El arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge García Cuerva, presidió este domingo la misa por los 50 años del “martirio” del padre Carlos Mugica en el Luna Park, tras una marcha multitudinaria desde la catedral de Buenos Aires.
En la homilía, monseñor García Cuerva recordó que, en 2007, los obispos latinoamericanos reunidos en Aparecida, Brasil, escribían: “Seamos misioneros del Evangelio no sólo con la palabra sino sobre todo con nuestra propia vida, entregándola en el servicio, inclusive hasta el martirio”.
“Hoy nos convoca recordar y hacer memoria agradecida de quien encarnó hace 50 años esas palabras; el padre Carlos Mugica, sacerdote de Cristo, del clero de Buenos Aires, pastor de la Iglesia que entregó su vida por Jesús y el Evangelio, jugándose por entero en la Argentina convulsionada y violenta de las décadas del sesenta y setenta”, precisó.
“Queremos con los ojos limpios por las lágrimas de tanto llanto de nuestro pueblo por muchos fracasos, por promesas incumplidas y por una calidad de vida que se fue deteriorando a pasos agigantados a lo largo de estos cincuenta años, rezar juntos y hacerlo desde aquella oración de Mugica que conocemos y tiene aún tanta vigencia, ‘Meditación en la villa’, escrita por él en 1972”, indicó.
En esa línea, García Cuerva fue tomando citas de aquel escrito de Mugica, para detenerse a reflexionar en algunos pasajes:
- “Señor, perdóname por haberme acostumbrado a ver que los chicos, que parecen tener ocho años, tengan trece”.
- “Señor, perdóname por haberme acostumbrado a chapotear por el barro; yo me puedo ir, ellos no”.
- “Señor, perdóname por haber aprendido a soportar el olor de las aguas servidas de las que me puedo ir y ellos no”.
- “Señor, perdóname por encender la luz y olvidarme que ellos no pueden hacerlo”.
- “Señor, yo puedo hacer huelga de hambre y ellos no, porque nadie hace huelga con su hambre”.
- “Señor, perdóname por decirles ‘no sólo de pan vive el hombre’ y no luchar con todo para que rescaten su pan”.
- “Señor, quiero quererlos por ellos y no por mí”.
- “Señor, ayúdame a vivir para ellos”.
- “Señor, quiero estar con ellos a la hora de la luz”.
Garcías Cuerva subrayó: “Al final de la ‘Meditación en la villa’, nuevamente, y desde lo más profundo de su corazón sacerdotal, el padre Carlos vuelve a decir al Señor ‘ayúdame’. Cincuenta años después, ayúdanos Señor a no bajar los brazos, ayúdanos a vivir como hermanos, ayúdanos a construir una Argentina grande, una Patria de hermanos, ayúdanos a no callar el anuncio del Evangelio, ayúdanos a seguirte con fidelidad y valentía como el padre Carlos Mugica, entregándonos hasta dar la vida”, concluyó.
La Eucaristía fue concelebrada por el arzobispo de San Juan de Cuyo, monseñor Jorge Lozano; el obispo de San Isidro y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor Oscar Ojea; el obispo de Quilmes, monseñor Carlos Tissera; el obispo de San Justo, monseñor Eduardo García; el obispo de San Martín, monseñor Martín Fassi; el obispo auxiliar de Buenos Aires, monseñor Alejandro Giorgi, y cincuenta sacerdotes, muchos de ellos integrantes de la pastoral de las villas de emergencia.
La carta de Francisco
La palabra del Papa Francisco estuvo presente en el evento realizado en el Luna Park, a través de una carta que envió para la ocasión y que fue compartida entre todos los presentes.
“Como en toda celebración de la Iglesia -que es mucho más que una conmemoración histórica- se da la ocasión para renovar la presencia fraterna y comprometida entre aquellos que cargan cruces pesadas”, expresó el pontífice en una carta, publicada por la agencia AICA.
“El padre Carlos alienta aún hoy a que en cada barrio se fortalezca una comunidad que se organiza para acompañar la vida de nuestro pueblo y nos interpela a lucha ante todo tipo de injusticia, a tener un diálogo inteligente con el Estado y con la sociedad”, sostuvo.
“Él no enseña a no dejarnos arrastrar por la colonización ideológica, ni por la cultura de la indiferencia. Pidamos al Señor que los principios de la Doctrina Social de la Iglesia fructifiquen en nuestras comunidades y, a través de ellas, en toda la vida social”, agregó el Pontífice en su misiva.
El Papa instó en su texto a “buscar lugares de integración descartando la descalificación del otro” y concluyó: “Que la grieta se termine, no con silencio y complicidades, sino mirándonos a los ojos, reconociendo errores y erradicando la exclusión”. (DIB) ACR