Hace apenas una semana, Junin24 se ocupaba de poner en conocimiento de sus lectores, la situación que viven personas afiliadas a PAMI cuando necesitan asistencia médica.
Hace poco menos de un mes fueron despedidos 35 empleados, no se encuentra abierta la Unidad de Terapia Intensiva ni tampoco cuenta con atención en la guardia y cuando se acerca un paciente que requiere asistencia, la sugerencia es que se trasladen al Hospital Abraham Piñeyro.
Primer escollo para el afiliado que entonces concurre al centro asistencial público donde además corre el riesgo de encontrarse con otra pared ya que en algunas oportunidades son rechazados por falta de camas en el área de internación.
Un afiliado a PAMI no es un número, es un ser humano que aportó toda su vida a un Estado que, a la hora de tener que darle una respuesta mira para el costado.Como sociedad no podemos hacer oídos sordos.
Y para muestras, dicen, basta un botón.
Ayee al mediodía, minutos antes de las 12:30, un abuelo, -O.M.-, descompensado, debió ser trasladado desde un geriátrico, a la clínica mencionada. Según versiones recogidas, se encontraba hipotenso y con un síncope.
Rechazo mediante y mientras se aguardaba por solucionar el problema, habría hecho un paro cardíaco.
A las 13:15 ingresó al servicio de emergencias del HIGA y lamentablemente, media hora después, a pesar del esfuerzo de los profesionales, no fue posible reanimarlo.
En definitiva, O.M., más allá de cuestiones legales, investigaciones posteriores, denuncias que no sabemos si existen, termina siendo una víctima del sistema.
Oscuro es el destino de una sociedad que no se ocupa de los dos extremos de la vida: los niños y los abuelos.
Queda una pregunta por hacer, ¿los hechos de hoy, resultan la crónica de una muerte anunciada?