Ni los más memoriosos de los veteranos recuerdan una situación semejante – Realizamos una extensa recorrida por distintas partes del Río Rojas, para descubrir un inédito paisaje – Mientras tanto, quedó expuesta la increíble cantidad de desechos arrojados negligemente al río, otro tema para debatir y para sacar conclusiones
En el marco de una extensa recorrida realizada por este diario por distintos sectores del Río Rojas, especialmente desde la zona del puente del Saladillo de la Vuelta hacia el puente del Pacífico, como así también hacia el puente de la ruta 188, en dirección hacia el Club de Pescadores, nos encontramos con un panorama desolador: son extensos los tramos del Río Rojas en los que literalmente no hay agua. Sólo detectamos algunos mínimos encharcamientos, en tanto que claramente se visibiliza la presencia de cianobacterias en otros lugares.
Mientras tanto, hay una enorme cantidad de peces muertos, lo que implica una gravísima situación para la fauna ictícola natural, que no se recuperará fácilmente.
Nuestro río, el Río Rojas, es claramente nuestro gran patrimonio medioambiental, además de ser un ecosistema con rasgos propios que, indudablemente, puede y debe ser desarrollado integralmente, como una forma de generar actividades turísticas, deportivas, recreativas y demás, que tengan tanto una lógica veta empresarial como fines sociales.
Pero considerando lo poco que se ha avanzado en cuanto a tal objetivo, cabe preguntarse si el aprovechamiento integral del Río Rojas, ¿será siempre mera utopía…?
Aunque tal postulado ha sido invariablemente agitado desde todas las administraciones del gobierno local, desde 1983 a la fecha, y en más de una ocasión presentado inclusive como punto central en las respectivas plataformas electorales, lo cierto es que nuestro río -nuestro gran patrimonio- sigue sin ser desarrollado en su potencial.
Es cierto que se han producido avances, como el paulatino desarrollo que se le está imprimiendo al sector donde tiene su sede la comisión municipal Amigos del Río, en el Paseo de la Ribera, avances que reconocemos como jalones significativos.
Pero también es cierto que falta muchísimo aún. Y, más que ideas para el desarrollo turístico de nuestro Río Rojas, lo que falta realmente es conciencia medioambiental para facilitar su preservación.
Es que la actual y notable bajante de las aguas de nuestro río no sólo expone claramente las consecuencias que está provocando la prolongada y persistente sequía que afecta a una amplia región del país, sino que además deja expuesta la increíble cantidad de residuos de todo tipo acumulados en su cauce. Claramente, es hora de comenzar a pensar en campañas más agresivas que propendan a un mejor cuidado de nuestro mayor patrimonio medioambiental.
Es por todos conocido que Amigos del Río realiza constantes campañas de limpieza y recolección de residuos en distintos sectores, pero lógicamente, el esfuerzo de la comisión municipal y de los voluntarios que se suman a cada operativo no alcanza, ni alcanzará nunca, en tanto y en cuanto existan quienes consideran al Río Rojas como un simple basural. Así lo constatamos solamente en una recorrida por el sector determinado entre el Puente del Matadero y el Puente de Hardoy; hay otros sectores que se encuentran en las mismas condiciones. Además, a la acumulación de residuos se suman también prácticas que ya lindan con lo vandálico, como los permanentes daños que se le causan a las especies vegetales que existen en las riberas del Río Rojas. Que tampoco, lógicamente, van a poder remediar todas las campañas de forestación del mundo si no se cuida lo que hay.
Entendemos que la preservación del Río Rojas y de su ecosistema propio debe ser prioridad. A este paso, al río lo perdemos.
Evidentemente, el aprovechamiento turístico-recreativo integral del Río Rojas, que cuenta, justo es decirlo, con algunos sectores por demás de interesantes para tales propósitos, implica la intervención del Estado, toda vez que se debe planificar una intervención sumamente importante, para hacer practicable una explotación de esa naturaleza.
Inclusive, alguna vez un programa turístico-recreativo con epicentro en el Río Rojas fue hasta uno de los puntos fundamentales de algún programa de gobierno comunal. Justo es decir que la situación coyuntural del país, en general, y de la provincia y de nuestro municipio, en particular, impidieron ir más allá de la etapa de proyecciones.
Pero también es cierto que la situación ha cambiado y que ahora hay oxígeno como para alimentar ciertos planes y proyectos.
Tampoco, es cierto, se ha hecho mucho en pos de la preservación del lugar histórico de La Horqueta. Hay distritos que han armado un paseo turístico-histórico, recreando los viejos fuertes pioneros de la línea de fronteras. Pero en Rojas esa iniciativa ni siquiera ha sido considerada.
De la misma forma, históricamente generaciones completas de rojenses nos vamos transmitiendo el mismo interrogante: ¿Por qué, con el río que tenemos, no contamos aunque sea con un modesto balneario…? Otras ciudades, y dicho sea sin ánimo de faltar el respeto, que poseen apenas riachos, hilitos de agua, han armado sus regios balnearios sectorizados, que explotan estacionalmente generando trabajo y recursos genuinos, que quedan en esas ciudades…
Lo que sostenemos es que hay en nuestro distrito una gran riqueza patrimonial en el ecosistema del Río Rojas y que, por una vez, pasemos de las meras palabras a los hechos y armemos un proyecto definido y definitivo para propiciar el aprovechamiento de su pontecialidad inherente.
La situación por la prolongada sequía además tiene un claro impacto económico. Es que esta semana, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires difundió estimaciones de producción de soja y maíz para el ciclo 2022/2023 y las proyecciones son lapidarias. La emergencia climática golpea de lleno en el corazón productivo y profundiza la preocupación por las consecuencias económicas.
En este marco, se prevé que la cosecha de soja sea de 25 millones de toneladas, la cifra más baja desde la campaña 2000/2001. Tal situación es a causa de la sequía que golpea desde junio del año pasado. También jugaron una mala pasada las heladas tempranas durante febrero y la última ola de calor fue otro elemento de peso. De esta manera, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires estimó que habrá una caída del 42% con respecto al ciclo anterior.
Por su parte, la Bolsa de Comercio de Rosario también había bajado considerablemente sus estimaciones en soja a 27 millones de toneladas. De hecho, calculó que sólo en los cultivos de soja, trigo y maíz, que constituyen el 87% de la producción de granos en Argentina y el 43% de las exportaciones totales del país, las pérdidas superan los US$ 14.140 millones.
Según lo informado por la entidad, esto equivale al costo total de sembrar la próxima cosecha 2023/24 para el productor agropecuario. Pero la menor producción, afecta también a otras actividades asociadas. Si se le suma la menor demanda de fletes, mano de obra y servicios financieros, las pérdidas totales para la actividad económica nacional llegan a US$ 19.000 millones.
Además, para el maíz, la Bolsa de Cereales porteña bajó las proyecciones del cultivo a 36 millones de toneladas, descendiendo un 30% (16 millones de toneladas menos) que las recolectadas la campaña anterior.
Esa merma representa la campaña más baja desde el ciclo 2014/15, cuando tributaba retenciones del 23% y estaba intervenido el mercado con los famosos ROEs.
La disminución en la producción de este cereal de debió, principalmente, a la pérdida de rinde del maíz tardío (sembrado en diciembre) por las altas temperaturas, sumado a que la cosecha de las plantaciones de maíz tempranos (sembrado en septiembre) registran rendimientos medios por debajo de la serie histórica de los últimos 21 años.