CARLOS TROILO, A 2 AÑOS Y 3 MESES DEL VIOLENTO ASALTO

“En ese momento le perdí el miedo a la muerte”, afirmó

El industrial rojense revivió en El Nuevo en Radio toda la secuencia del violento atraco que sufrió el 1 de diciembre de 2020 en su propio domicilio, en el que resultó baleado y quedó al borde de la muerte – Cómo sigue ahora la causa, tras la condena de uno de los malvivientes que irrumpió en su domicilio

 

«Realmente fue un momento dificilísimo, para mí fue trágico. Pero para mi familia fue un momento muy complicado porque mis hijas tuvieron que llevar adelante un tiempo en el cual yo me estaba debatiendo entre la vida y la muerte, en un coma inducido que se extendió por casi dos meses. Además fue en plena pandemia, lo cual lo hizo más complejo aún”. Así se expresó inicialmente esta semana en El Nuevo en Radio el industrial rojense Carlos Omar Troilo, al revivir, por primera vez públicamente y en exclusiva para Radio Rojas, la secuencia completa del violentísimo atraco que sufrió hace exactamente dos años y tres meses, en su propio domicilio.

Y aclaró que “esto todavía no tiene un final, porque surge que hay un montón de situaciones que requieren que la investigación continúe, aunque ya hay una condena con la máxima pena que se le puede dar por el delito que este delincuente o esta rata quiso cometer, quince años de prisión, por ese lado encuentro la satisfacción de obtener resultado en la justicia, pero también queda la puerta abierta para seguir con la investigación».

Troilo sostiene que “queda claramente demostrado que llegan cuatro personas a cometer este ilícito, los cuales estuvieron largo rato haciendo inteligencia en la ciudad; y de estas cuatro personas entran dos a mi casa, de las cuales vi a una, aunque la otra también estaba porque quedó en las filmaciones de las cámaras que tengo la parte exterior del domicilio, ya que en el interior no hay cámaras que puedan haber demostrado lo que pasó”.

Mientras tanto, como Troilo se encontraba imposibilitado de prestar declaración, surgieron, predecíblemente, rumores de todo tipo. “En este marco hay una cuestión que es bueno aclarar, porque se generaron situaciones complejas en el medio, ya que estuve dos meses en coma sin poder declarar y fue algo que recién pudimos hacer en el juicio, donde quedó claramente demostrado lo que pasó, y que me fueron a robar”, remarcó, y expresó su malestar ante algunos trascendidos: “Mi abuelo, en 1926, puso la primera fundición en Rojas. Mi padre tenía un año y medio, era cuando recién habían venido de Junín. Luego mi abuelo se va a Pergamino y mi padre abre su propia fundición en el año ‘49, se casó ese año con mi mamá, y está en lo que era el galpón de pollos de mi abuelo materno un tiempo, hasta que se traslada a la Avenida 25 de Mayo, donde hoy funciona el Correo Argentino. Tenemos toda una historia en Rojas, porque soy nacido acá, mi papá vino al año y medio, mi mamá es nacida en Rojas, o sea que llevamos más de 100 años en la ciudad. En el ´74 me sumo a la fábrica de mi viejo en la ruta 188 hasta el día de hoy. O sea que de manera ininterrumpida nuestra familia ha mantenido una fuente de trabajo, desde el ´26 a la fecha, y por eso hay cosas que molestan y duelen, algunos comentarios, algunas estupideces… Siempre detrás de las estupideces hay un estúpido y terminás identificándolo…”, señala.

“Los comentarios me dolieron, porque se habló de ajuste de cuentas, de que me habían ido a cobrar deudas, cuando a mi casa van mis amigos, mis familiares y nadie más, tengo mi lugar de trabajo que es la fábrica, y allí atiendo los clientes, los proveedores. Llevo una vida social intensa, la familia ha participado en instituciones, por eso me duele que pongan un título cuasi mafioso, a algo que no reviste mayor análisis», deplora.

Y apunta: «Aparte de las cuestiones de inseguridad que se dan, como por ejemplo el tema de los robos, de rateros como los que me entraron en la fábrica, tenemos que sumar otra preocupación. Porque en el hecho que resulto víctima participan cuatro delincuentes con dos autos de apoyo, dos entran en casa y se presume que los otros estaban en los autos, y está claro que esta rata que vino de Buenos Aires no puso el dedo en el mapamundi y dijo ‘vamos para ese lugar’. Entonces debemos estar preocupados porque evidentemente con estas bandas hay que tener mucho cuidado. De hecho el tipo que cae preso tiene una familia mafiosa. Hasta querían drogar a la custodia en el hospital para escapar». En esa línea, asegura que “está claro que en Rojas hay gente que ha tenido contactos, porque no cayeron acá por casualidad, alguien pasó un dato, favoreció la mano de obra, se especuló con valores que yo tenía. Entonces por eso debemos preocuparnos, y está bueno que la fiscal haya decidido, en función de pruebas, de antecedentes, reabrir la causa y seguir con la investigación para tratar de aprehender a todos quienes participaron».

