Julio César Grassi, una figura controvertida y tristemente célebre en Argentina, está próximo a enfrentar un nuevo capítulo en su historia judicial. El Tribunal Oral N°1 de Morón debe definir, ante el pedido del cura, si le otorga la libertad condicional. El sacerdote fue condenado en 2009 a 15 años de prisión por abusos sexuales a niños y está preso desde 2013.
De héroe a villano: la caída de Grassi
El conocido sacerdote fue durante años una figura reverenciada, no solo en el ámbito religioso, sino también en la esfera pública y política. Era el fundador de la Fundación Felices los Niños, una organización dedicada a la asistencia de menores en situación de vulnerabilidad. Su carisma y su cercanía con el poder le otorgaron una influencia notable, convirtiéndolo en un referente para muchos. Sin embargo, en octubre del 2002, una investigación de Telenoche Investiga destapó lo impensable: detrás de la fachada de benefactor, Grassi ocultaba una oscura realidad de abusos sexuales cometidos contra los mismos niños a quienes debía proteger.
La denuncia pública fue recibida inicialmente con escepticismo, y durante años, Grassi contó con el apoyo de poderosos sectores que cuestionaron la veracidad de las acusaciones. No obstante, el peso de las pruebas y los testimonios presentados en su contra llevaron a que, en 2009, fuera finalmente condenado a 15 años de prisión por abuso sexual agravado y corrupción de menores. A pesar de la condena, Grassi no ingresó a prisión de inmediato y permaneció en libertad hasta 2013, cuando se agotaron sus recursos legales.
Durante el proceso judicial, Grassi contó con un ejército de abogados defensores, entre ellos algunos de los más caros y prestigiosos del país. Sin embargo, nunca se supo con certeza quién financiaba su defensa, lo que alimentó sospechas sobre la existencia de intereses ocultos que lo protegían. Con el tiempo, y tras el desgaste de una batalla legal prolongada, Grassi decidió defenderse a sí mismo, tras haberse recibido de abogado mientras estaba en prisión.
A lo largo de los años, intentó varias veces obtener beneficios penitenciarios, argumentando problemas de salud y buen comportamiento, pero estos fueron sistemáticamente rechazados debido a la gravedad de los delitos cometidos. Sin embargo, su inminente audiencia para la posible libertad condicional marca un punto crítico en su caso, y ha reavivado la polémica en torno a su figura y al impacto de sus crímenes.
La Iglesia y las repercusiones sociales El caso Grassi fue un duro golpe para la Iglesia Católica en Argentina, que durante mucho tiempo evitó tomar una postura firme ante las denuncias. No fue sino hasta después de la condena que el Vaticano decidió suspenderlo de sus funciones sacerdotales, aunque el proceso canónico para su destitución definitiva fue lento y criticado por su falta de contundencia.
El escándalo también tuvo profundas repercusiones sociales, despertando un debate sobre el abuso de poder y la protección de los más vulnerables. La Fundación Felices los Niños, que había sido su orgullo y obra emblemática, cayó en el descrédito y enfrentó múltiples investigaciones por irregularidades en la gestión de fondos y desvío de donaciones.
La esperanza de las víctimas y la indignación social
A pesar del paso del tiempo, el recuerdo de los abusos cometidos por Grassi sigue vivo en la memoria colectiva. Para las víctimas y sus familias, la posibilidad de que el sacerdote recupere su libertad es una herida que vuelve a abrirse. Las organizaciones de derechos humanos y de protección a menores han expresado su rechazo a la posible liberación, subrayando la necesidad de que se mantenga la condena completa como un acto de justicia y reparación.