El bajista, compositor y cantante, que viene de ganar la primera edición de Cazando Talentos con su anterior banda, Verdín Astilla, habló en El Nuevo en Radio sobre su nuevo trabajo, que ya está presentando en distintos eventos, con una interesante agenda
El bajista, compositor y cantante local Renzo Yáñez, que viene de ganar la primera edición de Cazando Talentos con su anterior banda, Verdín Astilla, habló en El Nuevo en Radio sobre su nuevo proyecto, Sapo, que ya está presentando en distintos eventos, con una interesante agenda, en tanto que ya puede escucharse en las redes sociales.
Sapo es un proyecto por demás de interesante, que además incluye un book elaborado por un muralista pergaminense. Es decir que se trata de un concepto integral, y además laburado de manera artesanal.
“La música empezó en mi vida a los 13, 14 años escuchando mucho rock nacional, todo lo que sonaba en ese momento: Árbol, Los Tipitos. Esos fueron los comienzos, aunque no pensé nunca en lo que se vendría luego”, confiesa Renzo.
“En cuanto al tema de la composición me tuve que largar en un primer momento para hacer alguna canción, medio forzado, para la banda, o sea que lo fuimos armando entre todos, hasta que llegó un momento, no se cuando exactamente, que me largué de lleno”, añade.
-¿Comenzaste con el bajo como tu instrumento?
-Comencé mintiendo un poco con la guitarra, otro poco con el bajo (risas). Así me fui animando, hasta que le fui sumando la voz, porque estando en la banda había que completar casilleros y me largué. Al conservatorio fui un tiempo solamente, perro no me gusta decir que soy autodidacta, porque al haber compartido tanto tiempo con otros músicos algo vas sacando de cada uno. Quizás no son los conceptos académicos, aunque sí hay una base que voy formando. La banda más formal que tuve al principio fue Código 24, con la cual estuvimos en esta radio. Hacíamos pop punk, un poco de Green Day, Blink 182, algunas de las músicas que sonaban en ese momento y que en cierta manera nos identificaban, aunque no nos quedamos solamente con eso, porque en lo personal también fui pasando por el folklore y otros géneros. Quizás solo me falta la cumbia. Considero que todos los géneros tienen algo en especial, por eso nunca nos encasillamos, toda la música tiene algo rico por descubrir.
“Fui un alumno un poco salvaje, el estudio me gustaba lo justo y necesario, y estuve en la Salesiana, donde me fui porque me llevaba algunas materias, y allí me dijeron que me iban a encarrilar (risas). Quizás en una primera instancia uno la sufre, pero a lo lejos valoro la experiencia. Cuando hubo que elegir algo para continuar con los estudios me incliné por operador de sonido, así que hice la carrera de operador de sonido en Setear, una escuela privada, aunque ahora la carrera es pública también en la UNR. Fue una carrera que me interesó y aprendí muchas cosas, a las que luego le fui agregado cosas, porque te abre el camino a otros ámbitos como la grabación o la mezcla, y me sirve para lo que hago hoy, aunque no sé si seguiría en ese plan de estudios, pero si adquiriendo conocimientos”, cuenta más adelante.
En Rosario, comenta, “en los primeros tiempos laburaba de lo que se llama plomo: hubo que golpear puertas y tener paciencia”, y agrega que “cuando me volví a Rojas no fue con la idea de formar una banda, pero como la mayoría que andamos en esto nos conocemos algo fue surgiendo, nacen las propuestas, vas llamando gente que le interese tal estilo y así fue naciendo la primera banda que fue Código, y luego vino Libre, que era más de metal, donde nos conocimos con el que es hoy baterista de Sapo, con la clásica formación de trío”.
“En medio de eso fue naciendo Verdín, que nace de la misma manera que las otras, pero en este caso a Seba lo conocía porque es esposo de la que era mi niñera, así que me enteré que andaba con ganas de tocar y le mandé, nos hicimos amigos y largamos, hasta que Seba se tuvo que ir y cambiamos la formación y el nombre. Para lo que es Sapo, que es casi con la misma formación que Libre, nos abandonó el guitarrista por temas laborales, mientras tanto seguimos, hacíamos ruido con el bajo distorsionado, con la batería bien fuerte como le pega Jony. En los primeros tiempos no era tan cantado, tenía algo de oscuridad, hasta que le fuimos encontrando el sonido, investigando cómo se hacía”, explica, respecto de su actual proyecto.
Con Sapo, relata luego, “grabamos una sesión de dos temas en el Rosariazo TV, el primer tema más cantado y el segundo con algunas variaciones, en tanto en próximas semanas los estaremos largando en las redes, mientras que el 24 estaremos en Salto, en el festival Sin Uniforme, donde ya estuvimos el año pasado. En agosto estaremos en Invasión Under, otro festival muy interesante, y antes existe la posibilidad de presentarnos en La Plata, o sea que nos estamos moviendo bastante con el material. Además nos ocupamos del formato del disco, que nos lo hizo la gente de Mano y Obra, que son muralistas y se dedican a hacer esta clases de cosas. Este último tiempo hemos conversado mucho de nuestras aspiraciones, entendiendo que si queremos darle continuidad también hay que dedicarle todo, siempre dentro de los recursos que tengamos. Por ahora lo que hicimos fue grabar en Dalmiro, en Pergamino, por mi lado grabé el bajo y la voz, también le metimos el master para achicar costos y luego pensar en armar el packaging. En la banda somos dos, así que algunas veces tira algo Joni con la guitarra y le sale alguna letra con melodía y me pregunta si puede ir, otra vez va saliendo algo mío, porque tenemos que ir adaptando a los dos instrumentos con los que contamos. Es un laburo complejo pero que nos gusta mucho”.