 

LA SECUENCIA

«El arma de puño con que me disparó no apareció más, porque esa arma se la llevó cuando escapó y se habrán desprendido de ella cuando dejan a este sujeto para que lo atiendan en un hospital en Luján. Se dijo además que abrí la puerta, algo que nunca pasó: entraron con algún elemento sofisticado para abrir la puerta o con una llave similar, o sea que no les abrí yo, pero sí los escucho cuando me estaban buscando arma en mano. Fueron directamente a mi para torturarme, para que les entregara lo que podía tener oculto. El escopetazo se produce con un arma que portaba él. Pasa que cuando se encuentra conmigo en el medio de una escalera, resbala y tuve la oportunidad de irme encima, forcejear y sale el disparo que se da a quemarropa, por eso no le produce un daño mayor, porque sale apoyado en el cuerpo a cuerpo. Es así donde queda demostrado que las declaraciones de este delincuente, cuando yo estaba en agonía, fueron todas mentiras, porque dijo que le había tirado con la escopeta. Fuí partícipe de un hecho en el cual tiré unos tiros en una situación que aparentemente fue confusa, cuando para mí fue clara, sucedió hace mucho tiempo y fui condenado por eso. En este marco quiero aclarar lo que pasó, porque en ese momento tenía una coupé Mercedes, me iba a dormir a mi casa, había estado comiendo en un club y un sujeto me increpa desde un auto, y cuando doy la vuelta para irme aparece en contramano en una calle cerca del boulevard y me cruza el auto, así que tomé una postura defensiva, y tenía un arma con la cual hago tres disparos al aire, porque no sabía si era un robo, si me venían a secuestrar o qué, y justo la policía me detiene, y se me abren dos causas, una por abuso de arma y otra por tenencia y portación de arma de guerra sin autorización. Fui sometido a juicio, donde quedó demostrado que no hubo abuso de arma, que usé en legítima defensa para defenderme de una acción violenta, algo que quedó claramente demostrado. Además no había ningún rasguño en el otro auto. Me condenan por la tenencia y portación de un arma, lo cual es el delito, porque llevaba un arma de guerra no declarada. La condena contempla que soy una persona trabajadora, con una participación en la sociedad demostrada, donde queda puesto de manifiesto que no llevaba el arma para cometer ningún delito, sino en actitud defensiva, para cuidarme de los delitos”.

 

LA INVESTIGACIÓN

«Cabe destacar la labor de la fiscal del juicio, que fue clara y contundente en su alegato y en la presentación de pruebas, y también la participación de los jueces que operaron y obraron con claridad, recogiendo no solamente la buena exposición de la fiscal, sino también la mediocre presentación de los abogados defensores que vinieron de Capital, ‘sacapresos’ que ofenden a la profesión. Estoy de acuerdo que defiendan al delincuente porque tienen derechos, pero que vengan en actitud de ‘sacapresos’, con acciones casi pasayescas, porque no era claro lo que querían decir, pero sí había mucho dinero para pagarles, que vaya uno a saber de donde salió. Esta persona venía de estar presa nueve años, y estuvo seis o siete meses e hizo un capital de ahorro, y no creo que haya sido trabajando, por eso la justicia en esta caso ha trabajado bien. La fiscal me decía que es muy raro que se aplique la pena máxima en una sentencia, y en este caso se dio porque todas las cuestiones eran irrefutables, como la peligrosidad del delincuente. Y ahora quedan tres tipos sueltos con la misma peligrosidad de este o más, más aquellos que los contrataron y los que brindaron información. Por eso debemos preocuparnos para seguir investigando a fondo. Este tipo me quiso matar, de ahí la condición de la condena, homicidio calificado agravado criminis causa en grado tentativa».

 

LA MUERTE Y EL MIEDO

«Me acuerdo casi todo de lo sucedido y lo que te puedo contar como positivo es el hecho de haberme sentido morir y lograr una paz, una tranquilidad con la muerte, y saco algo muy importante, porque en ese momento le perdí el miedo a la muerte, tengo 67 años y eso me da una energía y una fortaleza terrible. Tuve un cáncer a los 38 años, con metástasis, que afortunadamente superé, después tuve un accidente automovilístico donde milagrosamente salí ileso, y ahora se da este hecho. La fuerza me la di siempre a través de mis hijas. Pensé mucho en ellas. Cuando tuve el cáncer entraron a visitarme, eran muy chiquitas y entraron con cara de susto, tomaditas de la mano. Yo estaba internado lleno de mangueras en el Hospital Italiano, y le pedí a Dios que me diera vida para criar mis niñas, y eso fue lo que se me vino a la mente cuando estaba sentado en el suelo, con el bazo reventado del tiro y desangrandome. Me daba la sensación de que me estaba desvaneciendo, perdiendo fuerzas, pero no sentía ningún tipo de dolor. Sentía que me moría. Entonces miré ‘al de arriba’ y le agradecí por haberme dado lo que me dio, y si me muero gracias por hacerlo sin dolor y sin nada por reprocharme en la vida, más allá de los errores cometidos. No encontré nada de qué arrepentirme y eso me da mucha fuerza».

 

LAS SECUELAS

«Hablaba con un profesional sobre las secuelas que dejan estas cosas: soy una persona enérgica y no tengo miedo, pero ahora estoy atento, estoy atento a cuando dejo el auto, cuando cruzo la calle, cuando entro a mi casa. Cuando me voy a dormir cierro las puertas de mi dormitorio, del pasillo, estoy alerta. Y si a esto algunas personas le suman el miedo debe ser terrible. Esas son las secuelas que dejan estos hechos. O sea que los hechos te dejan una marca importante. Son marcas que van más allá de lo físico, porque también quedan consecuencias, pero que iré sobrepasando».

Compartí esta nota