mientras se esperan pericias clave, nuevos testimonios y la evolución médica del acusado, el expediente judicial deberá responder por algo más que el crimen: cómo dos personas con arresto domiciliario, monitoreadas electrónicamente, pudieron convivir en un entorno de violencia sostenida hasta llegar a un desenlace anunciado.